LA CULPA DEL OTRO

No hubo en la primer temporada de conciertos de Emilio Lozoya las fuertes revelaciones que se anticipaban y según lo que trasciende hasta la misma Fiscalía General de la República quedó desencantada, insatisfecha, al grado de que pudieran retirar el acuerdo que hicieron con el ex director de PEMEX, y se le acabaría ese trato privilegiado que le han dispensado desde que lo trajeron de España.

Con todo y ello, las filtraciones de información que supuestamente dio Lozoya a la Fiscalía, por escrito y antes de las audiencias en que se le vinculó a proceso, mantienen nerviosos a destacados personajes de la política nacional.

Tan nerviosos que hasta el PAN sacó una campaña en redes sociales para desacreditar a Lozoya, acusándolo de mentir y de ser un delincuente, señalan que el ex funcionario debe ir a la cárcel, lo mismo que Enrique Peña Nieto.

Quieren poner en tela de duda las versiones de que el ex director de PEMEX entregó dinero en efectivo a legisladores panistas para apuntalar la reforma energética.

Bajo la frase ¿Tú le crees a Lozoya?, y con la afirmación de que es un delincuente quieren sembrar la idea de que el testimonio de alguien que delinque no tiene credibilidad.

Vaya que si en algún lado saben de eso es en el PAN, pues fue precisamente bajo las administraciones federales con sus siglas, que tomó auge el uso de testigos protegidos por parte de la Procuraduría General de la República, especialmente en la de Felipe Calderón, aunque este ahora ya no milite en Acción Nacional.

Llegaron las cosas a tal grado en la administración calderonista, que en decenas de casos utilizaron el testimonio de un mismo declarante al que se identificaba con el nombre en clave de Pitufo, sugerente alusión a su color azul, como el PAN, y casualmente la mayoría de esos casos tenían una connotación política.

Con los dichos de Pitufo se procedió contra mandos militares, comandantes de la Policía Federal, e incluso estuvo relacionado con el llamado michoacanazo, aquél aparatoso despliegue de fuerzas federales para detener a más de treinta alcaldes en funciones a los que se acusó de protección al narcotráfico, la mayoría de los cuales alcanzó posteriormente la libertad pues no existían realmente elementos en su contra.

La lucha al narcotráfico fue en muchos casos la cubierta que utilizó el gobierno panista de Calderón para ajustar cuentas en las diferencias políticas, y sin rubor recurrían al testimonio de testigos protegidos que parecían haber tenido el don de la ubicuidad con lo que pudieron presenciar hechos de corrupción que se daban en cualquier lugar del país donde hubiera alguien a quien se quisiera incriminar.

Por cierto, que años después se supo que el testigo estrella, Pitufo, murió en una cárcel de Texas, supuestamente habría sido un suicidio.

Así hoy vemos cómo bajo la bandera del combate a la corrupción la cuarta transformación dirige sus afanes contra todo rival político, y ya se anticipa que van a apretar más a Lozoya, pues necesitan que el show siga.

Lo que menos les importa es encontrar elementos reales que se puedan sostener en un juicio, con que haya ruido les basta.

 

edelapena@infonor.com.m