EL MESÓN DE SAN ANTONIO

Sergio vs Humberto

Después del tercer round las cosas del pleito un poco pactado, o bien, uno con un script donde la  justicia y los valores morales se tenían a favor del periodismo de fondo e investigación, la pelea había sido sorda apareció de forma visible cuando Humberto Moreira generó la sorpresiva  demanda contra Sergio Aguayo, quien se molestó, y mucho, por tal acción.

Hasta este momento Sergio había incursionado con gran esmero en el estado de Coahuila con  un equipo de trabajo que él mismo coordinaba; querían descubrir, entre otras cosas, los nexos de Humberto con el narcotráfico y de pasadita, encontrar el fondo de una deuda del gobierno moreirista que rondaba los 42 mil millones de pesos. ¿Encontrar a un gobernador corrupto? Era seguro en el camino de su investigación, pues todas las hipótesis lo hacían de manifiesto.

Se topó entonces con una red de  intereses nacionales en Coahuila que recibía órdenes del centro, ya que se rumoraba que Humberto había entrado al PRI  local, estatal y nacional para  desarrollar un estilo de política que tenía facetas oscuras y luminosas a la vez, y que el dinero que se manejaba “tenía sangre con residuos de droga entre sus pliegues”. Veamos cómo comenzó:

Todo brotó cuando Sergio Aguayo, articulista de Reforma, publicó el 20 de enero de 2016, o sea, cinco años después de que Humberto entregara la gubernatura de Coahuila y cuando salieron a la luz los supuestos pactos entre su administración y el crimen organizado: “Es un político que desprende (un) hedor corrupto; que en el mejor de los escenarios fue omiso ante terribles violaciones a los derechos humanos cometidas en Coahuila, y que, finalmente, es un abanderado de la renombrada impunidad mexicana”. Pues ese jab de Aguayo penetró el rostro de Moreira, quien respondió  «me ofendieron, insultaron, calumniaron», atentando contra «mis sentimientos, afectos, creencias, decoro, reputación, así como la consideración que de mi persona tienen los demás». Y para mitigar el daño moral, exigió el pago de 10 millones de pesos como indemnización. “Me dolió pero lo demandé “decía en su  esquina Humberto, “nomás eso faltaba, que se fuera diciendo cosas de mí”.

En la política mexicana, las distintas demandas por daño entre políticos y periodistas se esgrimían en la opacidad, sin hacerlas públicas, y se conocían sólo el efecto de ellas en caso necesario o porque alguien desaparecía del escenario político o periodístico. Los contrincantes ya tenían dicho cuáles eran sus pretensiones: exhibir que el otro no tenía la verdad en sus manos. Sergio Aguayo ponía su investigación como evidencia de la verdad, en cambio, Humberto tomaba el  artículo del investigador como detonante de su molestia.

Desde el inicio del pleito no se hicieron fintas tradicionales de buenos boxeadores, se dieron golpes callejeros que habían aprendido en las reyertas de hacía años en sus respectivas juventudes, cuando se calaban como líderes de un grupo de ambiciosos.

La pelea llegó a las los medios el 18 de julio de 2016, cuando Humberto se zafó del  amarre y denunció a Aguayo por “daño moral”; ese golpe desbalanceó al consolidado periodista que, trastabillando, llegó a su banquillo. Desde la esquina de Sergio se comenzaron a escuchar  gritos y protestas por parte de todos los medios de comunicación, que sin duda tienen una línea editorial independiente o radicalizada; abrieron sus espacios gritando “que se ponía en tela de juicio el ejercicio periodístico”, que no concebían que tanto el juez como la moral de Humberto estaban duda o francamente en el abismo de la corrupción.

Hace unos días, cuando la politóloga Denise Dresser asistió a la mañanera y puso sobre la mesa el tema, Andrés Manuel le recordó que cuando el priista Enrique Peña Nieto ganó la presidencia, la entonces titular de la Procuraduría General de la República, Marisela Morales, con Calderón todavía en Los Pinos, “extiende la exoneración a Moreira, lo limpian de todo”, y al mismo tiempo el PAN “sigue exigiendo que se castigue a Moreira”.

Las cosas han ido cambiando sobre este combate, sin duda es un pleito muy movido que sólo le ha dado un descanso a Sergio con el depósito de 427,77 pesos, suma que asegura su intención de hacer el pago de 10 millones de pesos. Y justamente al escribir esta columna, el periodista afirmó que con el amparo de la SCJN se siente liberado del sistema judicial capitalino.

“Yo soy un protagonista involuntario que no busca esta pelea”, expresó el editorialista.

“Yo pienso que se debe garantizar la libertad de expresión, pero también se tiene que tomar en cuenta que hay un marco legal que se debe de respetar”, dice el presidente de la República.

Y, sinceramente, yo opino lo mismo, ¿usted qué opina, estimado lector?

 

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo