LA VALLA

 

España en 2045, la tercera guerra mundial y el fantasma del coronavirus en versión distópica 

La serie española que algunos catalogaron como la que predijo la pandemia del coronavirus es, pasadas las expectativas, un producto harto convencional que parte de una excelente idea, se enmarca en el tema de la distopía y tiene momentos de tensión y suspenso, aunque en su resultado global se evidencie una serie de limitaciones, desde el aspecto de su puesta en escena hasta la dirección, lo que ha dividido a la crítica y a los espectadores. En todo caso, este producto que se encuentra disponible en la plataforma Netflix constituye un entretenido vehículo para, al menos, reflexionar respecto de las responsabilidades sociales y particulares en épocas de catástrofes globales.

La sinopsis que circula lo dice todo: estamos en 2045. Hace veinte años finalizó la Tercera Guerra Mundial y el mundo se ha convertido en un caos, donde a la carencia de recursos naturales han surgido dictaduras férreas, una de las cuales se ha instalado en España. De este modo, la ciudad de Madrid está dividida en dos sectores por una valla; en un lado se encuentra el gobierno y las clases privilegiadas, y detrás de la siniestra valla, el resto de la población.

Con ecos y guiños a muchas películas clásicas sobre el tema de la distopía, a fenómenos mundiales tristemente acaecidos -desde el genocidio hasta el Muro de Berlín- “La Valla” constituye un esfuerzo encomiable por tratar de realizar un producto de calidad, con parámetros dignos de competir en un mercado audiovisual exigente, devorador y de consumo inmediato.

“La Valla” de la productora Atresplayer Premium es una apuesta atrevida, instalar una serie de ciencia ficción española, que en estos años ha estado entregando ejemplos interesantes e intentando salirse de los modelos tradicionales. En este aspecto, es muy satisfactorio que el cine español se abra a nuevos derroteros, más allá de la comedia y el drama, entrando a jugar en escenarios que son diferentes, con códigos nuevos y altos estándares de exigencia, como sucede por ejemplo con el género de la ciencia ficción.

Referencias, guiños y préstamos

Pero, desafortunadamente, es evidente que falta madurez (y recursos) en este camino de realizar productos en géneros tan demandantes como la ciencia ficción, donde se requiere mucha seguridad a la hora de plantear un tema, desarrollarlo como argumento y traspasarlo a un código visual que resulte cuando menos atractivo para espectadores que han crecido consumiendo productos de las más variadas calidades y procedencias.

El nudo argumental de “La Valla” copia (a veces descaradamente) temas y tópicos de varios títulos realizados acerca de fenómenos como las pandemias, distopías y sociedades oprimidas, partiendo por ejemplos muy recientes en el recuerdo de los espectadores como ‘Los juegos del hambre‘ o ‘Divergente‘, se apoya en aspectos ya tratados en películas sobre distopías como ‘Snowpiercer’ y adopta ideas y detalles de películas que, como ‘Virus‘, han tratado con mayor o menor fuerza el aspecto de las pandemias en el mundo, sus consecuencias y resoluciones.

Esto de tomar ideas prestadas o hacer guiños a ciertos filmes y directores no es nuevo y no es malo per se (recuérdese el caso notable de un director como Brian De Palma y su nada inocente referencia a Hitchcock en sus mejores instantes como creador), pero su problema central es el resultado final obtenido.

Cuando un director toma demasiado material prestado, el producto que obtiene carece de identidad propia, adolece de falta de originalidad y, lo que resulta más que lamentable en este caso en particular, es que esas ideas capturadas de tanto material filmado antes, no se traduce en una estética nueva, atrevida, diferente y que cautive con su visualidad. Nada de eso sucede en “La Valla” donde, por el contrario, todo lo que se muestra recuerda a todo lo anterior mencionado, o sea, más de lo mismo.

2045, España, la nueva dictadura

“La Valla” se centra en 2045, una fecha no tan lejana, lo que prometía una cierta complicidad argumental con los sucesos actualmente en boga. Han pasado dos décadas desde el término de la Tercera Guerra Mundial, producto de lo cual en la actual sociedad hispana impera el hambre, la pobreza y una terrible pandemia que es controlada de manera dura. En este escenario, ha debido surgir una dictadura de extrema derecha, con similitudes más que evidentes con el estilo nazi, que aplasta las libertades y los derechos de los ciudadanos. Madrid, como casi todas las ciudades, vive un estado de excepción, con toque de queda y arrestos por doquier, en una sociedad donde todos sospechan de todos y claro, hay una élite que se dedica a disfrutar de su poder y privilegios.

