¿QUÉ PASARÁ CON LA CARBONÍFERA?

Por razones lógicas tuvo más impacto mediático la advertencia del gobernador Miguel Ángel Riquelme respecto a que si no tenía esta semana una respuesta de Manuel Bartlett sobre los pedidos de carbón, encabezaría cualquier acción necesaria –incluyendo manifestaciones–, que otras dos declaraciones que hizo en el mismo contexto.

El gobernador señaló que a partir de que se abra la tan esperada licitación, todavía tiene que transcurrir alrededor de un mes y medio para que se concreten los pedidos de carbón.

Esto se traduce en que para una región que ya está en emergencia económica desde hace varias semanas, la derrama no comenzará a llegar pronto ni se resuelve de inmediato con la mera emisión de una convocatoria.

La última adquisición grande de carbón que hizo la CFE fue en el segundo semestre de 2018, y ese procedimiento se llevó desde agosto, en que se conocieron las bases de la convocatoria, hasta mediados de octubre en que se emitió el fallo.

Fue una compra de 930 mil toneladas de carbón, y un detalle interesante es que al participar en esa licitación como concursante, la PRODEMI ya nada más representaba a 45 productores, cuando en años anteriores acudía en nombre de 90.

Pero el tema son los plazos, y con este antecedente podemos ver que no se trata de un procedimiento ágil, tiene razón el gobernador cuando estima que cuando menos se llevará un mes y medio, pero ahí sí que no puede ser de otra manera.

Una leve esperanza es que en las próximas horas o días haya un pedido emergente, como los que se hicieron a finales del año anterior, y que con eso se pueda inyectar algún flujo a la economía regional.

Hay otro aspecto además, también mencionado por Riquelme, la Comisión Federal de Electricidad tiene un proceso un análisis para poner en claro sus necesidades reales de carbón de acuerdo a la energía que generará.

Esto se advierte riesgoso, primero porque al parecer la Comisión no ha agotado sus inventarios de carbón adquiridos el año anterior, y si efectivamente no los ha agotado, ¿para qué compraría más, o cuándo va a necesitar comprar más?

Un tema que está latente, pero del que no hay una información clara, es la capacidad real de generación de las plantas de CFE en Nava en sus condiciones actuales.

El año pasado, en el Presupuesto de Egresos de la Federación, se etiquetaron casi siete mil millones de pesos para el rescate o rehabilitación de esas dos plantas. ¿Se invirtieron realmente, en qué etapa va el programa de mantenimiento, en qué condiciones operativas están ahora?, esos son datos que no conocemos y que las autoridades federales deberían hacer públicos.

Sí sabemos por ejemplo que la Auditoría Superior de la Federación, en la fiscalización al presupuesto 2018, encontró que no se habían concluido trabajos de mantenimiento y sustitución de equipos para los que se destinaron más de mil millones de pesos en la planta Carbón II.

Eso, de acuerdo a un informe de la Auditoría, incrementaba el riesgo de una falla en dicha central, además de limitar su capacidad de generación de energía y dificultar la disminución de emisiones contaminantes.

¿Y qué pasó después?, ¿concluyeron esos trabajos, se estabilizaron las condiciones de la planta, o el rezago viene desde ese entonces?

El asunto no es desde luego especular ni alarmar, pero aquí además de algo tan trascendente como la generación de energía para el país, está en juego algo tan delicado como la viabilidad económica de una región, por ello tendría que haber información y claridad por parte de la CFE, para que productores, sociedad y autoridades sepan a qué atenerse.

Ya desde el 2014 en que se delineaban los compromisos que México asumiría en acuerdos internacionales para la mitigación del cambio climático, se visualizaba que a partir de 2030 se tendría que dejar de generar energía a partir del carbón, se podría decir que había una fecha de caducidad para la minería del carbón energético.

Pese a la contundencia de ello, no se dimensionaros las implicaciones ni se inició un proceso de planeación para aminorar el impacto que habrá en la región Carbonífera, ni para explorar otras vocaciones productivas que le den sustento.

Si hoy por cuestiones de operación cae la capacidad de generación en las plantas de Nava, sus requerimientos no serán extraordinarios. Se nos adelantó la crisis.

El proyecto para instalar una planta lavadora de carbón en Progreso en mucho ayudará desde luego, pero será hasta el año próximo, se estima que por septiembre, cuando empiecen a requerir carbón, incrementando gradualmente sus adquisiciones desde 300 mil toneladas por año hasta llegar al millón doscientas mil.

Al gobierno federal que tanto le gusta repartir dinero en programas clientelares, se le debería exhortar ahora a un plan urgente de empleo temporal que en algo alivie la emergencia de la región, y los sectores deben sentarse a planear seriamente el futuro.

 

edelapena@infonor.com.mx