GARCÍA HARFUCH, EL ESTORBO

 El atentado contra el Secretario de Seguridad de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, no puede leerse al margen del extraño trato que el presidente de la república ha dado al crimen organizado desde que llegó al poder.

Mientras García Harfuch irrumpe en las guaridas de los criminales para aprehenderlos, López Obrador visita la madriguera de los narcos para saludar a sus mamás y recibir el abrazo de sus abogados. Mientras en la Ciudad de México se aprehende a los cabecillas de las bandas dedicadas a la venta de drogas o al secuestro, a nivel federal, se les libera.

Esto deja ver que cada una de las partes tiene prioridades opuestas. AMLO apenas lamentó el furioso ataque contra el titular de seguridad local. Prefirió solidarizarse con la Jefa de Gobierno, en vez de condenar una agresión terrorista, de enormes proporciones, que pudo haber destrozado el cuerpo del jefe de la policía.

La pregunta es si García Harfuch le estorba a López Obrador. Algunas tesis apuntan a que el especializado en seguridad nacional e inteligencia le seguía el rastro a los vínculos de los cárteles de la droga con altos funcionarios del gobierno federal. Es más, pistas que llevaban directamente a Palacio Nacional.

La otra pregunta, entonces, es si las centenares de balas que impactaron la camioneta del funcionario fueron una mera advertencia. De otra forma, los agresores hubieran activado las granadas y el armamento de alto poder que llevaban.

¿Cuánto tiempo más va a durar García Harfuch en el cargo? Días después del atentado, un hombre embozado y vestido de negro le advierte en un video anónimo que sigue condenado a muerte. Lo insulta a él, pero se refiere extrañamente de manera respetuosa e institucional al presidente.

Esto indica que Omar puede ser forzado a renunciar con el argumento de que su vida y la seguridad de la capital del país corren peligro.

El respeto al Estado de Derecho se vino abajo en México, cuando el Presidente de la República ordenó poner en libertad al hijo del Chapo, Ovidio Guzmán. Esa decisión —confesada por el mismo mandatario— dio luz verde a la delincuencia para empoderarse y exigir, a través del chantaje, impunidad.

La 4T está nadando en aguas muy oscuras. Si López Obrador fue a Sinaloa a ponerse a las órdenes de la señora María Consuelo Loera cuyo hijo está condenado a cadena perpetua en Estados Unidos por tráfico de drogas, el “Marro”, jefe del cártel de Santa Rosa de Lima pudo haber hecho exigido un trato igual para su mamá.

María Eva Ortiz, mamá del “Marro”, fue casualmente liberada horas después del atentado contra García Harfuch con el argumento de que no fue presentada a tiempo la orden de cateo.

Sophia Huett, Comisionada de Análisis y Estrategia para la Seguridad Ciudadana de Guanajuato declaró que la detención de la señora Ortiz la llevó a cabo el Ejército quien solicitó a la federación la orden, pero nunca llegó.

Esto demuestra, una vez más, que el gobierno federal se comporta como un aliado del crimen organizado. Mientras los gobiernos estatales luchan junto con el Ejército y la Marina por atrapar delincuentes, la federación recurre a una serie de tretas para dejarlos en libertad.

La gran pregunta es qué sigue. El general retirado, Sergio Aponte Polito, publicó en El Universal un artículo titulado “Agravio a las Fuerzas Armadas” donde da cuenta de ese contraste: Insultos y humillación al Ejército y la Marina y palmadas en el hombro a los criminales.

En ese texto del militar hay dos puntos que merecen ser destacados: El audio donde “la voz de un posible jefe de narcotraficantes que mencionó: Si no dejan libre a Ovidio informaremos los millones de pesos que dimos a los hijos de un político para su campaña”.

La liberación inmediata de Ovidio habla por sí misma. Tal vez por eso ahora el interés de traer a Lozoya a declarar sobre los supuestos sobornos que dio Odebrecht a la campaña de Peña Nieto. Un cohecho ocultaría mediáticamente otro cohecho.

Pero, Aponte Polito concluye con una recomendación estrujante. Pide a las fuerzas armadas que no se dejen utilizar para reprimir a la población civil.

Es cierto, llegó la hora de tomar decisiones. Resulta imposible seguir obedeciendo a un presidente que está más interesado en proteger y liberar delincuentes que en representar los intereses del pueblo de  México.