TOME EL CONTROL

Sólo hay una pequeña parte del universo de la que sabrás

 con certeza que puede ser mejorada, y esa parte eres tú

Aldous Huxley

Tome distancia emocional de sí mismo, o nunca podrá tomar el control de su vida. Continuará desperdiciando toda su energía en darle, mentalmente, vueltas a su rueda de hámster, para no sentirse como se siente, sin resultado alguno.

Esa distancia solo se logra con meditación, y si usted cree que no es para usted, sino cosa de “gente espiritual”, le recomiendo mi artículo de la semana anterior, para que se desengañe.

Lograda la distancia, verá cómo en casi cada pensamiento tiene puesta una emoción y en cada creencia un sentimiento (emoción procesada por la razón) que lo conducen. Estas asociaciones sucedieron dentro de usted sin que siquiera se diera cuenta, pues fueron programadas.

Así pues, le pregunto: ¿es usted feliz con su programación? Déjeme decirle que casi nadie, y tampoco casi nadie hace nada al respecto, porque si no le gusta su realidad, no le gustará lo que hay dentro de usted, pero si supera su miedo a lo que encontrará, habrá comenzado el camino sin retorno a la felicidad.

Son dos las principales razones por las cuales persistimos en el camino programado: el miedo a saberse equivocado, porque en nuestro inconsciente equivale al rechazo, y porque no sabemos cómo producir un cambio conscientemente.

Pues bien, para comenzar a tomar el control de nuestras vidas hay que empezar por saber qué sentimientos nos produce equivocarnos. El objetivo es darnos cuenta de que cometer errores es parte esencial del proceso de la vida, no un tache en la lista de requisitos para ser aceptados o amados.

Los seres humanos no podemos evitar equivocarnos, cometer errores es inherente a nuestra naturaleza, pero la esencia del error es el aprendizaje, no el pago eterno de deudas que los demás pretenden hacernos creer que tenemos con ellos.

Cuando alguien quiere hacernos responsables de su situación o nos exige algo imposible porque nos equivocamos, estamos ante la típica víctima, que no es otra cosa que una persona que no quiere hacerse cargo de sí misma. Esperando que los demás reparen daños o compensen lo que han sufrido, las víctimas detienen sus vidas. No nos quedemos detenidos con ellas.

Cuando equivocarnos se convierte siempre en una oportunidad de mejorar y aprender, podemos pasar al siguiente escalón: nunca dejar de intentarlo. No se trata de hacer siempre lo mismo esperando diferentes resultados, como hasta ahora, sino poner en marcha nuestra creatividad, es decir, probar nuevas formas y vías de conseguir lo que nos proponemos.

En muchas ocasiones ello requerirá pasar al siguiente escalón del dominio sobre nosotros mismos: desapego. Déjelo ir por ahora. No se trata de renunciar a su intención, sino a la intensidad con que lo desea, para que ésta deje de torturarlo. Entonces las puertas comienzan a abrirse.

Para dejarlo ir por un tiempo, es necesario darse cuenta de que algo está obstaculizando nuestros propósitos, y eso puede ser nuestra propia premura o ansiedad por alcanzarlos. Así que subimos al siguiente escalón: aceptación. Por ahora no es posible.

Aceptar nunca quiere decir estar de acuerdo, solo dejar de resistirse a lo que se nos opone. Cuando el dique de la resistencia se cae, el río de los acontecimientos corre caudaloso en nuestro favor. Entonces fluimos en su corriente, nos dejamos llevar.

Acabada la resistencia podemos subir otro escalón y tener acceso a la varita mágica de toda realidad maravillosa: la congruencia. Comenzamos a sentir, pensar y hacer en el mismo sentido.

Con ello volvemos a ascender, ahora al escalón del dominio total sobre nosotros mismos: la verdadera responsabilidad. Nos hacemos cargo de lo que pensamos, sentimos y hacemos, y por tanto de las consecuencias, tanto de nuestros aciertos, como de nuestros errores, porque amos las tienen.

Eso aumentará nuestro poder personal de una manera prácticamente mágica, porque la energía dejará de dispersarse y estará concentrada al momento de decidir y actuar.

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