LOS CHICOS DE LA BANDA

Basada en la disruptiva obra teatral de Broadway de 1968 de Mart Crowley e inspirada en el filme de William Friedkin de 1970, “Los Chicos de la Banda” es una nueva versión revisionista que trae de nuevo la temática homosexual a la palestra, permitiendo ver cuánto ha evolucionado este tema, ya que medio siglo más tarde, el panorama retratado de la comunidad gay resulta algo obsoleta, considerando que en la actualidad existe una comunidad LGTBQ mucho más visible y empoderada en sus derechos, aun cuando persiste la misma inconformidad y dolores que cincuenta años antes fueron su esencia.

Este remake de “Los Chicos de la Banda” tiene dos puntos en contra y uno a favor. Los negativos son que no logra hacernos olvidar de que se trata de un filme que no logra hacernos olvidar la sensación de estar visionando teatro filmado y el detalle, no menor, que esta versión no logra superar la película del director de “El Exorcista” y “Cruising”, el afamado William Friedkin que, en sus memorias publicadas, asegura que se arrepiente de haber censurado escenas en su película en el inicio de los años setenta, porque le restaron fuerza a la historia que tenía en sus manos.

Lo positivo está en su retrato y en su muy buen logrado reparto, porque se trata de una galería de jóvenes y prometedores actores, que encarnan a los prototípicos personajes que celebran un cumpleaños que será la oportunidad detonante de muchas verdades hasta entonces ocultas.

En 121 minutos, este grupo de muchachos va pasando de la alegría a la violencia verbal, en una suerte de comedia agridulce que sirve de catarsis para exorcizar muchos demonios que cada uno ha venido arrastrando a lo largo de sus existencias. Y si bien el tono es teatral, se evidencia una especial preocupación por dotar a cada personaje de vida propia y haciendo del espacio reducido un interesante juego en el que se privilegian los primeros planos, que posibilitan conocer los cambios en el comportamiento de cada uno de ellos.

Hay que tener siempre presente que la pieza teatral original significó un duro golpe en Broadway, en una década que todavía no estaba lo suficientemente preparada para un tema tan explícito como éste y de allí la polémica y el aura disruptivo que tuvo su puesta en escena sirvió como preámbulo para la primera marcha del orgullo gay de la historia, realizada en 1970 en Nueva York.

El ambiente gay estaba sensible tras los fuertes disturbios sucedidos en Stonewall, tras lo cual la comunidad homosexual se encontraba en estado de alerta, razón por la cual la pieza teatral sirvió en gran medida impulsar el reconocimiento a las minorías.

De hecho, “Los Chicos de la Banda” ofrece un mosaico de diferentes grupos étnicos. con personajes latinos, negros y blancos, e incluso en su relación están presentes rasgos homofóbicos y bromas de fuerte contenido racista, que en la actualidad pueden parecer increíbles. Pero lo que predomina en su discurso es el tema de la soledad y la difícil adaptación a la madurez, considerando que la mayoría de los personajes se acerca a los treinta años, arrastrando frustraciones, deterioro físico y un sinnúmero de fracasos en sus relaciones amorosas, que da lugar a una serie de bromas crueles, base del éxito que tuvo esta obra al momento de su estreno en 1968.

Como suele suceder, las referencias pop están al por mayor, en especial con la mención del cine y de sus estrellas más icónicas, cada una de las cuales representó un modelo a seguir en un instante determinado, desde Judy Garland a Bette Davis, incluyendo referentes literarios, como Doris Lessing cuyo texto “El cuaderno dorado” está leyendo uno de los personajes y que sirvió para cimentar la fama de la autora inglesa que es, hasta hoy, considerada pilar del feminismo.

En esta nueva versión de “Los Chicos de la Banda” se conserva el respeto por el montaje teatral, con sus diálogos chispeantes y lapidarios, concentrando toda la acción en un espacio único, el departamento del protagonista y mantiene esa estructura de otras piezas que fueron éxitos en las tablas, como “Perfectos desconocidos”, “Los vecinos de arriba” o “Un dios salvaje”, esto es, de cómo a partir de una reunión sencilla, amable y aparentemente normal, terminan saliendo a la luz

verdades dolorosas, tras lo cual ya nada será lo mismo.

De esta manera, en esta nueva versión cinematográfica, se conserva el pretexto de la reunión para celebrar el cumpleaños de uno de los amigos en una terraza, que se arruina por una inesperada lluvia, que los obliga a todos a seguir los festejos en el interior del departamento, donde al anfitrión se le ocurre un juego para matar el tiempo, situación que desencadenará consecuencias inesperadas y dolorosas.

En el aspecto técnico, el filme es irreprochable, con un excelente uso de cámaras y un cuidadoso diseño de arte, sumándose a ello una edición, escenografía y una fotografía con una brillante paleta de colores y la banda de sonido que son capaces de generar la evocación de una época irremediablemente lejana en el tiempo, como ocurre con los años setenta.

Este filme, disponible en la plataforma Netflix, debe ser considerado como una revisión (acaso necesaria) de cuánto se ha avanzado en materia de respeto por el colectivo LGTBQ, pero sobre todo como un filme que se mantiene gracias a la solvencia de sus actores, la potencia de sus diálogos y el muy adecuado manejo de los aspectos técnicos que elevan a esta película más allá de ser una nueva versión de un clásico setentero.

FICHA TÉCNICA

Título: Los chicos de la banda. Título original: The Boys in the Band. Año:2020. Duración: 121 min. País: Estados Unidos. Director: Joe Mantello. Guion: Mart Crowley, Ned Martel (Obra: Mart Crowley). Fotografía: Bill Pope. Reparto: Jim Parsons (Michael), Zachary Quinto (Harold), Matt Bomer (Donald), Andrew Rannells (Larry), Charlie Carver (Cowboy), Robin de Jesús (Emory), Brian Hutchison (Alan), Michael Benjamin Washington (Bernard) y Tuc Watkins (Hank). Género: Drama. Distribuidor: Netflix

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación