DE FINA SELECCIÓN

“LA LA LAND” – LA CIUDAD DE LAS ESTRELLAS 

Cada vez más esta película del director Damien Chazelle, auténtica ganadora del Óscar 2016 (aunque le arrebataron el de mejor película en un bochornoso incidente), se convirtió en un indiscutible clásico del cine. Las razones son muchas: no solo es una suma de todos los momentos sublimes del género musical, sino que además es una potente historia de amor en la ciudad de los sueños y una mirada nada complaciente de Hollywood y sus mecanismos para generar estrellas. Ahora que se encuentra disponible en la plataforma de Netflix, conviene revisitarla para aquilatar sus valores, entre los cuales la dupla Emma Stone – Ryan Gosling, como la pareja protagónica, sigue siendo uno de los mejores aciertos para que nos enamoremos del cine, el jazz y sobre todo, de esa exquisita posibilidad de bailar en las nubes.

Mia Dolan (Stone) está tratando de sobrevivir en el corazón mismo de Hollywood, trabaja como camarera en un local que está dentro del estudio cinematográfico donde se filmó nada menos que “Casablanca”. De hecho, frente a ese local está el balcón en que Ingrid Bergman y Humphrey Bogart miraron el avance de las tropas alemanas en París. En tanto, Sebastian Wilder (Gosling), amante del jazz clásico, sueña con adquirir los derechos de una sala para abrir su propio club que honre la memoria de los artistas de ese estilo. Ambos han fracasado varias veces y tienen heridas recientes. Ambos están predestinados a encontrarse y amarse.

Con estos materiales, una brillante banda sonora con canciones que son simples y entrañables, el director Chazelle se da el gusto de homenajear al género musical, evocando de modo directo e indirecto a decenas de películas que son parte del ADN de esta cinta, partiendo por el esplendor visual que recuerdo a “Las señoritas de Rochefort” y “Los Paraguas de Cherburgo”, de Jacques Demi, con su insistente uso del color puro en las escenografías y en el vestuario de sus protagonistas.

Aun cuando haya quienes odian el musical (porque no entienden su lenguaje y sus claves o simplemente por pose), “La La Land” supone un espectáculo para iniciados y también para iniciar a quienes son neófitos. Incluso, hubo críticos que la calificaron como el musical crepuscular de la generación millennials.

En estricto rigor, ‘La La Land’, puede leerse como una historia de amor pero también como todo lo contrario, una historia de frustración, en donde predomina la mediocridad de un entorno que fabrica sueños y se refugia casi siempre en el romance. Y tal vez sea el aspecto perverso el que mejor existe en el corazón de esta película que, en apariencias, es tan sencilla pero que de verdad nada tiene de ingenuidad.

Ese es el aspecto que algunos más aprecian del filme, la manera cómo destruye mitos y pisotea las ilusiones, y por eso la película tiene dos finales y por lo mismo cada espectador tendrá que escoger con cuál se queda, dependiendo de la manera en que haya elaborado el material que el realizador le proporciona.

Su director, Damien Chazelle es un virtuoso, Y eso se nota. Antes hizo la furibunda “Whiplash”, con una tensión dramática acorde a su banda sonora enervante. En “La La Land” aplica de nuevo el dominio del lenguaje cinematográfico y logra crear una experiencia visual y auditiva que, en 127 minutos de metraje, permite que el realizador juegue a destajo con elementos técnicos y narrativos, construyendo un relato que ni aburre ni desmerece en ningún momento, partiendo con una explosiva secuencia inicial que está construida como un largo plano secuencia que sucede en la autopista de Los Ángeles, lo que anticipa el estallido de colores puros que tendrán las secuencias posteriores.

Se nota que Chazelle conoce del cine musical, que lo ha visto y lo ha procesado, porque en “La La Land” hay momentos que son homenajes a películas inolvidables del género y el creador no disimula las fuentes, desde “Un americano en París” a “Grease”, desde “Cantando bajo la lluvia” a los musicales franceses de los años sesenta, incluida “West Side Story”.

Contribuyen a los aciertos del filme las actuaciones, memorable en el caso de Ryan Gosling porque el espectador estaba acostumbrado a verlo como duro y taciturno mientras que acá desarrolla un personaje lleno de ternura, de frustración y de rabia porque se sabe talentoso pero subvalorado, en un ambiente siempre competitivo como es Hollywood. Emma Stone está bien y tiene un par de canciones notables, pero lejos es Gosling quien conduce el relato y soporta el peso de su desarrollo de modo casi invisible, evidenciado en el desgarrador plano final de uno de los dos finales propuestos por este director.

¿Por qué otra razón deberíamos rescatar este filme del streaming?

Por su brillante dirección artística. En este aspecto, “La La Land” es pura magia y ensoñación desde el inicio, gracias a los logros en este apartado. Escenarios y decorados resaltan porque son funcionales y constituyen una suerte de subrayado emocional para cada plano, lo que contribuye a alimentar el material dramático. Los colores aparecen exaltados, saturados, donde los rojos son excesivamente rojos, los verdes son extremadamente verdes y suma y sigue.

En el aspecto de la iluminación, “La La Land” es también maravillosa y evocadora, con el uso de las luces y los filtros (ojo con la secuencia del muelle, el sombrero y el baile o ese momento portentoso en que los protagonistas vuelan por los aires y danzan entre las estrellas), haciendo que nos enamoremos de un instante o de un lugar especial.

Como además este filme se inscribe en el género musical, su banda sonora es cautivadora y llena de jazz, logrando ese efecto de enamoramiento a través de las entonaciones y los vaivenes de las canciones. Esta banda sonora privilegia el piano, la batería o las trompetas y en donde una simple canción, Ciudad de las Estrellas, constituye un minuto memorable.

Pero “La La Land” también es metafílmica, es decir, alude al cine dentro del mismo filme y gran parte de su encanto radica en que el espectador va descubriendo las pistas cinéfilas que el director va dejando en el camino. Chazelle quiere que cada uno sienta y vibre con el espíritu clásico de los viejos musicales de los años cincuenta y sesenta, haciendo el guiño para que los espectadores vayan reconociendo figuras míticas del género.

Así, el filme está lleno de constantes referencias tanto visuales como sonoras de grandes maestros del género musical, al mismo tiempo que pretende basarse en el propio cine de los maestros que hicieron posible este género.

Pero, por encima de todo, “La La Land” es un filme que te sacude, para bien o para mal, y te hace pensar, soñar, sufrir y encantarte. Todo al mismo tiempo. Y así, dependiendo del final que se escoja, su magia perdura y te hace creer que la vida es mejor en el cine. Y eso, en estos tiempos de pandemia demoledora, es una virtud que nadie puede desconocer.

FICHA TÉCNICA

Título original: La La Land. Año: 2016. Duración: 127 min. País: Estados Unidos. Dirección: Damien Chazelle. Guion: Damien Chazelle. Música: Justin Hurwitz. Fotografía: Linus Sandgren. Reparto: Emma Stone, Ryan Gosling, John Legend, Rosemarie Dewitt, J.K. Simmons, Finn Wittrock, Sonoya Mizuno, Jessica Rothe, Jason Fuchs, Callie Hernández, Trevor Lissauer, Phillip E. Walker, Hemky Madera, Kaye L. Morris, Lexie Contursi

Disponible en: Netflix.

Trivia: De acuerdo con el diccionario de Merriam-Webster, editorial estadounidense fundada en 1831, “La La Land” se refiere a un “estado mental ensoñador y eufórico alejado de las más duras realidades de la vida”. “La La Land”, además, es uno de los apodos de Los Ángeles, una ciudad conocida por la sigla LA.

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación