EL ABRAZO PEÑA-LÓPEZ OBRADOR

 Emilio Lozoya no pisará la cárcel. Con esa sentencia, la 4T terminó ultrajando la bandera contra la corrupción que ella mismo izó y ahora baja del asta para pisotearla.

La urgencia de consolidar un régimen marcadamente autoritario, pero no el interés de combatir la deshonestidad, es lo que ha marcado el juicio que, —según los lambiscones gubernamentales—, iba a provocar un terremoto nacional.

De símbolo de la corrupción neoliberal del sexenio pasado, Lozoya pasa ahora, a ser aliado del presidente López Obrador para dinamitar a la oposición.

Los nombres de ex legisladores y gobernadores panistas filtrados a la prensa, que presuntamente fueron sobornados por el ex titular de la paraestatal, evidencian que, desde Palacio Nacional, se busca utilizar a Lozoya para reventar a los adversarios electorales del presidente.

La oposición debería leer la no prisión al involucrado en los escandalosos casos de Odebrecht, Agro Nitrogenados y Fertinal como señal de guerra. López Obrador ha comenzado a utilizar un juicio opaco y simulado para tratar de destruir al frente opositor que puede poner en riesgo la continuación del régimen.

Desde presidencia de la república se envió únicamente a dos medios de comunicación, los nombres de dos gobernadores que forman, casualmente,  parte de la “Alianza Federalista”.

Francisco Javier Cabeza de Vaca, de Tamaulipas, y Francisco Domínguez, de Querétaro, fueron acusados mediáticamente  de haber recibido —cuando eran legisladores— sobornos millonarios para que aprobaran la reforma energética.

Ambos, junto a otros 11 mandatarios estatales de diferentes partidos forman parte de la “Alianza Federalista” creada para exigir la revisión del pacto fiscal y poner fin a la centralización de los recursos públicos.

Esta y otras expresiones similares por parte de gobernadores y alcaldes son una reacción a la concentración del poder político y económico que ha venido acumulando López Obrador con la finalidad de convertir a los gobernadores en marionetas de sus caprichos como lo hacían los dictadores  Antonio López de Santa Anna y Porfirio Díaz.

El régimen de la 4T ha negado recursos adicionales a los estados para enfrentar la emergencia sanitaria y económica, no solo por carecer de ellos sino porque la federación busca propiciar el fracaso de los gobiernos estatales con la finalidad de que el  electorado termine culpándolos de la crisis.

De  la oposición, entonces, depende que López Obrador no se salga con la suya. La “Alianza Federalista” debería transformarse en un frente más amplio que incluyera alcaldes, empresarios, organizaciones civiles y partidos de oposición.

Si el régimen ya escogió a su dinamitero para derribar a quienes se atreven a retar su poder absoluto, el resto tiene que prepararse para enfrentar una guerra que no tendrá cuartel y en donde podemos perder a México.

Y perder a México, como muchos sabemos, significa que Morena gane el 2021. Con una nueva mayoría en la Cámara de Diputados López Obrador terminaría por convertir en cenizas el orden democrático constitucional.

Mientras el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano entienden que una alianza entre ellos y con la sociedad puede ser estratégica, el PRI mantiene ocultas sus intenciones.

No vaya a ser que el trato privilegiado a Lozoya termine formando parte de un nuevo pacto entre López Obrador y la nomenclatura del PRI para ayudar a que Morena mantenga la mayoría en la Cámara de Diputados.

La libertad condicional decretada a favor del ex director de Lozoya, la secrecía y falta de transparencia con la que se ha llevado a cabo el juicio, la ausencia de imágenes y audios que muestren su presencia en el país, habla de una negociación en  los niveles más altos del poder.

El juicio contra Lozoya se parece más a los trámites de una boda que a un tribunal para defender a la nación de un atraco. AMLO prometió un juicio con participación ciudadana y lo redujo a un convivio para proteger a un grupo de notables.

Se antoja que López Obrador y Enrique Peña Nieto ya se dieron un abrazo y que a los mexicanos nos están tomando el pelo. Muchos indicios apuntan a que ya hay una alianza para el 2021 entre Morena y el PRI.

¿Cuánto le va a costar a México y a su democracia el perdón a Emilio Lozoya Austin?