CAPITALES

Hacia una política de cero residuos en las ciudades

A medida que las ciudades hacen frente a las crisis del COVID-19 la desigualdad, y el cambio climático, cada vez está más claro que no podemos volver a la «normalidad». Por lo anterior, es imperativo que las autoridades se alejen de los sistemas obsoletos e ineficientes e inviertan en programas y políticas de cero residuos, lo que salvaguardaría la salud pública, crearía más empleos, construiría economías locales y contribuye a combatir el cambio climático.

El esquema de cero residuos no se trata solo de decisiones individuales. Nuestras ciudades deben contribuir en la construcción de sistemas que faciliten este cambio radical en la forma en que producimos y consumimos, y garantizar que el cero residuos sea una opción al alcance de toda la sociedad. A nivel mundial, estos programas también son conocidos como creadores de empleo y son una excelente manera de hacer que los trabajadores pasen de industrias contaminantes como incineradoras a trabajos con menores riesgos en la salud y beneficiosos. La infraestructura sin residuos, como el reciclaje, el compostaje y la reutilización, puede generar hasta 250 veces más puestos de trabajo que la eliminación de residuos.

Cuando colocamos nuestros botes de basura en la acera todas las semanas para que los recojan, esa basura no desaparece mágicamente. Va a los confinamientos correspondientes que emiten gases de efecto invernadero y pueden filtrar sustancias nocivas que pueden llegar a nuestras aguas subterráneas; e incineradores que arrojan metales pesados, material particulado y otras sustancias químicas nocivas, que pueden causar contaminación del aire y cenizas tóxicas. En este sentido, el desperdicio no surge de la nada; es un síntoma de la economía de tomar-fabricar- desperdiciar que nos acerca cada vez más al caos climático. El 62 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero provienen de la economía de materiales, desde la extracción de recursos naturales para fabricar productos hasta la eliminación de los desechos resultantes.

Las ciudades con cero residuos han ganado mucho terreno en los últimos años, y las principales ciudades de todo el mundo están reconociendo que llegar a cero residuos debe ser una prioridad en la agenda de sostenibilidad de una ciudad. En Europa, más de 400 municipios se han comprometido con cero residuos, y el Parlamento Europeo ha acordado dirigir recursos hacia la construcción de una economía circular en la región en su planificación del Fondo de Transición Justa.

En México, se desarrolló en 2019 el programa de visión hacia una gestión sustentable: cero residuos, mismo que opera la Secretaria de Medio Ambiente y que tiene como finalidad fomentar la valorización y minimizar el impacto en la salud de la población, con programas y políticas que fomenten el adecuado traslado y uso de residuos, basándose en el artículo 4° de la Constitución, que a la letra dice “…Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho. El daño y deterioro ambiental generará responsabilidad para quien lo provoque en términos de lo dispuesto por la ley…”

Hoy por hoy, no es solo nuestra basura la que se está acumulando; a medida que el cambio climático y otras amenazas existenciales se intensifican, nuestras ciudades están en la primera línea del problema. Lidiar con nuestros desechos puede no ser lo más glamoroso del mundo, pero tiene el potencial de ser una de las acciones más simples pero transformadoras que podemos tomar para construir ciudades más justas y sostenibles. Las soluciones están ahí, es hora de que las autoridades actúen para ponerlas en acción y nosotros como sociedad hacer nuestra parte.

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