YA NO ESTAMOS HECHOS SÓLO DE ENERGÍA, SINO DE INFORMACIÓN

Han pasado algunos años desde que la Internet llegó a nuestras vidas y en los que escuchábamos el ruido del modem conectarse a través del teléfono, que casi vemos con nostalgia esa película de “Tienes un Email” con Meg Ryan y Tom Hanks.

No hay duda que en los últimos 20 años, la digitalización y las tecnologías de la información nos ha llevado a un nuevo estilo de vida del cual no podemos escapar, a menos que decidamos volvernos ermitaños y vivir en una cueva aislados de toda civilización.

Sabemos que hoy más de 4,100 millones de personas son usuarios de Internet en alguna de sus aplicaciones. En lo que te toma leer esta columna, se habrán creado 1,400 nuevos websites, se habrán subido 1,200 horas de video a Youtube, y se habrán mandado 1.2 millones de tweets y 106 millones de mensajes de Whatsapp.

Pero no se trata solo de la información que recibimos, sino de la que generamos a través de lo que compartimos sobre nuestra vida, nuestros gustos, y preferencias. Todo está registrado y existen plataformas que permiten agruparnos de acuerdo a nuestra conducta digital.

Sí, el 90% de la información global se ha generado en los últimos 2 años, por eso el procesamiento de la llamada metadata se ha vuelto más complejo, pero a la vez más simple ya que todo se recaba a través de cada click o interacción que tenemos en Facebook, Instagram, Google, Youtube, Pinterest, Twitter y demás redes sociales.

Creemos que tenemos la libertad de buscar y recibir contenido a nuestra medida, cuando en realidad estamos revelándole nuestros pensamientos al mundo. Desde lo conductual a través de lo cual somos segmentados para recibir algún tipo de publicidad, hasta lo reputacional, que es la manera en la que nos ve nuestro círculo social más próximo.

No es de extrañarse que ahora muchos empleadores, además de revisar la hoja de vida de una persona, hagan un monitoreo de las redes sociales de quien aplica al trabajo. Ahí está la verdadera personalidad del aplicante, en vivo y a todo color. Por ello, bien dicen que uno nunca debe publicar en redes sociales, algo que no quiera ver en la primera plana de un diario. O bien, que somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestros tweets.

La tecnología nos ha cambiado la vida, para bien o para mal, porque vivimos en ella. Hasta hace algunos años, la teoría del átomo dictaba que los seres humanos estamos hechos de energía, pero con lo que veo ahora, me atrevo a decir que estamos hechos de información. Por eso, no nos queda otra más que ir con el viento y ajustar las velas. Resistirlo, significaría un naufragio.

 

Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter: @navarroisrael