ESTÁS DESPEDIDO

 

Así les decía Donald Trump a los perdedores de su programa televisivo El Aprendiz, hace años; y así fue echado de la presidencia de EU, por más de 75 millones de sus compatriotas.

Como muchísimos en todo el mundo estoy feliz por su derrota; pero sorprendida y aterrada, de que 71 millones hayan votado por ese depredador.

Tardó el recuento de la elección entre Biden y Trump; pero la demora dejó mayor claridad en el proceso y aumentó el desasosiego en el loco temperamento de ese majadero.

La vida no se equivoca y como un bumerang, suele devolver tarde o temprano los malos ratos que a otros se dieron; como hemos podido comprobar, quienes tenemos ya muchos años.

Hace poco más de una década, los despedidos por Trump debían abandonar el estudio televisivo donde competían por trabajar en sus empresas, entre las burlas del que hubiera sido su patrón; y que inventó ese programa que duró doce temporadas y fue exportado a varios países, para ganar dinero y hacerse publicidad; porque estaba desprestigiado y en quiebra.

Y que ahora tendrá que despedirse de la Casa Blanca, más humillado que los humillados por él y teniendo que presenciar los cantos, bailes y alegría, con que en las calles se celebra que perdió y que, sin él, el mundo será un lugar más pacífico y mucho más educado.

Soberbio, asegura que no se irá y apelará el “fraude”, su temperamento no le permite entender que si no se va por las buenas, tendrá que hacerlo por las malas.

Ya se lo advirtió Andrew Bates, portavoz de la campaña de Biden “será el pueblo estadounidense quien decidirá estas elecciones. Y el Gobierno de EU, es perfectamente capaz de escoltar a los intrusos fuera de la Casa Blanca”, dijo.

Por el bien de su país debe encontrar una salida menos indigna y aceptar su derrota.

Pero la verdad, yo quisiera que siga neceando hasta que llegue el 20 de enero que tomará posesión Biden; porque no me quiero perder el espectáculo, de verlo salir rodeado de policías.

Y como no tendrá inmunidad, hasta en la cárcel podría acabar porque tiene varias cuentas pendientes; entre otras, haber pagado con dinero fiscal, el silencio de una de las mujeres que violó.

Hace cuatro años, cuando fue por primera vez candidato a la presidencia de EU, escribí acerca de sus similitudes con López Obrador, aspirante a la de México.

Semejanzas que fueron haciéndose más palpables, hasta llegar a estos momentos en los que igualito que el de acá, grita que le hicieron trampa.

Las presidencias de ambos han significado retrocesos para sus respectivos países en casi todo y principalmente en salud, ciencia, política migratoria, libertades, derechos humanos y energías limpias.

Los dos han ocultado propiedades y pagos de impuestos y condicionado promesas a resultar ganones; amenazando allá con el caos y acá con soltar al tigre.

Desplantes que son producto de narcisismo sin nada que ver con sus realidades y que los ha llevado a compararse con grandes presidentes y que puede llevar hoy a Trump a cometer alguna locura.

Sus mentiras son peligrosas porque atizan odios contra periodistas y medios cuando algo no les gusta, como pretendió hacerlo ahora; pero fue censurado por impidieron empresas televisivas, que cerraron micrófonos y apagaron la señal porque su mensaje «propiciaba la desinformación.”

¿Se imaginan cuánto durarían las mañaneras, si se cortara la trasmisión cada que López Obrador dice falsedades?

Y si a Trump le está costando salir del estupor que le representa su fracaso, tampoco AMLO lo ha podido asumir; tardó siete horas en decidir que no reconocerá a Biden como nuevo presidente de EU, “hasta no terminar el proceso legal.”

Muy triste que un presidente de México haya actuado con sumisión y servilismo ante el poder del vecino, como lo ha hecho durante todo su mandato López Obrador frente a Trump, pese a tanto que nos ha insultado.

Y más indignante y ridícula resulta esa actitud, frente alguien famoso por carecer de todo lo que hace grande a una persona.

La semana fue también mala para el presidente de Perú, Martín Vizcarra, porque este lunes el congreso lo destituyó por su “permanente incapacidad moral”.

¿La razón? actos de corrupción cometidos de 2011 a 2014, cuando era gobernador de la provincia sureña de Moquegua.

Vizcarra argumentó que los cargos son falsos, pero no convenció a los legisladores; que anunciaron que el nuevo mandatario sería el presidente del Congreso, Manuel Merino, del grupo político de Acción Popular que ya tomó posesión.

¡Ánimo, amigos lectores; se acerca junio!

 

Autor

Teresa Gurza