RIFE LA VACUNA, PRESIDENTE

 China va saliendo de la crisis, pero la pandemia que ahí se originó, toma vuelo.

Aumentan infectados y muertos en Italia y España; gobiernos de muchos países ordenan cuarentenas y confinamientos obligatorios y en centros turísticos, hay rechazo a los visitantes por temor al contagio.

Investigadores y científicos de 40 laboratorios del mundo están afanados en descubrir una vacuna que pueda parar este coronavirus que primero infectó a ricos y poderosos, y causará estragos fáciles de anticipar cuando llegue a quienes no pueden parar de trabajar porque viven al día ni guardar sana distancia, en metros atestados.

Líderes mundiales le declaran la guerra y hablan con sensibilidad y sensatez a sus pueblos, para ofrecerles apoyo en estos difíciles momentos.

Desentona entre ellos Trump, que pese a los 55 mil infectados en Estados Unidos, ha empezado a hablar de priorizar la economía sobre la salud y la vida.

Acá en México, el gobierno ha tenido que asumir, a pesar de haberla negado 12 horas antes, la afirmación de la OMS de que hemos entrado en la fase dos de la enfermedad y empiezan los contagios comunitarios.

Finalmente, AMLO dejará de abrazar y este martes 24 tuvo que recular y pedir que nos quedemos en casa, cuando todavía el pasado domingo 22, llamaba “a no exagerar y salir a comer en familia”.

Ahora la 4T debiera poner de inmediato a los dos millones de Siervos de la Nación y a los miles que siembran vida destruyendo selva, a confeccionar detentes, sacar copias fotostáticas a tréboles de cuatro hojas y cambiar billetes de cien dólares por de a dos, para poder ofrecer la vacuna descubierta por López Obrador; que ya vimos, tiene su corazoncito puesto en el billete verde.

¡Por favor Presidente, demuestre que su pecho no es bodega y comparta al mundo la vacuna!

Y más en estos momentos, que la OMS declara que la epidemia se está acelerando y clama se realicen pruebas a todos los sospechosos.

Si no quiere darla gratis, y desprecia el minuto de fama que eso le daría después de tanta actuación de pena ajena, haga una rifa internacional que tenga como premio para el país que gane, cien detentes, mil billetes de dos dólares y un millón de trebolitos.

Chance y con esa distracción, nos pasa un poco el estrés ocasionado por información que abruma.

Nuevos infectados, falta de agua para millones de compatriotas pobres que no pueden ni mal lavarse las manos, hospitales insuficientes o inaugurados con equipo rentado que se recoge a poco de cortado el listón como el de Tlaxiaco en Oaxaca, inseguridad, despidos, incapacidad de gobiernos, gastos imprevistos y hasta las sandeces de las mañaneras, nos están enfermando y transformando en seres desanimados, irritables y enojones.

Imposible evitar los acontecimientos negativos, pero sí podemos hacer algo para relajarnos.

Jardinear, coser, tejer, pintar, cocinar, meditar y respirar lenta y conscientemente, son excelentes terapias.

Ayuda también, el aroma de árboles y plantas; si no tenemos jardín, podemos poner macetitas con lavandas, albaca, ruda y romero, que son muy agradecidas y con solo moverlas un poco, sueltan olores buenísimos para alejar las malas vibras, producto de emociones negativas.

Y las manualidades, porque mueven las articulaciones, permiten conectarse con pensamientos y sensaciones, y ver lo hecho produce satisfacción.

Cuando yo era chica no se usaba tener la televisión prendida todo el día como música de fondo, aunque no sea música lo que se escuche; sino órdenes para comprar y catástrofes.

Pasábamos mucho tiempo al aire libre; pero en las tardes lluviosas nos ponían a jugar matatenas, lotería, damas chinas o turista y a iluminar; tan magnífica terapia que los médicos recetan hoy colorear mándalas, a los estresados.

La especialista Emma Pattee explicó en el New York Times, que en estos tiempos es normal sentir preocupación, estrés o ansiedad; pero debemos reconocer la diferencia.

Preocupación, dice, es cuando la mente se obsesiona con pensamientos negativos o resultados inciertos y tiene una función importante, porque lleva a actuar y solucionar problemas.

Estrés, es la respuesta fisiológica a un acontecimiento externo como una fecha límite para un trabajo o el resultado de un análisis médico; produce adrenalina y cortisol, que ayudan a activar cerebro y cuerpo.

Sus síntomas incluyen ritmo cardiaco acelerado, manos sudorosas y respiración rápida y poco profunda, que se desvanecen, solucionado el problema.

Se llama estrés crónico, cuando quedamos mucho tiempo en estado de lucha o huida debido a que el problema no se resolvió; como sucede con factores financieros negativos, una pareja poco comprensiva o un jefe desafiante.

Y debilita el sistema inmunitario aumentando el riesgo de padecer problemas digestivos y enfermedades cardiacas.

Hacer ejercicio, analizar qué podemos controlar y qué no, enfocando la energía en lo que sí y aceptando lo inmodificable, ayudan a reducirlo.

La ansiedad se presenta al acumular preocupación y estrés.

Y puede controlarse, limitando el consumo de estimulantes como azúcar, alcohol y cafeína, moviendo los dedos de los pies para cambiar el foco de atención, leyendo, escribiendo sobre las preocupaciones, escuchando música o frotando un pedacito de terciopelo..

 

Autor

Teresa Gurza