APRENDIENDO A SURFEAR

Resistir es vencer

Juan Negrín

Nunca queda más de manifiesto la verdad interior de los seres humanos como en tiempos de resistencia, justo los que hoy estamos viviendo.

Ante la necesidad de resistir esta pandemia de incierta duración, que ha trastocado las vidas de millones de personas en el mundo, encontraremos que la gente reacciona de manera distinta ante la incertidumbre, las dificultades, los quebrantos, pero también las oportunidades, las treguas, los descansos.

Hay quienes ante las circunstancias adversas se crecen, hay quienes se disminuyen; hay quienes aprovechan las situaciones favorables y quienes las dejan pasar o no saben qué hacer en ellas.

En tiempos difíciles podemos encontrarnos con personas generosas, sonrientes, corteses y empáticas, las menos, por cierto, o con gente agresiva, malencarada, egoísta, acaparadora, desafortunadamente la mayoría. Éste es el desequilibrio que a todos nos gustaría que se corrigiera con las lecciones que nos trajo la pandemia. ¿Lo lograremos? ¿De qué depende?

Muchos son los factores, por supuesto. Podemos hablar desde aspectos estrictamente personales, como grado de madurez, carácter, edad; hasta cuestiones que tienen que ver con la convivencia social, como sistema de creencias, educación, situación económica, trabajo, profesión, lugar de residencia.

Todo ello influye. Se trata de factores que crean diversidad dentro de la igualdad esencial. Pero no son o debieran ser determinantes. Lo que realmente hace la diferencia es a qué nos estamos resistiendo.

En qué aplicamos nuestra energía de resistencia es lo que finalmente decide la forma en que reaccionaremos a lo que nos perturba, cualquier circunstancia que esté ejerciendo presión psicológica sobre nosotros. Una cosa es resistir las diversas dificultades que nos presenta esta pandemia, tratando de darle prioridad a las soluciones en lugar de a los problemas, y otra cosa es resistir al cambio que estamos obligados a efectuar.

La primera forma de resistencia es compatible con el concepto, muy en boga, de fluir con la vida, sinónimo de adaptarse. La forma de ilustrarlo sería el surfeo. Un surfista aprovecha una ola, la remonta, no trata de esquivarla o combatirla, y en ese viaje debe resistir sobre la tabla en que va parado, adoptando las posiciones adecuadas, equilibrando su cuerpo para no caer, ¡y lo disfruta! Así funciona la resistencia como parte de la más importante fortaleza de todo ser vivo: la adaptación a sus nuevas circunstancias.

La segunda forma de resistencia es desafortunadamente la más común: le decimos no a la adaptación. Nos negamos a movernos internamente de donde estamos, nos rehusamos a soltar nuestras viejas y ahora deficientes creencias, sin darnos cuenta de que, como lo dijera el joven y brillante escritor pakistaní Mohsin Hamid, “el poder viene junto con el cambio”.

La resistencia al cambio será mucho mayor si tenemos que dejar atrás situaciones ventajosas, privilegios o incluso estatus y circunstancias que pueden ser poco satisfactorias, pero que hemos convertido en los fundamentos de nuestras vidas. Por ejemplo, un trabajo que no nos gusta o una relación tóxica.

Para ejercer resistencia mientras se fluye, se requiere fe en la vida y/o en Dios, si usted es creyente, pero sobre todo en uno mismo, en que sabemos aprovechar las oportunidades en el momento preciso. Esta manera de resistir nos hace creativos, tolerantes a la incertidumbre, generosos, solidarios, empáticos y alegres.

Resistir adoptando sobre la tabla de surf la posición correcta para equilibrarnos requiere un aprendizaje. No se hace espontáneamente. Por eso esta forma de resistencia es tan escasa. Necesitamos Inteligencia emocional que, más que un proceso psicoterapéutico, es un camino de vida. La alquimia interior constante, que significa continua transformación interna, es lo que hace maravillosa la vida.

La resistencia al cambio, a abandonar lo conocido, a soltar o desapegarse de personas, cosas, ideas y situaciones es en realidad mucho más difícil y costosa física, emocional y socialmente, pero nuestro miedo nos dice lo contrario y decidimos creerle.

La pregunta ahora es: ¿cómo resistiremos los mexicanos esta pandemia?

 

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