DESTACADOS

HATER 

Thriller polaco, inquietante y oportuno, refiere a Tomasz Giemsa, hábil manipulador de las rede sociales que se embarca en una oscura historia para desprestigiar a un político, buscando al mismo tiempo escapar de fantasmas personales. Con el estilo frío y distanciado característico de las cinematografías de esta parte del mundo, tan alejadas de los estándares estadounidenses, el estreno de este filme viene a refrescar la cartelera de Netflix y a ofrecernos una mirada desoladora respecto de la intimidad y la imagen pública, en estos tiempos determinados por la tecnología, los mass media y las redes sociales.

Con solo 38 años de edad, el director Jan Komasa ya se ubica entre las figuras más interesantes del cine actual de Polonia, prestigio logrado gracias a películas como Varsovia 1944 y Corpus Christi, por lo que el ingreso a la cartelera de Netflix de esta obra de su autoría constituye uno de los grandes acontecimientos para los cinéfilos.

“Hater” es el último título de la filmografía del realizador, premiada en la reciente edición online del festival de Tribeca, resultando como Mejor Película Internacional, con esta inquietante historia de Tomasz Giemza (Maciej Musiałowski).

El filme, desde sus primeros minutos, presenta la historia de este joven a partir del momento de su expulsión de la Facultad de Derecho de su universidad, acusado y denigrado porque se le acusa de plagiar el texto esencial de un ensayo. Esa situación él la oculta con sutileza, cuando le corresponde asistir a una cena en la adinerada mansión del matrimonio Krasucki.

Este detalle no es menor, porque este matrimonio, compuesto por Zofia (Danuta Stenka) y Robert (Jacek Koman), son quienes pagaron sus estudios, ya que lo conocen desde la infancia, época en que era un niño campesino, un chico que jugaba con las hijas durante las vacaciones en un poblado polaco.

Hay otro detalle todavía mayor: él está enamorado de la hija menor de ese matrimonio, Gabi (Vanessa Aleksander), pero para su pesar ese sentimiento no es correspondido, como él lo comprueba cuando escucha una conversación luego de dejar deliberadamente su celular en el hogar de sus tutores, teniendo de este modo la oportunidad para poder espiarlos.

 

De este modo, el espectador va descubriendo que ese extraño joven tiene habilidades especiales para emplear la tecnología, en especial porque se maneja a la perfección con Internet, las redes sociales y todo tipo de aplicaciones que usa para adquirir poder, información y un método eficiente para inmiscuirse en temas que son privados.

Todas estas habilidades se desplegarán en toda su magnitud cuando consigue un trabajo en una agencia de relaciones públicas de dudosa reputación, en especial porque está involucrada en asuntos de desprestigio de gente famosa, en especial celebridades o políticos, siendo estas actividades ilícitas dirigidas por Beata Santorska (Agata Suleska), la que aprovecha las habilidades de sus jóvenes empleados con las plataformas sociales.

La llegada de Tomasz a ese mundo es clave: el novato logra un éxito cuando le encargan encontrar alguna faceta oscura en la vida o en la carrera política del candidato a alcalde de Varsovia, Pawel Rudnicki (Maciej Stuhr).

La situación se hace más tensa cuando él descubre que su investigado es amigo del matrimonio Krasucki, lo que despierta en él el deseo de desquitarse de los que fueron sus benefactores, porque él piensa que lo miran con desdén y que su ayuda solo fue un acto para demostrar su arrogancia y poder.

Con estos elementos, el director Komasa aprovecha esta historia apasionante para revelar las diferencias sociales y el creciente resurgimiento de la extrema derecha, hecho que está absolutamente vigente en su país y en el resto de Europa.

Sobresale el estilo empleado por el realizador, que entrega una película fascinante, donde se revela el protagonismo de las redes sociales y la tecnología y se hace directa alusión a la interfaz de un videojuego en varias escenas, lo que recuerda que eso también estuvo presente en su primer largometraje titulado “Sala del suicidio”.

Mérito especial en la película recae en el maquiavélico Tomasz, quien gracias a la interpretación de Musiałowski, se convierte en uno de los protagonistas más perturbadores y odiables del último tiempo.

Este filme es oscuro y desesperanzador, lúcido en su estudio de comportamientos enfermizo y psicopático y una constatación del punto fuerte del director polaco: lograr el máximo rendimiento de sus actores, mérito que en la película es innegable porque juega con todas las emociones, pero las oculta en una expresión facial aterradora, capaz de simular una máscara siniestra que domina, oprime y subyuga por partes iguales. Gran filme.

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación