PLAZA CÍVICA

El creciente autoritarismo

La crisis financiera de 2008 fue el viraje, y la crisis sanitaria y económica de 2020 será la aceleración. Las consecuencias políticas, económicas y sociales de la Gran Recesión se verán estimuladas por la presente crisis: habrá una creciente competencia sino-americana, ascendente tensión interna en la Unión Europea, progresivo reforzamiento de las fronteras nacionales… y un acrecentamiento autoritario alrededor del mundo. Desde las islas del sudeste asiático pasando por los jóvenes estados africanos y hasta el corazón de Europa, figuras políticas autoritarias aumentan su poder y otros lo consolidan bajo el pretexto del coronavirus. Y México no escapa a la tentación autoritaria.

Durante los últimos catorce años se ha visto una caída constante en los índices de libertad en el mundo, de acuerdo al último reporte “Freedom in the World” de Freedom House: “La brutalidad incontrolada de los regímenes autocráticos y la decadencia ética de los poderes democráticos se combinan para hacer que el mundo sea cada vez más hostil a las nuevas demandas de una mejor gobernanza” dice. Una manifestación temprana de esta autocracia es el populismo, ya que como asegura la académica de Columbia University Nadia Urbinati, este necesariamente conlleva autoritarismo. Entonces, la pregunta imprescindible surge: ¿qué tan autoritario resultará el líder populista?

El caso paradigmático de populismo terminado en dictadura es el de Victor Orban en Hungría. ¿Cómo se desarrolló esta lenta pero empedernida historia de una democracia-liberal terminada en autocracia? De acuerdo con Grzegorz Ekiert, académico de Harvard University y autor del ensayo “How to Deal With Poland and Hungary”, el primer paso consistió en controlar los servicios de seguridad, apoderarse de la Fiscalía y purgar a las Fuerzas Armadas, el servicio civil y el cuerpo diplomático. Después siguió el control de los medios de comunicación. Luego se asaltó el Poder Judicial a través del control de nombramientos y la eliminación de sus poderes de supervisión. Posteriormente se apoderaron de las empresas del Estado al remover a personal profesional e independiente de sus consejos de administración. A continuación, cambiaron las leyes electorales para ganar con mayorías artificiales. Y finalmente vino el tiro de gracia: ante el coronavirus el presidente pidió poderes de emergencia al parlamento, y debido a que el partido del presidente tenía una mayoría absoluta artificial en el Poder Legislativo, estos fueron aprobados sin enmiendas e inmediatamente, otorgándole un cheque en blanco al presidente para gobernar. Esto sucedió en el corazón de Europa, en un país miembro de la Unión Europea. Si ahí sucede, puede suceder en cualquier parte del mundo.

El caso de México ciertamente no es igual, pero rima mucho a menos de dos años de gobierno lopezobradorista. Las Fuerzas Armadas parecen tratar de ser cooptadas al darles fuentes de financiamiento autónomo; la burocracia mexicana ha sido diezmada, especialmente sus mandos medios y altos; los medios de comunicación han recibido una andanada de insultos, periodistas con una visión crítica han sido despedidos y se han colocado perfiles radicales en los medios públicos; ha habido variados intentos de cooptar al Poder Judicial, y muchos han resultado exitosos ante el nombramiento de personas sumamente afines al presidente en la Corte y el CJF; los consejeros independientes de PEMEX, así como diversos comisionados de la CRE y CNH, han sido removidos y se han colocado a perfiles afines; existen intentos por controlar el proceso electoral y desequilibrar su equidad, notablemente con la revocación de mandato y la propuesta de desaparecer los institutos locales. Y finalmente, y bajo el pretexto del coronavirus, saca su cabeza la palabra “emergencia” con una iniciativa de ley del presidente en materia presupuestaria que en los hechos implicaría una “dictadura presupuestal” con consecuencias vastas.

El contexto internacional se torna crecientemente autoritario, y el presidente de la República también. Afortunadamente algunos pocos pero destacados miembros de MORENA, así como diversos partidos de oposición e importantes actores económicos y sociales, se han opuesto a la última intentona presidencial. Sin embargo, no se puede perder de vista que existe un ascendente, peligroso y entendible descontento popular. Se comienza a formar un hueco, y la gran pregunta es cómo y por quién será llenado.

 

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