SILENCIO, UN BIEN QUE SE DEBE ADMINISTRAR

SERGIO LOZANO LÓPEZ 

A partir de la más reciente ocasión en la que nos encontramos en estas líneas obtuve diversos comentarios de mi círculo más cercano, la recomendación que más atesoro me hace comenzar de nuevo a compartir con ustedes y es para hablar del silencio.

Últimamente hemos enfrentado demasiados escenarios donde lo primero que se busca es precisamente el romper ese estado en el cual las cosas no se saben, y no por eso significa que no pasen, desencadenando así una serie de fenómenos sociales propios de especialistas. Por esta vez hablaremos del silencio como un bien personal que se debe administrar.

Cuántos de nosotros hemos tenido la oportunidad de aislarnos a la montaña o algún escenario natural y lo primero que encontramos como fascinante es el silencio que predomina en aquellos lugares, haciendo que el sonido de las hojas movidas por el viento, el cantar de algún ave, o el armónico compás de los grillos nos hagan entrar en una profunda reflexión. Por otro lado también encontramos la centenaria tradición que manda “calladito te ves más bonito” y aunque no siempre sea lo más conveniente, se ha también constituido en una herramienta propia para aquellos que requieren ser advertidos de un poco de prudencia en su decir o actuar.

Son incontables las historias cinematográficas, literarias y hoy en día semillas de series y relatos que han sido inspiradas por el silencio de algún hecho, noticia, verdad de familia, y lo más romántico, el amor hacia una persona. Mucho se ha escrito y estudiado respecto a lo que originan los sentimientos “silenciados” para el organismo, biológicamente (revelan algunos) pueden convertirse en un arma letal si se trata de acumular sentimientos negativos y en su contraparte suelen ser analgésicos sumamente poderosos para cambiar las condiciones químicas del cuerpo al ser “estimulado” por tratarse de sentimientos positivos.

Si bien para algunos el silencio puede ser adictivo, para otros la generación constante de sonidos (no siempre la voz) es el canal idóneo de expresión. Administrar el silencio requiere de otras virtudes que deben ser puestas en práctica, tal vez hacer universal la conveniencia del silencio no sea el camino más práctico, pues en más de una ocasión hemos sido víctimas del “hubieras dicho”. Al entrar en el gran bosque de las relaciones interpersonales estaríamos entrando a la vez en un análisis multifactorial de razones por las cuales se hace necesaria la administración del silencio, pero más que administrarlo debemos considerar cuán cómoda es la presencia de éste en la diaria interacción.

Guarda silencio mientras te sea cómodo, en el momento que éste deje de serlo requieres expresar lo que te motivó a guardarlo. El silencio se administra en las dosis que al paciente le resulte efectivo, una sobredosis puede causar efectos secundarios y muy graves siendo responsabilidad de quien lo use y/o recomiende. Recuerda, cuando alguien te haya confiado algo, la primer envoltura con que desea lo envuelvas es con tu silencio y el lazo de esa confianza debe cerrar por completo ese regalo.

Todos los seres humanos somos distintos y poseemos en nuestra tabla de contenido un porcentaje diferente de silencio, administra el tuyo y se empático con aquellos que se expresan en menor o mayor forma que tú, sácale provecho a una mirada, a una postura, pero siempre asegúrate de transmitir auténticamente lo que deseas, es en las diferencias donde encontramos mucho valor.