FOTOGRAFÍAS DE UN DICTADOR

BEATRIZ PAGÉS

El video donde se ve al presidente de México sentado bajo un árbol, con el vientre echado al aire y burlándose de que el INE no haya dado el registro al partido de su enemigo político, recordó a los dictadores más primitivos del mundo subdesarrollado.

Esa sola imagen explica, por sí sola, el desastre nacional. Es la fotografía de un autócrata que no puede ocultar el placer que le causa utilizar el poder para vengarse de los que más odia.

Si la decisión del INE fue autónoma, él se encargó de hacer creer que  doblegó a los consejeros. No importa que haya puesto en duda la credibilidad de las instituciones electorales. Lo relevante, para él, es haber satisfecho una pulsión perversa. Tenía unas ganas incontenibles, casi orgásmicas, de demostrar que puede someter a los órganos vigilantes de la democracia, si así lo desea.

Otra fotografía del dictador en ciernes es la pareja de agricultores acribillados  en Delicias, Chihuahua, por la Guardia Nacional. Los hechos recuerdan lo que pidió hace varias semanas un general en retiro a los soldados del Ejército Mexicano: “No repitan lo que hacen los ejércitos en los gobiernos populistas, acribillar al pueblo”.

La predicción se cumple. López Obrador utiliza ahora a “su ejército”, al ejército que formó al margen de la ley para reprimir a los agricultores mexicanos que se oponen al saqueo de las presas de Chihuahua.

Detrás del conflicto por el agua de La Boquilla hay una oscura negociación entre el gobierno de la Cuarta Transformación y Estados Unidos. Por primera vez en 76 años, después de que se firmó el Tratado de Aguas Internacionales  en 1944, México decide entregar de manera adelantada y sin explicación millones de metros cúbicos al país vecino.

Otra vez, aparece aquí la fotografía del autócrata. Así como no le importa proteger la integridad de una institución fundamental como es el INE, tampoco le interesa defender la soberanía sobre los recursos naturales de la nación. Aquí hay un presidente que hizo acuerdos con Estados Unidos al margen de la ley y en contra de los intereses de los mexicanos para recibir a cambio un beneficio político o económico que desconocemos.

El Senado debe exigir al Presidente de la República que explique por qué y a partir de que tipo de negociación secreta con el gobierno estadounidense ordenó entregar el agua de las presas fuera de calendario, afectando con esa decisión autoritaria a miles de productores que viven del campo.

Chihuahua puede convertirse en el polvorín que acelere los movimientos federalistas que  se están gestando en varios estados de la república en contra del centralismo lopezobradorista.

Los diez gobernadores-integrantes de la Alianza Federalista, que decidieron abandonar la Conago dieron muestra de la enfermiza concentración del poder que hoy se vive en México y abrieron con esa valiente decisión la necesidad de ir desconociendo a un presidente sordo y autista que no tiene el menor interés en resolver los problemas del país.

El gobernador de Guanajuato, Diego Sihue Rodríguez lo dijo bien, “10 gobernadores han movido el equilibrio de poder en México”. Si ellos y otros mandatarios con vocación patriótica se unen, pueden impedir la consolidación de un proyecto político autoritario que busca apoderarse de México.

La pregunta es si los gobernadores del PRI que han decidido mantenerse al margen, van a seguir operando como socios de un régimen autocrático o si  van a ser consecuentes con la historia de un partido que, pese a todos sus errores, construyó las instituciones democráticas que, con gran ahínco, está destruyendo su aliado.

López Obrador ha negado recursos a los estados por una evidente razón de cálculo político: quiera ver derrotados a los gobernadores. Otra vez aquí la pulsión perversa. Pretende secar la economía de las entidades para incendiar los ánimos de la población y que el electorado termine aplaudiendo las dadivas repartidas por Morena.

El éxito de la Alianza Federalista depende de que se sumen a ella más gobernadores, pero sobre todo la sociedad. Ésta, la sociedad, tiene que ir a la cabeza de un movimiento que ponga las bases de un nuevo federalismo, que rechace la centralización y concentración del poder y de la espalda en el 2021 a una dictadura de trópico.