EL MESÓN DE SAN ANTONIO  

México marcha 

Los mexicanos somos fuertes por naturaleza: trabajamos más horas que el promedio, lidiamos todos los días contra el tráfico, la burocracia, las injusticias; toleramos la frustración, los duros golpes que nos asesta la vida… pero a pesar de todo, solemos levantarnos, sacudirnos  el polvo y seguir adelante, no sin antes lanzar el grito de hartazgo y llevar a la calle nuestra inconformidad.

Las marchas en México no son nuevas, no están “de moda” y, a diferencia de lo que muchos piensan, algunas manifestaciones sí han logrado cambiar algo. Una de las primeras luchas es la del Asalto a las Tierras, el movimiento social-agrarista de 1937 cuyo propósito era la toma y repartición de las tierras de cultivo del valle de Mexicali, que constituían un latifundio en manos de empresas gringas.

Ya en la época moderna, el 26 de noviembre de 1964 se realizó la Marcha de los Médicos: miles de galenos salieron a las calles para exigir mejores condiciones económicas y una actitud menos represiva por parte del gobierno. Luego, el 13 de septiembre del’68, México vivió una de las manifestaciones más poderosas que siguen erizando la piel: la Marcha del Silencio. Alrededor de 250 mil estudiantes y maestros caminaron por Avenida Insurgentes y sólo el sonido de sus pasos rompió el silencio. A los pocos días, el Ejército y el grupo paramilitar Batallón Olimpia desarticuló el movimiento estudiantil con la masacre del 2 de octubre en la Plaza de Tlatelolco.

Un movimiento que tengo muy presente es la huelga de los trabajadores de Refrescos Pascual –el del patito-, ocurrida en mayo de 1982, cuando más de 1,500 trabajadores lucharon contra los patrones y autoridades laborales, obteniendo la victoria en diciembre del ’83.

Otra de las marchas masivas que se mantiene vigente en la memoria colectiva es la del 6 de julio de 1988 contra la “caída del sistema”, aquella en la que tras registrarse una serie de fallos técnicos en el conteo de votos, Manuel Bartlett, en su papel de Secretario de Gobernación, anunció que Carlos Salinas de Gortari había resultado ganador de la elección, lo que provocó gran descontento entre la población al saber que el verdadero triunfador era Cuauhtémoc Cárdenas, candidato de la coalición Frente Democrático Nacional. Esa emblemática marcha fue encabezada por los líderes opositores Manuel Clouthier, Rosario Ibarra de Piedra y Heberto Castillo, y aunque no le concedió la presidencia a Cárdenas, sí permitió la creación del Partido de la Revolución Democrática (PRD), con lo cual la izquierda en México adquirió mayor fuerza.

Aunque las movilizaciones ciudadanas han sido ininterrumpidas, unas destacan más que otras debido a la fuerza de la población. Está por ejemplo, la Marcha Zapatista del 2001, cuando unos 50 mil indígenas marcharon desde Chiapas hasta la Ciudad de México para denunciar la violación de sus derechos por parte del gobierno federal. Luego vino “Rescatemos México” en junio del 2004, cuando alrededor de un millón de ciudadanos salieron a manifestarse contra la oleada de secuestros que vivía el país durante el mandado de Vicente Fox. Y un año después, cerca de 200 mil personas –otros dicen que en realidad fueron 1 millón de ciudadanos- se congregaron en el Zócalo capitalino para protestar contra el desafuero de Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe de Gobierno y aspirante a la candidatura presidencial. Y este multitudinario apoyo se volvió a reflejar en el 2006, cuando miles de simpatizantes del PRD bloquearon durante meses el Paseo de la Reforma en contra del fraude electoral cometido contra AMLO, quien se autoproclamó “presidente legítimo”.

En el 2007 la Capital volvió a colapsar con la marcha de madres y familiares de las “Muertas de Juárez”, que a más de 10 años aún seguían buscando justicia. Un año después, el hartazgo ante la escalada de asesinatos, secuestros e impunidad del crimen organizado durante la presidencia de Calderón hizo que más de 200 mil personas asistieran a la Marcha Blanca contra la Inseguridad. Luego, en el 2011, Javier Sicilia encabezó “Alto al combate al crimen organizado”, una caminata de que partió de Cuernavaca a la CDMX para recordar a las 40 mil víctimas que se había cobrado la guerra militar emprendida por Calderón.

El 1 de diciembre de 2012, luego de la elección de Enrique Peña Nieto, los ciudadanos volvieron a manifestarse en lo que se conoció como el 1DMX. Y apenas dos después, en 2014, la gente volvió a salir a las calles exigiendo la búsqueda de los 43 estudiantes de Ayotzinapa; lo emblemático de esta protesta, fue que no sólo se realizó en México, sino que se registraron manifestaciones en Berlín, Madrid y Londres.

Y más recientemente, llegó como un vendaval la protesta de ellas. En agosto del año pasado, miles de mujeres salieron a las calles para exigir seguridad y justicia por los múltiples casos de acoso, abuso y asesinatos que diariamente ocurren en el país.

El movimiento feminista ha cobrado tanta fuerza que el próximo 8 de marzo se espera una manifestación de épicas proporciones.

Esto, estimado lector, nos recuerda que los mexicanos somos aguantadores, pero no agachones.

 

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo