SERENDIPIA

Código de la vida y agujeros negros en el espacio

 La presencia de las mujeres en cualquier ciencia o disciplina ha sido históricamente prohibida, limitada o cuando menos, desprestigiada. Tal represión prevalece. Es el producto de sesgos sexistas y androcéntricos. Todo progreso de las mujeres en la esfera individual o colectiva es valioso. Empero, cuando se conquistan reconocimientos de tal trascendencia como lo es un Premio Nobel, la trayectoria de una sola rectifica, conmemora y dignifica la de todas. La violencia de género tiene muchas vertientes, y poder comprender el fenómeno en su totalidad implica remontarnos a la raíz de toda estructura o planteamiento.

Romantizar la superación de obstáculos en circunstancias desfavorables y específicas, es uno de los mecanismos de opresión que más fuerza tienen en el pensamiento, ya sea general, o de determinado sector. En la primera clase de una de mis asignaturas en la carrera de Licenciatura en Derecho, el profesor nos recibió con la consigna: “los hombres tienen metas, las mujeres ilusiones”. Claramente no fue la primera, única ni la última manifestación de superioridad por razón de género en el espacio universitario, pero es necesario considerarlo como punto de partida para entender la desproporción de universitarias destacables, desde el ámbito educativo.

El éxito alcanzado por las recientes Laureadas no es instantáneo. Si bien hay personas que nacen con determinados dones, de acuerdo con Malcom Gladwell, y me permito decir que, con la confirmación de muchos y muchas, lo que hace a este tipo de historias maravillosas, lo son justamente las oportunidades de las que disfrutaron (2008). Oportunidades que, no han sido las mismas para varones y mujeres. No está de más recordar la memoria de mujeres como Olympe de Gouges quién pese a ser reconocida actualmente, en su época fue guillotinada por las mismas razones. Así como ella, muchas otras, que ante la clara desigualdad a la que se enfrentaban en todos los aspectos, persistieron en reivindicar el papel de la mujer en el mundo.

Toda mujer al caer en cuenta de estas circunstancias por primera vez en su vida, y en las subsecuentes, lo encuentra por decir lo menos, desalentador. No se parte de un mismo punto y se exige no solo el mismo extremo de llegada, sino incluso más. Como si de alguna manera se tuviera que justificar la capacidad debido al sexo-género. “Lástima que en aquella época no se hubieran descubierto los hoyos negros en el espacio, porque entonces le [s] hubiera sido muy fácil comprender [a todas esas mujeres] que sentía [n] un hoyo negro en medio del pecho, por donde se le colaba un frío infinito” (Esquivel, 1989).

El Premio Nobel o The Nobel Prize, lo constituyen una serie de reconocimientos de periodicidad anual, que se otorgan por hitos intelectuales memorables en los campos de la física, química, literatura, ciencias económicas, promoción de la paz, de la fisiología o la medicina. Es en 1968 que el Banco Central de Suecia Sveriges Riksbank establece el Premio de Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel. Esto, porque el 27 de noviembre de 1895 Nobel hizo su testamento, en el que otorgó la mayor parte de su fortuna a los Premios Nobel.

En el lapso de 1901 a 2019 el Premio Nobel ha sido entregado en 597 ocasiones. A su vez, es necesario señalar que un premio puede dividirse equitativamente entre dos obras; o bien, una sola obra premiada puede ser realizada por dos o tres personas. Aunado a ello, y de acuerdo con los estatutos de la Fundación Nobel, no solamente se premia a personas físicas, es decir a los individuos y las individuas en lo particular, sino también a las personas morales, que comprenden a más de una persona física, como lo ha sido la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados.

En este sentido, han sido galardonados 923 Laureados y Laureadas, así como 27 organizaciones en esos 118 años. Dando un total de 950 Premios Nobel, hasta ese momento. Además, algunas personas han recibido esta conmemoración, en más de una ocasión. Dicho lo anterior, y como es de esperarse, se han otorgado poco menos de 900 Premios Nobel a varones, y a penas poco más de 50 a mujeres.

Por mencionar algunas, el Premio Nobel de Física 1903 de Marie Curie (Sklodowska, solía ser su apellido de soltera) en reconocimiento a los extraordinarios servicios que han prestado por sus investigaciones conjuntas sobre los fenómenos de radiación descubiertos por el profesor Henri Becquerel; el Premio Nobel de la Paz 2014 a Malala Yousafzai por su lucha contra la represión de niños y jóvenes y por el derecho de todos los niños a la educación; y el Premio Sveriges Riksbank de Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel 2019 a Esther Duflo por su enfoque experimental para aliviar la pobreza mundial.

En este octubre, Andrea Ghez, se suma como una de las ganadoras del Premio Nobel de Física 2020, por el descubrimiento de un objeto compacto supermasivo en el centro de nuestra galaxia; por otro lado, Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna son ambas ganadoras del Premio Nobel de Química 2020, por el desarrollo de un método para la edición del genoma. En otras palabras, el dúo plantea reescribir el código de la vida, y Andrea demuestra la existencia de un agujero negro en medio de nuestra galaxia.

Metafóricamente, podemos decir que el código de la vida ha sido y es interponer una serie de dificultades para impedir el desarrollo de la vida en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres, con resultados cualitativos y cuantitativos entre otros objetos de estudio, en los Premios Nobel. Aunado a que, como en agua para chocolate, no es sino un gran hoyo negro lo que representa el cómo lo han sentido y vivido las mujeres. Ayer leía a Tita, quien no podía ponerle nombre a su tristeza, puesto que en la época de la revolución mexicana no sabía de la existencia de hoyos negros, y hoy Andrea es galardonada por la demostración de su existencia.

La autora es estudiante de Derecho en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila