AVISO DE CURVA

¿Ganará el PRI las elecciones en Coahuila?

A cuatro meses de las elecciones para renovar el Congreso de Coahuila, el cuadro estratégico de la mayoría de los partidos con registro luce desalineado e incompleto.

Salvo el PRI que, a decir de algunos analistas, prácticamente ha definido a la mayoría de sus candidatos, perfilando cuadros conocidos y competitivos, el resto de las agrupaciones políticas parecen haberse extraviado en un mar de indefiniciones y divisiones intestinas; anomalías disfrazadas de democracia que terminarán dañando a su competitividad y estabilidad interna.

Pero, mientras algunos aguardan para dar a conocer oficialmente los nombres de sus candidatos, ya sea por estrategia o por atender los tiempos electorales, otros se los reservarán para siempre, porque simplemente entre sus filas no cuentan con los cuadros suficientes para competir decorosamente en los 16 distritos, siendo su destino, o la pérdida del registro o el quebranto de su identidad y autonomía a consecuencia de sumarse a una coalición ventajosa que les permitiría sobrevivir y asegurar las prerrogativas.

Puedo adelantar que al menos el cincuenta por ciento de los partidos que competirán a nivel local, estarán buscando aliarse con uno de los partidos grandes, o simplemente jugarán a no perder el registro.

Además, fue el PRI el único partido que, al menos públicamente, trabajó durante los últimos años en el fortalecimiento de su estructura de promoción del voto y movilización electoral. En una elección que se antoja cerrada, y en donde probablemente se imponga el abstencionismo, la estructura territorial marcará la diferencia.

Por ejemplo, imaginemos que Morena se confía y proyecta un posible triunfo en la vigencia del factor AMLO o en la clientela electoral que podría estar formándose alrededor de los programas federales, descuidando la selección de perfiles competitivos y reconocidos por el electorado coahuilense, entonces su destino quedará sellado al igual que sucedió en junio de 2019 en Tamaulipas en donde, por las mismas razones, el partido del Presidente perdió en manos del PAN 21 de los 22 distritos locales que se disputaron.

Lo mismo le pude suceder al PAN que en los últimos años, al menos en Coahuila, se ha convertido en un partido comodino, cuya estrategia, en lugar de cultivar y cosechar electores, se ha centrado en levantar los votos caídos que el PRI, debido al desgaste de gobierno y a las malas administraciones de antaño, ha dejado a su paso.

Estoy seguro, amable lector, que tu tendrás una opinión más certera respecto al desempeño del gobernador Miguel Riquelme Solís, pero, hasta el momento, al menos si lo comparamos con las dos administraciones que lo antecedieron, el priísta ha logrado enderezar el barco.

El PAN de Coahuila no debería de confiarse, asegurando que, junto a la UDC, refrendará el triunfo en los nueve distritos que conquistó en 2017, y que además podría arrebatarle al PRI un par de escaños más.

Primero, la alianza con la UDC no está del todo segura; segundo, las divisiones al interior del PAN de Coahuila, como es costumbre, se recrudecen cada día; y, por último, el otoño del PRI de Coahuila parece haber quedado atrás, Miguel Riquelme logró contener la caída de votos que su partido sufrió en la elección de 2017. En la elección de junio próximo, el PAN y Morena no encontrarán muchos votos esparcidos bajo el árbol priísta, como sí sucedió en aquella competida elección en donde el PRI estuvo a punto de perder la gubernatura.

Al contrario, se perfila que el PRI podría recuperar el distrito 03 con cabecera en Sabinas, siempre y cuando el abanderado sea el ex alcalde de ese municipio, Jesús María Montemayor Garza, si no va él, le aseguro, la UDC refrendará el escaño. Lo mismo podría suceder con el distrito 14 de Saltillo, para lo cual, ya lo dije en otra ocasión, el PRI tendría que convencer a Jericó Abramo Masso.

Si el PAN insiste en un discurso con el que intenta revivir los vergonzosos hechos del pasado o trata de justificar una eventual derrota montando el mensaje de un “nuevo fraude”, y si Morena se duerme en sus laureles esperando que el efecto AMLO transmigre a una lección local como la que se avecina en Coahuila, sin preocuparse por seleccionar a los mejores perfiles y fortalecer sus estructuras territoriales, resulta difícil evitar imaginar que el PRI resultará el ganador de la contienda. Hoy en día, las elecciones locales no se ganan invocando a fantasmas del pasado o idolatrando tótems, poderosos pero lejanos.

 

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