EQUILIBRIO

Desde hace años, he leído sobre la importancia de meditar, lo cual me parecía algo lejano y muy difícil de hacer. En mis primeros intentos fracasé, hace ya más de un lustro. Mi mente inquieta me traicionaba, enlistaba los pendientes que debía hacer y boicoteaba mis sanas intenciones.

¿Cómo iba a dominar mis pensamientos? Le pregunté a mi maestra de yoga. Su respuesta fue sabia, como ella. Me dijo que me imaginara corriendo detrás de un elefante, después, que por fin podía tocarlo por la parte trasera; luego, caminaba justo al lado del paquidermo y finalmente, me visualizara montando al mastodonte. Que es un símil de que el animal es la mente y que puedo, poco a poco, controlarla.

De verdad pensé que nunca llegaría el día en que estaría en el lomo del elefante, que mi inquieta personalidad no me dejaría apaciguar mis innumerables voces internas. Empecé a documentarme con libros y artículos y consulté con personas que practican la meditación y/o el yoga.

Supe que meditar sirve para tener contacto con nuestra fuerza y paz interior. Solo necesitas determinar hacerlo, apaciguar tus pensamientos y observar las nubes con los ojos cerrados. Aunque parezca extraño, cuando la gente medita, genera anticuerpos contra gripas, enfermedades de la garganta y pulmones. Se reduce también la carga del ritmo cardíaco.

Cuando camino sola, obligo a los pensamientos a no estacionarse en la mente, solo verlos pasar como nubes, libres. Tomo descansos en alguna banca de un parque o centro comercial. Me programo para solo mirar y mirar. Pongo mi espalda recta y observo con atención a quienes pasan. Cumplo mi objetivo cabalmente, sin pensamientos ni juicios, como en las breves meditaciones que realizo al final de mis prácticas de yoga, concentrada en el aquí y en el ahora, con la respiración como guía. Recurriré a estos descansos cuantas veces sea necesario, para lograr el equilibrio entre el ser y estar. Me gustaría que me compartieras tu opinión al respecto.

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