EL MESÓN DE SAN ANTONIO

Para el compadre Adolfo Estrada,

que pereció a la enfermedad Covid-19

Nos han dado con esta cuarentena algo que pedimos siempre: tiempo para nosotros. Lo hemos tenido de manera suficiente, e incluso un poco más, pero también nos quejamos. Quizá sea porque no lo planeamos, porque es obligado, porque no podemos salir de casa o posiblemente porque es mucho lo que se ha alargado, aunado a que nos ha limitado la movilidad y se ha agudizado la estrechez económica en que nos han puesto. En pocas palabras, nuestro estado de ánimo se ha alterado en una proporción desmedida.

A usted, estimado lector, ¿cómo y en qué medida le ha afectado la pandemia y sus reglas?

Para este momento en que comienza a aligerarse la situación con medidas de sana convivencia, se empieza a aclarar el panorama, pero no a verse del todo claro. Se habla de una “nueva normalidad”, es decir, que aunque volvamos a salir ya nada será igual que antes: seremos libres en nuestro pensar, pero quizá se nos queden impuestas las medidas de no saludar de beso, no repartir abrazos, andar con cubrebocas, no acudir a eventos masivos. Porque, queramos o no, el coronavirus nos vino a replantear la convivencia.

El recuento de daños comienza, contaremos los muertos por el Covid-19, que los hay cercanos, o bien contaremos felices a aquellos que sufrieron la enfermedad y la salvaron.

Hablar entonces de la sonrisa y del sentido del humor parecería una insolencia, tan escasos estamos en estos días que hemos perdido la brújula de cómo encontrarlos.

Esta falta de ánimo nos hace sentir agobiados, no nos sale dar una buena recepción, la rutina nos desgastó hasta dejar los dientes pelones, y la alegría quedó reducida a una mueca dibujada y lejana. La sonrisa es una expresión facial que expresa felicidad, plenitud, y se forma a partir del movimiento de los músculos que rodean la boca y alcanzan los ojos. La sonrisa es una respuesta biológica a un estímulo, es decir, es innata surge de forma espontánea en bebés, ancianos, ricos, pobres, hombres y mujeres.

En cambio, el sentido del humor es una actitud que nos permite enfrentar las diversas situaciones de la vida sin dejarnos vencer por la derrota. Las personas con sentido del humor tienen una gran habilidad para interpretar al mundo que les rodea con una mirada alegre, segura y clara.

El sentido del humor nos ayuda a vivir la vida de manera positiva y nos ayuda a rodearnos de gente que se siente muy bien a nuestro lado. El sentido del humor y la risa son de las cosas más maravillosas que podemos disfrutar y, además, son gratis.

Sonrío y me siento bien, hago sonreír y me hace feliz. Cuando sonrío es posible que me sienta menos estresado. Cuando sonrío también siento que, si tenía algo de dolor, lo puedo soportar ahora mejor.

¿Será verdad eso que dicen que sonreír alarga la vida? Debemos tenerlo en cuenta en todas las etapas que nos toque vivir, pues la vida tiene distintos tamaños y tallas y, de hecho, la palabra es tan incierta que de un sopetón caemos y morimos.

Platicar de la sonrisa y del buen humor es ya una buena intención de querer estar en una sana convivencia. Responder a la sonrisa será la mejor ofrenda que demos.

“Una sonrisa cuesta poco, pero vale mucho. Quien la da es feliz y quien la recibe, la agradece. Dura sólo un instante y su recuerdo, a veces, perdura toda la vida”, estas son bellas palabras de Mariano Aguirre.

Ojalá las tengamos presentes para ponerlas en práctica.

 

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo