Con reportes incompletos de contagios y muertes mide el Gobierno de México la pandemia

(Xinhua/Str) (vf) (dp) 

Ciudad de México.- De acuerdo con el doctor Hugo López Gatell (3 de mayo 2020), subsecretario de salud y vocero del gobierno ante la actual contingencia, el MÉTODO CENTINELA dejó de ser relevante para monitorear el avance de la pandemia por Covid-19. Para él, estimar el tamaño de la pandemia multiplicando los casos confirmados por un número específico dejó de tener sentido una vez iniciada la fase de contagio comunitario, pues el tamaño real de la epidemia lo conoceremos HASTA DENTRO DE UN PAR DE AÑOS y cualquier otra estimación será imprecisa.

Por lo tanto, decía López Gatell, es más útil enfocarse en tener camas disponibles para cada uno de los enfermos que lo necesiten y registrar todos los fallecimientos Covid, pues los cadáveres son difíciles de esconder. El propio presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR HABLÓ de la suficiencia de camas para pacientes Covid-19 y utilizó la comparación de defunciones entre países, haciendo alusión a lo bien que México lo había hecho hasta ahora (23 mayo 2020).

Todo esto suena razonable ¿no?

No necesariamente.

A unos días de que termine la Jornada de Sana Distancia e inicie el proceso de reapertura de la vida económica y social, este texto de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad,  explica tres mitos de la estrategia implementada por el gobierno federal para dimensionar el avance de la pandemia desde el inicio de la fase 3: el monitoreo parcial de contagios aduciendo que no es ofrece información útil; el registro de una fracción de los fallecimientos por Covid-19 bajo el argumento de que así se garantizan cifras confiables, y la incertidumbre sobre si de verdad siempre ha habido camas disponibles en todo el país, tanto para pacientes Covid, como para el resto.

Mito 1: Estimar nuevos contagios durante la fase 3 no sirve de nada

Realizar pruebas PCR (detección del virus en las personas) bajo una lógica estratégica permite estimar el tamaño de la pandemia. Esto siempre será útil para calcular, entre otras cosas, la tasa de mortalidad efectiva del virus Sars-Cov-2 y así evaluar la efectividad de ciertos medicamentos durante los próximos meses o años. Pero también lo es para monitorear nuevos brotes -estrategia necesaria y útil una vez que se termine el Gran Confinamiento-, atender oportunamente a los enfermos y aislar sólo a quienes se hayan contagiado. Bajo una estrategia con estas características, SEGÚN LA DRA. LAURIE ANN XIMÉNEZ (UNAM), el aislamento ocurría únicamente en grupos pequeños, como familias o  segmentos dentro de la empresa en la que trabaja el enfermo, en vez de aislar ciudades o regiones completas, ni tener que paralizar la economía nacional.

Algunas CRÍTICAS QUE SE HICIERON AL USO DEL MODELO CENTINELA para monitorear el nuevo coronavirus señalaban que no se podían usar los parámetros de otras enfermedades conocidas y bien documentadas para estimar las dimesiones de una desconocida. El mecanismo —que utiliza pruebas de menos de 500 unidades de salud seleccionadas a nivel nacional y sólo realiza pruebas al 10% de los casos con sintomatología leve— probó rápidamente sus limitaciones: las estimaciones tienen un retraso, únicamente reflejan casos que no requirieron hospitalización y dejan fuera cualquier posible registro de contagios asintomáticos, lo cual subestima el universo de contagios totales y sobre todo limita la posibilidad de identificar a los SUPERCONTAGIADORES, individuos asintomáticos que dispersan masivamente al virus. Pero es lo que había y no debe desatenderse la actualización de estas o de otras estimaciones del tamaño de la pandemia.

En vísperas del fin del confinamiento, el monitoreo por la vía de las pruebas de personas o grupos específicos es la única forma de ingresar a la nueva normalidad, minimizando los costos sociales y económicos que vendrán con las nuevas oleadas de la enfermedad, previstas una vez que la vida retorne a las calles. La manera de hacer este monitoreo es HACIENDO PRUEBAS ESTRATÉGICAMENTE y REGISTRANDO TODOS LOS CASOS.

