ESCRIBIENDO “EL CIUDADANO KANE”

“MANK”

El director David Fincher, – creador de “Los siete pecados capitales”, “La red social” , “Zodiac”- toma la figura del guionista de “El ciudadano Kane”, Herman J. Mankiewicz, y lleva a la pantalla el guion que escribiera hace siete años su fallecido padre, Jack Fincher y desarrolla una apasionante película que se perfila como segura candidata a los premios Óscar 2021, en especial por su guion que retrata los entretelones del mundo de Hollywood de los años 30 y 40, cuando la Meca del Cine estaba en plena ebullición y el nombre del magnate de la prensa William Randolph Hearst estaba ligado directamente a ese mundo a través de su amante, Marion Davies, ambas figuras polémicas que quedaron retratados de modo irónico en la pieza maestra de Orson Welles.

Este es un filme de brillante factura, en un blanco y negro que recuerda el cine clásico estadounidense, en donde el afamado director Fincher se acerca por primera vez al retrato de personajes reales, famosos y que tuvieron un peso indudable en la conformación de la industria de Hollywood. Es, por demás, la segunda gran apuesta de Netflix para ir tras la cotizada estatuilla del Óscar, también en blanco y negro como sucedió con “Roma”.

Lo mejor que tiene este filme es que no se trata de un ejercicio de nostalgia, de apelar a lo retro. Muy por el contrario, se trata de un ejercicio cinematográfico pleno de modernidad y de un exigente lenguaje cinematográfico que, tan pronto evoca el filme “El ciudadano Kane” que está en pleno proceso de escritura en la película, como también refleja el estilo característico de Fincher y sus constantes indagaciones por las formas de cómo narrar una obra.

El corazón de esta extraordinaria película es el de la creación artística, de la genialidad de crear el sustento de lo que será una obra maestra absoluta, un filme indispensable en la historia del cine, una película que ha significado mil y una discusiones y que hasta ahora sigue siendo una pieza que revolucionó el cine al momento de su estreno mundial y que fue perseguido por el magnate William Randolph Hearst, porque en esta monumental pieza cinematográfica estaba retratado el romance escandaloso del multimillonario con su amante, la actriz Marion Davies y se daba cuenta de las turbias relaciones entre la prensa, el mundo de Hollywood y los productores.

Otro elemento notable es que David Fincher estructura su narración como si se tratara de un juego especular, puesto que “Mank” se arma en saltos temporales, a través de informaciones en paralelo y sutiles transiciones entre secuencias, tal como sucedía en “El Ciudadano Kane”.

Por estos elementos formales, Fincher ha establecido una pieza de riqueza visual indudable, de un guion lleno de mordacidad y de fascinantes revelaciones acerca de un mundo -Hollywood- y de un personaje central -Mankiewicz, interpretado con mesura y distancia por Gary Oldman- que construyen una manera de narrar que gira y gira hasta alcanzar la idea de un círculo concéntrico. La película viaja en el tiempo e instala a los espectadores en sucesos claves previos a la escritura de “El ciudadano Kane”,  revela la personalidad alcohólica de Mankiewicz y de su periplo en el desierto de Mojave, donde debió aislarse tras un accidente.

De este modo, van pasando momentos claves, en un blanco y negro trabajado como si se tratara de un sueño, de una mente afiebrada que atisba y por donde desfilan Irving Thalberg, David O. Selznick, Louis B. Mayer, Marion Davies, Upton Sinclair, los más famosos guionistas de la época, Joseph Mankiewicz, hermano del protagonista, y, sobre todo, el poderoso William Randolph Hearst quien odiaba a Mankiewicz, razón por la que quedó retratado (y caricaturizado) para siempre por la pluma del guionista y no por rencillas con Orson Welles, tema que queda clarificado en este filme.

CARICATURA DE UN MUNDO PASADO

El filme parte presentando al guionista Herman J. Mankiewicz, un tipo inteligente, autodestructivo y alcohólico, que se recupera tras un accidente. Como está escribiendo “El Ciudadano Kane”, su director, el notable Orson Welles lo deja encerrado en un rancho del desierto de Mojave, bajo la vigilancia de su amigo y productor John Houseman, esperando que supere su adicción y se concentre en el guion de la que será la película más influyente de todos los tiempos.

Aunque solo se entregan datos, la película está dominada por la presencia de Welles, un chico de solo 24 años que ha causado impacto nacional con su genialidad y atrevimiento creativo: tras alcanzar fama con sus dramatizaciones radiofónicas, sobre todo con La guerra de los mundos, donde hizo creer a medio Estados Unidos que habían llegado los marcianos a la Tierra, los estudios RKO le ofreció un contrato inigualable en 1939: rodar lo que quisiera con el equipo que él quisiera, sin que el estudio pudiera modificar el guion o alterar el montaje final.

Como pasaba el tiempo y Orson Welles no se decidía qué filmar (pensó en adaptar “El corazón de las tinieblas”), contrató al veterano Mankiewicz y decidieron filmar la historia del poderoso magnate de la prensa W. R. Hearst. Welles dio a Mankiewicz 60 días para escribir el guión que, por lo demás, tenía mucho de venganza personal por parte del escritor.

Desde este inicio, potente, el director Fincher introduce una serie de saltos al pasado (flash-back) que tratan de mostrar el mundo de Hollywood de los años 30, aunque en este punto queda claro la intención paródica que tiene el realizador que a veces le juega en contra, sobre todo porque reduce a muchos personajes a la categoría de caricaturas, perdiendo la objetividad de mostrarlos como seres humanos, tan complejos como imperfectos.

Los mejores instantes de esos viajes al pasado es la hermosa secuencia de la conversación entre Mankiewicz y Marion Davies en los jardines de la mansión de Hearst y el del suicidio del director obligado a realizar un documental trucado. Cada una de esas secuencias son cine en estado puro, filmados con elegancia, apoyados con diálogos certeros y con una pátina de nostalgia por un cine que irremediablemente ya no volverá.

El guion que su padre escribió en 2003 debió esperar casi dos décadas para poder ver la luz, considerando que además el reto era hacerla en un blanco y negro que, aunque fuera riesgoso, debía emular el brillante trabajo fotográfico que Greg Tolland hizo para “El Ciudadano Kane”.

“Mank” es una estupenda película, sí, aunque quizás no sea una obra maestra, pero de todos modos es un filme que sobresale de la media de estos días, un vehículo para que se luzca el talento de Gary Oldman, muy bien contenido y con instantes que son puro juego de histrionismo sin desbordes.

Para cinéfilos, el dato es evidente: hay una relación muy directa entre ‘Mank’ con “El Ciudadano Kane”, sobre todo si se considera que plantea una versión de cómo se escribió el guion ganador del Óscar de aquella mítica película de Orson Welles. Los hay que defienden una autoría casi plena por parte de Herman J. Mankiewicz,

Aunque muchos todavía discuten respecto de si el guion pertenece a Orson Welles o a Mankiewicz, considerando que el genial director de “Campanadas a la medianoche” introdujo tantos cambios en la última versión del libreto que bien parece que lo correcto es que haya sido firmado por ambos.

‘Mank’ es, a no dudarlo, una de las mejores películas que se han estrenado en lo que llevamos de este aciago 2020, y aun cuando no se trate de una obra maestra indiscutible, tiene méritos de sobra, actuaciones contundentes, una exquisita recreación de la fotografía clásica de “El Ciudadano Kane” e instantes deslumbrantes, aunque haya lastre, mucha caricatura obvia acerca de la estupidez de los productores de un Hollywood tan lejano como seductor.

 

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación