ESE BICHO LLAMADO COLEGIO ELECTORAL

 ¿Cómo es que, en lo que se supone es una de las mayores democracias del mundo, los ciudadanos no elijan a su presidente por mayoría de votos, sino por mayoría de representantes? Pues así. Por eso, la elección presidencial de Estados Unidos no acaba el primer martes de noviembre, sino varias semanas después. Aquí les va una lectura de lo que pasará en los días posteriores.

Para empezar, hay que decir que en Estados Unidos, no hay una autoridad nacional electoral. Cada estado, organiza conforme a sus reglas y criterios, la elección presidencial en la que se declara a un ganador.

Ojo, el conteo no es igual en todos los estados. En algunos de ellos, habrá que esperar a que se reciban todas las boletas que fueron enviadas por correo. Por lo que algunas entidades podrían tardar días en determinar al ganador.

Ahora bien, en menos de una semana, cada estado tiene que nombrar a sus delegados del Colegio Electoral. Éstos se determinan por el número de diputados federales y senadores. Texas, por ejemplo, tiene 36 diputados federales y dos senadores, ergo tiene 38 delegados del Colegio Electoral. Vermont, tiene 1 diputado y dos senadores. Por ello, tendría 3 delegados. Esto evidentemente abre un debate sobre la población que representa cada delegado y el peso que tiene el voto de cada elector.

Estos delegados se reunirán en la capital de su estado el 14 de diciembre y votarán a favor del candidato ganador. Se tiene la regla de que el ganador obtiene todos los votos disponibles del Colegio Electoral de ese estado, salvo dos excepciones Nebraska y Maine, que otorgan delegados de manera proporcional a la votación.

Oye Israel, ¿y puede pasar que los delegados voten por otro candidato que no haya ganado la elección en ese estado? Es raro, pero sí ha pasado. En el 2016, cinco delegados estaban comprometidos con Hillary Clinton y votaron por Trump; y tres delegados comprometidos con Trump votaron por Hillary.

Una vez que se emiten estos votos, se mandan las actas al Senado en donde se certifican los votos del Colegio Electoral y se declara ganadores a los candidatos a presidente y vicepresidente con más votos. Y finalmente, el 20 de enero, el ganador tomará protesta en las escalinatas del Congreso ante el Presidente de la Suprema Corte de Justicia.

En resumen, independientemente de quién gane el voto popular, seguramente habrá carrete para arrastrar en las próximas semanas. Es la tradición estadounidense y el sentido de contar historias tipo Hollywood, hasta en los procesos políticos.

 

Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael