SERIES DE CULTO

Lost / Perdidos 

Si algo debemos agradecer al streaming es la posibilidad de revisar (o revisitar) aquellas series que causaron impacto en un momento determinado, pudiendo verlas con la suficiente tranquilidad para comprobar cuán importantes fueron o siguen siendo o, en el caso de los fanáticos, darse una maratón desde el primer al último capítulo, pudiendo de este modo recuperar la magia de cada uno de sus capítulos. En ese panorama, la mítica serie “Perdidos” (Lost) -que Netflix añadió a su catálogo en forma íntegra- sigue siendo una de aquellas joyas televisivas que se agradecen por su innovadora propuesta y su influyente esquema que, a no dudarlo, ayudó con mucho a cambiar el mundo de las series por temporadas.

 

“Perdidos”, del realizador JJ Abrams, fue un fenómeno mediático tal como en los noventa ocurrió con la ya analizada “Twin Peaks”. Fue objeto obligado de conversaciones, discusiones, lucubraciones y comentarios de todos los calibres, sobre todo porque quienes se fascinaron tempranamente con el universo de la serie, no alcanzaban a digerir los acontecimientos de un capítulo cuando en el siguiente todo se derrumbaba y había que tratar de entender cada una de las piezas de nuevo.

Esta serie es, quizás, uno de los títulos que mejor se asocian con el estilo y estética de 2004, año en que partió, representando de inmediato un salto cualitativo en el mundo de la ficción televisiva. Ese año alcanzó récord de audiencia, con más de veinte millones de espectadores y obteniendo un premio Emmy al mejor drama en 2005. En paralelo, crecía la denominada “lostmanía”, siendo analizada (diseccionada sería el mejor término) a través de las redes sociales, en especial Facebook que tuvo grupos especiales para explicar a los fanáticos de qué se trataba cada acontecimiento. Fue este impacto a través de las redes que elevó a “Perdidos” a un estatus de culto porque nacieron foros, debates y análisis paso a paso de cada capítulo, hecho considerado hoy como una nueva manera de entender el concepto de serie televisiva.

El objetivo de tanta devoción en las redes era buscar las pistas que posibilitaran entender qué era aquella isla en la que se estrellaba el vuelo Oceanic 815, que viajaba desde Sydney a Los Ángeles, y sobre todo averiguar qué secretos ocultaban sus protagonistas. Desde ese famoso primer capítulo todos trataban de entender qué era aquel «monstruo» que parecía habitar en la jungla y quiénes eran los Otros, extraños seres que se dedicaban a hostigar, de todas las maneras posibles, a los náufragos. Y, claro, por qué había una escotilla en medio de la selva y por qué todos en algún momento se daban cuenta de lo imposible que parecía huir de aquella isla.

Conviene en este punto destacar un hecho importante: quien vio la serie por primera vez en 2004 sintió ese exquisito vértigo de estar asistiendo a un programa distinto en forma absoluta, a estar delante de algo realmente nuevo en su tema y en su armado dramático, mientras que un espectador de 2020 puede darse cuenta de la tremenda influencia que tuvo “Perdidos” en el mundo de la ficción televisiva y de cómo muchos proyectos han tratado de aprovecharse de su esquema sin lograrlo.

Gran parte del encanto (y del debate) en aquellos años era tratar de adivinar cómo terminaría la serie, qué explicación le darían sus guionistas a tantos misterios desparramados por la fascinante isla en que aquellos náufragos debían resistir, tanto a su propia naturaleza como al miedo y el desconcierto ante los peligros que emanaban del bosque.

¿Qué significaba la niebla? ¿Y quiénes eran los otros? ¿Cuál era la explicación de esa sucesión de números encontrados? ¿Quiénes estaban detrás de esa experiencia que contenía viajes en el tiempo y universos paralelos? ¿Y esos osos en una selva tropical? ¿Y el humo negro?

Un grupo de fanáticos de la época hubo otro sector que se empeñaba en decir que lo importante de la serie no radicaba en qué terminaría ni en cómo sería esa despedida porque lo único que importaba era el viaje, tema que sirvió para toda clase de comentarios, bromas, análisis sesudos y toda clase de apuestas.

¿Por qué “Perdidos” pudo durar tantos años en el corazón de los espectadores?

Primero, porque respondía astutamente a responder los misterios con nuevos misterios, lo que equivalía a echar por tierra todas las hipótesis que los fanáticos se habían construido y tener que volver a empezar desde cero.

Segundo, porque gracias a un guion muy inteligente y bien estructurado cada personaje (de una gran cantidad) en algún instante era el protagonista y cada uno de ellos tenía peso dramático lo que, a fin de cuentas, significaba que ellos tenían mucho que aportar al engranaje de cada capítulo pues cada uno llegaba a esa isla con fantasmas del pasado, buscando exterminarlos para poder alcanzar la plenitud.

De esta manera, en muchas ocasiones más interesantes eran los saltos al pasado que mostraba cómo eran ellos antes de subirse al avión que todos los sucesos inexplicables que los rodeaban en esa isla.

EL JUEGO DEL ETERNO RETORNO

‘Perdidos’ -como buena serie- tuvo villanos inolvidables, entre los cuales sobresale Ben Linus, mujeres enigmáticas, seductoras y traidoras y tipos tan complicados como John Locke y un acierto permanente era cómo finalizaba cada temporada, dejando una cantidad impresionante de preguntas, conjeturas y posibilidades.

Desde luego que entre tantos árboles, a veces no vemos el bosque. Hubo algunos capítulos absolutamente innecesarios (¿qué importancia tenía saber acerca de los tatuajes en un hombro de Jack?), mientras que en otras ocasiones otros capítulos resultaban cómicos y hasta hilarantes, pero en estricto rigor no aportaban para nada en el avance de la serie.

Y como todo comienza, alguna vez tenía que finalizar. ¿Y qué sucede con el final?

Fueron cinco años de espera para los fanáticos, cinco años en que ‘Perdidos’ logró convertirse en uno de esos fenómenos que logra seducir a los espectadores y a los críticos, aunque claramente muchos no soportaron el esquema de la serie que era siempre una espiral donde todos volvían al punto de origen, en un eterno retorno exasperante que hizo huir despavorido al percatarse de que estaba viendo una serie de ciencia ficción demasiado enrevesada, donde los guionistas parecían competir en mirarse el ombligo.

En esos años la serie se había desgastado gradual y normalmente, pero cuando comenzó la sexta temporada -que fue la última- se acabó la magia de golpe y todos los fanáticos se trenzaron en estériles discusiones acerca de un final que fue objeto de aplausos y pifias por igual, aunque visto con la distancia de los años transcurridos era el lógico punto y final para una serie que se había desviado de su eje hacía rato, manteniéndose por la fidelidad de la hinchada fanática y no por nuevos aportes.

Así, como era de esperar, el término de ‘Perdidos’ fue uno de los momentos más controvertidos y que más dividió a los fans, incluso hoy. No obstante, para un analista medianamente objetivo, este final era esperable y calzaba con el estilo, tono y ritmo que había alcanzado hasta ese instante esta serie irrepetible.

Y claro, también es verdad que la sexta temporada partió muy mal, porque se quiso explicar demasiados enigmas, haciendo perder la fascinación por el misterio y los personajes parecían no tener un objetivo claro. Pero, aun con todo ese lastre, la serie es una de las más entretenidas y mejor elaboradas en una época en donde se necesitaba aire renovado en el mundo televisivo que, con “Perdidos” cambió de manera definitiva en su estética y en sus planteamientos argumentales.

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