CÁPSULAS SARAPERAS

tovi

No quisieron cooperar para le escuela

En esta ocasión te platico de dos habitantes del campo Saltillense, que vivieron en el ejido de Aguanueva, cuando este aun era conocido como hacienda y que en realidad no eran como lo son la gente del campo, que saben compartir y que entienden perfectamente que todo lo que se le desea al prójimo se devuelve doble, es decir estos dos individuos de los que te platicaré no eran Saltillenses, eran de otra parte del mundo, por codos y no saber compartir.

Les platico, el problema fue que en el mes de noviembre del que ya pareciera lejano año de 1923, los directivos, maestros de la escuela Andrés S. Viesca, junto con el juez auxiliar de Aguanueva decidieron iniciar una colecta económica entre los habitantes de la comunidad para poder comprar libros, cuadernos, lápices, borradores y demás para los niños que asistían a esa misma escuela.

Todos, bueno casi todos los habitantes de Aguanueva, se mostraron muy entusiastas, emocionados, y participativos, desembolsando centavos, otros pesos, unos monedas y hasta billetes, de acuerdo a las posibilidades de cada quien.

Pero hubo no uno sino dos prietitos en el arroz, es decir dos personas que no quisieron colaborar y me voy a permitir mencionar los nombres de estas personas que fueron muy avaros, envidiosos, tacaños y agarrados, uno de ellos era Jesús López, quien trabajaba en el molino y el otro era el comerciante Gumaro Martínez.

La verdad estuve investigando el motivo, por el cual estas dos personas decidieron no colaborar en la educación de los niños y las niñas de Aguanueva, no encontré justificación alguna de su actuar, pero les puedo asegurar que las niñas y niños que estudiaban en la Escuela Primara Andrés S. Viesca de Aguanueva, lograron aprender a sumar, restar, leer y hasta geografía sin la necesidad de la ayuda de estos dos envidiosos.

Aprovecho la oportunidad para saludar a todos los Saltillenses del campo, quienes son gente buena, de trabajo,  quienes definitivamente comprenden perfectamente el significado de compartir y a todos los niños y niñas que están estudiando no únicamente en el campo sino también en la ciudad, aconsejándoles que le echen ganas al estudio y que se porten bien tanto en su casa como en la escuela.

Esta es una anécdota más del campo de esta hermosa ciudad de Saltillo, la anécdota de dos personas que fueron tacañas y que no quisieron colaborar en la educación de los estudiantes de Aguanueva.