(Xinhua/Joebeth Terríquez) (rtg) (dp)

Mito 2: Reportar defunciones garantiza cifras confiables

Los cadáveres no se pueden ocultar una vez que se apilan, pero hay formas más sutiles de matizar la magnitud de un problema creciente. Una de ellas es subreportando las cifras. Una investigación de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad pone en evidencia que, en las actas de defunción del Registro Civil, el NÚMERO DE MUERTOS POR COVID EN LA CIUDAD ES CUATRO VECES MAYOR A LOS DATOS que reporta el gobierno local. SEGÚN LAS DIRECTRICES FEDERALES toda muerte sospechosa por Covid-19 debe registrarse (y, cualquiera pensaría, también informarse al público) dentro de las estadísticas de la pandemia. En el caso de la CDMX —y posiblemente de otras entidades—, el registro civil cuenta con una fuente de información, pero el gobierno local reporta una cifra distinta proveniente de un limitado número de pruebas y que por consiguiente no guarda lógica con lo asentado en las actas de defunción de miles de personas.

Otro caso es el de los coyotes o intermediarios, que OFRECEN EN VENTA CERTIFICADOS DE DEFUNCIÓN EN LOS QUE SE OMITEN MENCIONES AL SARS-COV-2 como causa de muerte, así como un acta de defunción emitida en tiempo récord de forma que no se tienen que seguir protocolos para el manejo de cadáveres ni esperar a que las autoridades locales recojan el cuerpo. Con ello, no sólo se omite información estadística importante para estimar el tamaño de la pandemia, sino que se pone incluso en riesgo a todos quienes sin cuidado manipulen un cuerpo contagiado por el virus sin saberlo.

Bajo la presión de la epidemia, los CADÁVERES ESPERANDO A SER CREMADOS ya son ser un problema. Diversas fuentes periodísticas han documentado la intensa actividad alrededor de los 22 HORNOS CREMATORIOS existentes en la ciudad. CALCULO QUE LA CAPACIDAD MÁXIMA diaria podría rondar la cremación de 176 cuerpos al día (3 horas por cadáver, trabajando 24 hrs, todos los hornos), y en la CDMX cifras oficiales reportan cerca de 60 MUERTOS por Covid diariamente en los últimos días, más los fallecimientos no reportados por el virus Sars-Cov-2 (que, si son cuatro veces la cifra oficial, rondan los 240 cuerpos diarios) ni a quienes mueren por accidentes u otros padecimientos.

(Xinhua/David Peinado) (da) (dp)

Mito 3: Hasta ahora siempre ha habido camas disponibles 

El gobierno informa cada noche que la capacidad hospitalaria es más que suficiente. No importa que sólo 8 mil CAMAS DE TERAPIA INTENSIVA —de la 12 mil prometidas antes de que terminara mayo— cuenten con un médico en jefe, diariamente se informa que en cada entidad federativa aún hay un amplio porcentaje de camas covid disponibles y esperando a que cualquier enfermo llegue a ocuparlas, incluso en la Ciudad de México.

Esta información reportada contrasta con las aplicaciones habilitadas por parte de algunos gobiernos locales. Por ejemplo, EN LA CDMX, las camas disponibles se encuentran -por días- únicamente en hospitales pediátricos. Sin duda, resguardar espacios hospitalarios para atender menores es una buena medida, pero este nivel de detalle debiera reflejarse en las estadísticas nacionales diarias, que hasta ahora no lo hacen. Por otro lado, RELATOS DE PERSONAS QUE BUSCAN ATENCIÓN en muchos hospitales antes de ser admitidos en alguno no faltan en la prensa nacional. Si de verdad hay tantas camas disponibles ¿por qué no se publican las capacidades hospitalarias actualizadas en formato de datos abiertos?

Tal como lo PUBLICAMOS EN MARZO, el censo de capacidades hospitalarias que hace la Secretaría de Salud cada año ofrece datos públicos únicamente hasta 2018. En 2019, el gobierno entrante dejó de publicar esta información sobre las capacidades del sector salud, y no fue sino hasta el incio de la fase 1 de la epidemia por Covid-19 (marzo 2020) que se ofrecieron nuevas cifras sobre las capacidades santiarias actualizadas a 2019… en una conferencia y no como base de datos descargable, por municipio o entidad federativa.

