SEÑALES DE NUESTRA HISTORIA

 

OMAR SOTO 

La leyenda de Agustín Jaime

Nuestra ciudad, Saltillo, se encuentra llena de lugares históricos, muchos de los cuales han sido señalizados por nuestras autoridades, para conmemorar los sucesos que ahí ocurrieron. En esta ocasión, te platico la historia de Agustín Jaime, y el por qué en el cruce de las calles General Nicolás Bravo y Juan Antonio de la Fuente (Centro Histórico), hay una placa de cerámica que lo recuerda.

Justo en el cruce de las calles General Nicolás Bravo y Juan Antonio de la Fuente, dentro del corazón de Saltillo, se encuentra una placa que reza «y Agustín bajaba, bajaba a caballo, a ver a su amada, por calles de Bravo», fragmento del corrido de Agustín Jaime, quien nació el 23 de agosto de 1913, siendo el quinto hijo de once, de la familia formada por Agustín Jaime Sánchez y Dolores Aguilar.

De joven, consiguió un puesto en el Gobierno Municipal, como escolta del cobrador de la Tesorería, por lo que su quehacer diario comprendía salir de su casa a la calle Bravo y Aldama a trabajar. Ambos cobraban casa por casa dos monedas de oro, propias de las contribuciones de los locales, que eran guardadas en costales en un diabilto manejado por el propio Agustín.

Luego de su travesía, volvían a las oficinas, como dicta el corrido, cuya primera versión se atribuye al amigo del protagonista, Eligio Alvarado. Agustín bajaba por la calle de Bravo montado en su yegua, rumbo a su hogar.

 

TRÁGICA MUERTE

El 25 de diciembre de 1933, Agustín se encontró con su mejor amigo Natalio Dávila, en la cantina «El Huizache», donde laboraba María García, quien según la composición musical sería su amada por quien muriera: «Bonito caballo, no voy a negar, murió Agustín Jaime porque supo amar», aunque la historia más cercana a su línea familiar, sugiere que su deceso se debió a que algunos de sus compañeros querían defraudar a la Tesorería, a lo que Agustín se opuso y como sabía del plan, días después habría sido ultimado por un pistolero.

Así, alrededor de la 1:00 de la tarde de la citada fecha, Agustín Jaime se retiró de la cantina ubicada en la esquina de Múzquiz y Matamoros, y al salir de ésta, se escuchó el disparo que concluiría su existencia a los 20 años, lo que propició la creación y popularización del «Corrido de Agustín Jaime», que incluso fuera adaptado e interpretado por Eulalio González “El Piporro”.

«Un amigo de él, con mala intención, le dio una estocada en el corazón. Donde lo mataron fue en una cantina», se escucha en la versión del oriundo de Nuevo León.