A LA BÁSCULA

En la orfandad 

Los actuales son tiempos que, se supone, la humanidad está más conectada que nunca, los avances tecnológicos y científicos, nos debería acceder de forma tan inmediata como certera, a la información del ámbito que la necesitemos, sea esta científica, cultural, educativa, deportiva, de entretenimiento o de la que cada quien desee encontrar, en cuestión de segundo.

Sin embargo, dado el momento que estamos pasando a nivel global, la tecnología, particularmente las redes sociales sea la plataforma que sea, han servido en muchos de los casos para desinformarnos, para confundirnos, para extraviarnos en un enorme océano, por el que se cruzan todo tipo de versiones de las más encontradas, y que lejos de ofrecer conocimiento y dar tranquilidad, genera todo lo contrario, desconocimiento y angustia, zozobra.

De pronto, y esto lo hemos platicado usted y yo en más de una ocasión en este mismo espacio: primero creamos el coco, y luego nos asustamos con él; dicho en otras palabras, primero ayudamos a difundir con todos nuestros contactos información que nadie sabe de donde proviene ni nadie se toma la molestia de verificar su autenticidad; y luego cuando todos nuestros contactos la redifunden y nos vuelve a llegar esa información decimos ‘ah, entonces sí es cierto’ y entramos en pánico.

El del Covid-19 es un problema real, pero debemos atenderlo como corresponde, sin entrar en pánico, pero no restándole ni un milímetro de seriedad. Hay una serie de medidas que todos debemos adoptar, no porque estemos en el apocalipsis o algo por el estilo, sino para evitar entrar en una fase de descontrol tal que verdaderamente nos arrepintamos por no haber tomado a tiempo las medidas mínimas requeridas.

A pesar de que hay países que en estos momentos están pagando las consecuencias de no haber actuado a tiempo, y hoy sí están metidos en un verdadero berenjenal del que no encuentran la forma de cómo salirse, pese a ello hay quienes mal utilizando un liderazgo por ser líderes de opinión u ostentan posiciones de privilegio, tratan de contribuir a la desinformación, y con ello generar desconocimiento y desorden.

Y le doy tres botones de muestra: el presidente mientras se transitaba a oficialmente ingresar a la Fase 2 de la pandemia –aunque en los hechos ya estábamos instalados en ésta desde-, incitando –más que invitando- a la gente a salir, a abrazarse, y ya él avisará cuándo se pueda empezar a cumplir con las recomendaciones que, desde hace un mes, su propio gabinete trata de convencer a la gente y hasta creó un personaje ‘Susana Distancia’.

El científico gobernador de Puebla quien, tras serias y severas investigaciones probadas y comprobadas, descubrió que esta es una enfermedad de gente ‘acomodada’, y que los pobres –entre los que se sitúa- están inmunizados. Así que, si usted es rico, tiemble; si es pobre, que le valga madre la situación, según la teoría de Barbosa.

Ricardo Salinas Pliego quien por un lado minimiza la dimensión de la crisis sanitaria, pero por aquello de las recochinas dudas –no sea que los pobres se vayan a morir y no le alcancen a pagar- ‘invita’ a sus deudores que adelanten el pago de sus pendientes con el Banco Azteca, por lo menos unos dos mesecillos.

Los cientos, miles de médicos, enfermeras, trabajadores del sector salud y todas las personas que están en la primera línea en el frente de combate contra el Covid-19, que día a día arriesgan sus vidas y las de sus familias para ofrecernos al resto de la población seguridad y tranquilidad ¿Cómo se sentirán con esos ‘aliados’?

Sería bueno que, si no tienen nada bueno qué aportar en la solución del problema, mejor mantuvieran la boca cerrada, sobre todo porque se da con el agravante del liderazgo que ostentan sobre cientos, miles o millones de personas. Cómo me he acordado de un personaje que sin el menor desparpajo en un momento de la historia vomitó: ‘cállate chachalaca’.

Hoy, como en varios momentos de la historia reciente del país, la sociedad mexicana que ha alcanzado una madurez excepcional para enfrentar flagelos, nuevamente ha rebasado inacciones gubernamentales para organizarse e ir adoptando sus propias previsiones. No, no es que sea invencible, lo que pasa es que los mexicanos hemos aprendido a cuidarnos y protegernos ante la orfandad gubernamental. Por lo menos en esta ocasión, ha encontrado eco en los gobiernos locales, de sus estados, de sus municipios.

 

laotraplana@gmail.com

 

@JulianParraIba