Esta información evidenció una preocupante realidad: en México contábamos en ese momento con 49 mil camas, menos de una cama por cada mil habitantes y un tercio de las camas con las que contaba España e Italia, que por aquellas fechas mostraban imágenes aterradoras de la saturación en sus respectivos hospitales. Sin embargo, los comparativos internacionales de finales del sexenio de Peña Nieto indicaban que México tenía entre 1.4 y 1.5 camas por cada mil habitantes y que entre 2015 y 2019, México había perdido 30% de la capacidad hospitalaria instalada.

Mientras que los datos de 2019 sólo se nos ofrecen a cuentagotas, el 18 de mayo 2020 el gobierno nuevamente amplió la información sobre capacidades hospitalarias disponibles. En un esfuerzo de comunicación, Hugo López Gatell afirmó que en México se tendían 22,600 CAMAS GENERALES Y 6,200 CAMAS DE CUIDADOS INTENSIVOS con ventiladores funcionando,  todas ellas dedicadas a atender a pacientes con Covid-19. Con esto, el mensaje de su jefe, el titular de la Secretaría de Salud fedral, de una semana antes —respecto a que se contaban con 8 mil camas de terapia intensiva con un médico a cargo— quedaba invalidado y hacía parecer aún más lejana la meta de 12 mil camas de terapia intensiva. Aún más preocupante resulta que no sabemos (porque no hay datos) cuántas de las 49 mil camas que reportaban en marzo están funcionando para atender a todo el resto de personas enfermas y accidentadas ¿o es que sólo disminuimos capacidades para reasignarlas a enfermos por Covid-19?

No vamos bien con la información actualizada sobre las camas, NI SOBRE LAS CONDICIONES DE PROTECCIÓN DEL PERSONAL DE SALUD NI SOBRE SI YA SE CONTATÓ PERSONAL SUFICIENTE. Tampoco sabemos si ya se cuenta con el equipamiento médico necesario. Los enfermos por el nuevo coronavirus no encuentran fácilmente un espacio en el hospital, el gobierno reporta una disponibilidad incorroborable y la ciudadanía se mantiene a la expectativa de cuándo salir. Mala tarde para la ya de por sí DESGASTADA CONFIANZA CIUDADANA en el gobierno de México. Las camas tampoco resultaron ser un buen indicador de la atención a la pandemia, después de todo.

¿Qué toca?: transparentar información, equipar camas, registrar y reportar todas las defunciones y hacer pruebas de monitoreo bajo una estrategia nacional integrada

Como decía el Dr. López Gatell en la conferencia vespertina del 3 mayo, debemos enfocarnos en la disponibilidad de camas y en las defunciones, pero exigiendo transparencia. Toda la información que provea el gobierno debe ser verificable. Las cifras oficiales, asumiendo que habrá fallas de origen porque esto es una emergencia y no un experimento de laboratorio, deben ser congruentes con las que se presentan al público. De ello da cuenta la información que ofrece desde 2009 el SECRETARIADO EJECUTIVO DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA sobre DELITOS A NIVEL NACIONAL, estatal y municipal, tanto del fuero común como del fuero federal. Es hora de tener registros de salud con un rigor similar.

Mantener capacidades hospitalarias disponibles para todos (no sólo para enfermos Covid-19) y reportar con veracidad los fallecimientos a causa del SARS-Cov-2 son una buena idea, pero deben ser datos confiables aún si son preliminares. Sobre todo, es importante mantener en mente que para la reapertura no podemos vivir de mitos. Necesitamos un esquema de monitoreo de nuevos casos instrumentando una estrategia de rastreo y contención de los nuevos brotes (a partir de pruebas, muchas pruebas), al menos, de aquí a que haya vacunas. (MEXICANOS CONTRA LA CORRUPCIÓN Y LA IMPUNIDAD)

 

Esta información fue publicada originalmente por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad en: https://contralacorrupcion.mx/como-mide-mexico-pandemia-coronavirus/