El símbolo mayor de esta diferencia abismante entre un mundo y otro lo constituye una valla, que divide en dos a Madrid, en un remedo obvio del Muro de Berlín. Y de acuerdo con el modelo, depende del lado en que te sitúes será la suerte que corras.

A partir de este elemento comienzan a aflorar ideas poderosas, aunque muchas de ellas poco o mal desarrolladas, desde el tema del cambio climático, el regreso del populismo de la extrema derecha, la aparición de pandemias globales incontroladas, los toques de queda en las calles, el aumento de la pobreza de manera descontrolada, las desigualdades sociales, el totalitarismo y suma y sigue… Tantas ideas dentro de un argumento que no las desarrolla ni concentra de manera adecuada ya es un caos.

Allí radica el problema central de toda la serie; hay tantas subtramas que ninguna termina por importar lo suficiente y lo que es peor, algunas son resueltas de manera grosera y como por piloto automático, cuando merecían un mejor tratamiento. Todas estas subtramas están concentradas en una familia que servirá como nexo entre ellas y que incluye desde la abuela (la siempre digna Ángela Molina) hasta la sufrida e inteligente nieta.

De este modo, descartando el obvio propósito de ganar espectadores para que se entretengan, cabe la pregunta inevitable: ¿para qué tanto esfuerzo de producción si el resultado logrado no satisface y no alcanza la media establecidas por películas del mismo estilo?

De esta manera todo el esfuerzo desplegado para hacer creer que se está innovando, deja de tener sentido y uno comienza a darse cuenta que más allá de cierto impacto por la contingencia del coronavirus en la actualidad o ciertas lecturas políticas acorde a los sucesos desarrollados en España, poco queda de ingenioso, de atrevido o de aporte.

Pero lo que resulta deprimente son las actuaciones del elenco, donde se evidencia una carencia de dirección de actores lamentable: algunos personajes carecen de total carisma, cero credibilidades y nada de enganche con el público, en donde actores como Unax Ugalde (Hugo Mujica), Olivia Molina (Julia Pérez) y Ángela Molina (la abuela), tratan desesperadamente por darle un destello de dignidad a un conjunto que resulta fácilmente olvidable. Tratando de abarcar mucho, la serie termina apretando poco y solo se rescata su deseo por meterse en un tema complicado como es la ciencia ficción distópica, aun cuando esas pretensiones de mostrar una España apocalíptica naufraguen.

 

Ficha Técnica

Título original: La valla. Género: Drama, Intriga, Ciencia ficción, Apocalíptica. País: España. Idioma: español. Productora: Atresmedia Televisión, Globomedia, Good Mood. Distribuidora: Atresplayer Premium, Netflix. Duración: Temporada 1, 10 capítulos (55 min.). Año: 2020. Calificación por edades: No recomendada para menores de 16 años

Ficha Artística

Dirección: Daniel Écija (Creador), David Molina Encinas, Oriol Ferrer, Luis Oliveros, Jesús Rodrigo, Lucas Gil. Guion: Daniel Écija, Inés París, Clara Botas, Jorge Valdano, Ángela Armero, Tatiana Rodríguez, Arantxa Cuesta, David Muñoz, Roberto Martín Maiztegui. Música: Daniel S. de la Hera. Fotografía: Néstor Calvo

Reparto: Olivia Molina, Ángela Molina, Unax Ugalde, Abel Folk, Eleonora Wexler, Manu Fullola, Iván Chavero, Daniel Ibañez, Juan Blanco, Elena Seijo, Yaima Ramos, Nicolás Illoro, Laura Quirós, Ángela Vega, Pedro Beitia, Óscar de la Fuente, Cristina Soria, Gabriela Flores, Alina Nastise, Irene Arcos, Berta Castañé, Eduardo Castejón, Elle Ci, Carmen Esteban, Pedro Rudolphi, Pilar Bergés, Fran Bleu, María Hervás, Esther Ortega, Jorge Roldán, José Emilio Vera, Sergio Álvarez, Antonio de Cos, Malena Gutiérrez, Ana Iglesias.

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación