CINEMATÓGRAFO

“Ya me voy”, un documental sumamente emotivo

Muchas son las aristas que podemos observar de la migración hacia los Estados Unidos, historias felices, plagadas de amor o la otra cara de la moneda, comentarios negativos y llenos de tristeza,  pero todos, absolutamente todos, tienen anécdotas que transmitir a los demás, recomendaciones, sugerencias y consejos, que les permiten desahogar su testimonio de vida y precisamente eso es el documental “Ya me voy” (I´m Leaving Now).

El filme, dirigido por Lindsey Cordero y Armando Croda, trata de concentrar las historias de aquellos que volvieron de la Unión Americana, pero también de los otros, los se quedaron encantados por los billetes verdes, por las ciudades en plena y constante transformación o solamente por la necesidad de seguir allá, todo esto a través de los ojos de un migrante.

Una de estas historias fue la de Felipe Hernández, el protagonista de este fantástico documental, quien después de 17 años viviendo indocumentado en Brooklyn y trabajando todo el día para enviar la mayor parte de sus ingresos como recolector de botellas en la calle, se dice dispuesto a cumplir su sueño de volver a México, para reunirse con su familia.

Al comunicarse con ellos, se entera que están endeudados hasta los dientes y requieren que siga trabajando en Estados Unidos para solventar sus deudas, situación que repercute en el ánimo y en la perspectiva del protagonista, quien comienza a generar cambios más drásticos en menos tiempo, los cuales alimentan la historia que está viviendo frente a la cámara.

Acompañado por las calles neoyorkinas y las viviendas de los paisanos, la historia de Felipe nos lleva a conocer un mundo alterno en la ciudad más cosmopolita del mundo, incluyendo incluso la visión esotérica de los compatriotas que radican del otro lado del Río Bravo.

Un documental bastante recomendable, lleno de emotividad, con las sensaciones a flor de piel, que a más de uno hará pensar en sus propias experiencias en el vecino país del norte, pero no dejará a nadie ajeno a la experiencia de Felipe.

Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita.

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