MAUDIE

‘Maudie’ es, dentro de su particular estilo cansino, un biopic, es decir, un filme que toma los elementos que le interesan a la directora Aisling Walsh e intenta explorar una existencia de dolor, humillaciones y pérdidas, asumiendo la fórmula de tres actos impuesta por Hollywood (aunque ésta sea una película canadiense) en donde se da cuenta de la discapacidad de su protagonista, la pintora folk Maud Lewis, que durante toda su vida produjo cuadros de animales y naturaleza de modo primitivo, cautivando al público, a pesar que luchaba contra un severo caso de artritis, que inutilizó sus manos y hombros, disminuyó sus capacidades pero no mermó su inocente mirada acerca de la vida.

“Maudie” es una película que transcurre lenta y serena, mostrando una y otra vez la naturaleza, los detalles del paisaje y las puestas de sol, buscando conectar la disminución física evidente de su protagonista con un marco de belleza y serenidad que ella casi nunca logró, debido a la complicada relación que mantuvo con Everett Lewis, un vendedor de pescados que la maltrata, la golpea y humilla, aunque se sepa desde el comienzo que terminará seducido por la inocente mirada que la artista siempre mantuvo acerca del mundo.

Que la directora se solace en mostrar a la maltratada mujer, dominada por un hombre hosco y brutal es una debilidad narrativa, porque desde el inicio el espectador sabe qué sucederá con esa relación de amor y odio que mantuvieron: sabemos que a pesar de la ignorancia y lo hosco de su comportamiento, el hombre terminará rendido a las excentricidades que Maudie despliega.

La película pudo haber sido un fascinante estudio psicológico, queda reducido a la historia predecible de un romance atípico, donde los que brillan por sus caracterizaciones y cambio de físico son Sally Hawkins y Ethan Hawke, este último camaleónico casi hasta el exceso, pero manejando con soltura las riendas de sus personajes marginales, extremos y en cierto modo, patéticos en sus falencias.

Si la directora no alcanza la estatura que el filme merecía, agradecemos que haya sabido sacar el máximo de provecho de dos actores que demuestran cabal compenetración con los seres que iluminan en este doloroso camino de una mujer hacia su realización como artista que se dio a conocer tardíamente en 1965, en un programa televisivo de la CBS.

Fue esa ocasión cuando la mujer de figura frágil y minusválida debido a una artritis demoledora, se dio a conocer y se convirtió para los canadienses en un personaje popular y querible, cuando todos descubrieron que pintaba en una casa diminuta y humilde, que solo sonreía y se desplazaba con mucha dificultad. Fue un impacto y eso le significó, en gran medida, rehacer su vida y su autoestima.

La mujer vendía sus pinturas ingenuas en plena carretera frente a su casa, por cinco dólares cada cuadro, con tal impacto que el propio presidente Nixon le encargó un par de sus creaciones para decorar la Casa Blanca.

El filme subraya que su manera minimalista de vivir, casi como una vagabunda, fue lo que gatilló su estilo naif y su existencia carente de cualquier lujo, donde no cabían ni las ambiciones ni delirios de grandeza.

Lo que vemos es a Maud, su vida austera, donde la felicidad era escasa, aunque ella siempre mantuvo (al menos eso es lo que la directora insiste en hacernos creer) una suerte de coraza angelical que la protegía del mal trato que su marido le imponía, con un machismo antiguo y descarado.

Como el relato está demasiado centrado en la relación con su marido, el filme “Maudie” hace que la historia esté centrada en el espíritu de superación y de amor a través de la pintura, inquebrantable a pesar de tantas penas y pesares que se nos muestran.

Ese énfasis debilita la narración porque hay aspectos muy importantes que ni siquiera se cierran, no quedan bien desarrollados, a pesar de la evidente trascendencia que deberían haber tenido, entre los que sobresale la pérdida de una hija que nunca se termina de explicar de la forma en que debió hacerse, considerando que se conversa en varias ocasiones de este doloroso episodio de la vida de la artista.

Donde la directora alcanza vuelo es cuando evita la demostración de las penas vividas por su protagonista, cuando esquiva el dato morboso de las golpizas a las que la somete el hombre que convive con ella o cuando logra, en una brillante secuencia, mostrar el dolor, la impotencia y la resignación ante la pérdida de una hija y la posible recuperación de esa figura inasible.

Siguiendo el estilo de su protagonista, la película mantiene durante su largo metraje de casi dos horas, la sencillez, la ingenuidad y la delicadeza para referirse a un alma herida que sobrevive y remonta gracias a su talento y su valía como mujer.

“Maudie” es una película serena, a pesar de mucha violencia ambiente, que esquiva también una mirada más crítica respecto de la sumisión de la mujer ante la figura masculina y se concentra en la figura de una artista que lucha contra la adversidad, algo que es característico en los biopic: la tragedia y el resurgimiento, las luces y las sombras de vidas que se nos presentan como ejemplares. Esto queda más subrayado debido al encierro y la indiferencia por parte de sus familiares, porque la evitaban debido a su artritis reumatoide que sufrió desde pequeña.

De este modo, en el filme “Maudie” no encontramos un relato en exceso crudo de una vida especialmente extraordinaria, ni una mirada crítica respecto de la sumisión ante la figura masculina. Lo que de verdad le interesa a la realizadora es concentrarse en detalles, en gestos, en paisajes y en ese pincel que Maud Lewis apenas logra coger y en una pintura que nunca se contagió con la amargura.

Esta película termina siendo, gracias a este cuidado en los detalles, a la cámara de Aisling Walsh que de manera consciente se mantiene siempre en estado sereno, un relato que coquetea con los lugares comunes y con el melodrama, pero que sin embargo se transforma en una crónica impactante de una mujer que adquiere su dignidad a pesar de todos los contratiempos que le impuso la existencia.

FICHA TÉCNICA

Canadá. 2016. Título original: Maudie. Dirección: Aisling Walsh. Guion: Sherry White. Música: Michael Timmins. Fotografía: Guy Godfree. Producción: Landscape Entertainment, Parallel Film Productions, Rink Rat Productions, Solo Productions. Reparto: Sally Hawkins, Ethan Hawke, Kari Matchett, Gabrielle Rose, Zachary Bennet, Billy MacLellan, Marthe Bernard, Lawrence Barry.

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación