LAS INCONGRUENCIAS DE LOS 10 MANDAMIENTOS DE AMLO

 Desde el púlpito de las mañaneras algunas veces López Obrador asume una faceta de líder religioso, moraliza los temas políticos y los ajusta a su narrativa de santos que le apoyan, y los pecadores que no comparten su visión. Pero en esta ocasión, el evangelio según San Andrés nos llega a través de un decálogo para salir del Coronavirus y enfrentar la nueva realidad.

Interesantísimos los mandamientos de AMLO, que hasta el mismo Dalai Lama aprobaría un estilo de vida como el que propone. Sin embargo, dicen que se predica con ejemplo, y en este caso, varios puntos del decálogo no son congruentes con las condiciones en las que vive mucha gente, ni con las políticas públicas del gobierno, ni con los mensajes de la 4T, ni con las acciones habituales del presidente.

Ejemplos, hay varios:

“Recuperemos nuestra libertad y salgamos a la calle, pero mantengámonos informados de las disposiciones oficiales”, las cuales dicen la curva de contagios sigue sin descender, al punto que ya no parece un pico sino una cordillera.

Hay que “procurar vivir en calma y sin angustias. Sin lo que ahora se conoce como estrés”. O sea que, Usted que perdió su empleo durante la contingencia, señor, señora, que eso no le quite el sueño.

“Demos la espalda al egoísmo y seamos solidarios”, sin importar que todos los días el primer mandatario siembre división y villanice a quienes piensan diferente.

“Ante la posibilidad de contagio la mejor medicina es la prevención”, aunque el presidente se niegue a usar un cubrebocas e insista en mantener su agenda de giras.

“Defendamos el derecho a gozar de la naturaleza”, pero pongamos freno a los proyectos de energía limpia, apostémosle a los combustibles fósiles y arrasemos con la selva para construir un tren de diésel.

“Optemos por una alimentación saludable, natural, fresca y nutritiva”. No obstante, a muchos mexicanos, sólo les alcanza para una coca y un gansito.

“Eliminemos las actitudes racistas, clasistas, sexistas y discriminatorias en general”. Pero cuando las mujeres alzaron su voz pidiendo protección, el presidente las ignoró, las acusó de ser manipuladas por la oposición, negó que sean violentadas en casa, y las consideró como pobres a las que hay que darles un apoyo social, en lugar de vigilar que se respeten sus derechos.

Pero el punto que más preocupa es que el presidente afirma que “ahora nos toca cuidarnos a nosotros”, con lo que infiere una evasión de su responsabilidad como gobernante. Es más fácil bajar las tablas de la ley con los 10 mandamientos y acusar de pecadores a quienes no los cumplan, que hacer valer el peso de la autoridad. Por ello en tiempos de pandemia, es mejor ser un gurú espiritual, que un estadista.

 

Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael