LAVADOS DE CEREBRO

Santiago de Chile. No se asusten no se trata de eso que nos decían, acerca de que los comunistas lavan el cerebro.

Sino de que según las nuevas investigaciones nuestros cerebros se lavan a sí mismos, mientras dormimos.

Tal cual.

Un artículo de la BBC de Londres dio cuenta de este descubrimiento el pasado primero de noviembre; y precisa que cada 20 segundos, lentas ondas de líquido limpian nuestro cerebro dormido.

Estudios anteriores habían mostrado que el líquido cefalorraquídeo (LCR) que se encuentra naturalmente en el cerebro y la médula espinal, podían eliminar los desechos tóxicos en nuestro cerebro; y que esa limpieza mejora enormemente durante el sueño.

Pero no se sabía bien a bien cómo ocurría este proceso.

Y esta nueva investigación hecha por un equipo de científicos de la Universidad de Boston, encabezado por la neuro-científica Laura Lewis y publicada el 30 de octubre del año recién pasado en la revista Science, arrojó ya un poco de luz sobre el tema.

Los médicos monitorearon el sueño de trece personas para saber cómo se les modificaba el flujo de LCR y su relación con el flujo sanguíneo cerebral.

Y en los cerebros que estaban estudiando, registraron poderosas ondas de LCR cada 20 segundos, que podrían ser comparadas con tsunamis.

Para hacer el experimento, se colocó en la cabeza de los trece pacientes gorras de electroencefalograma para que los investigadores pudieran ver las corrientes eléctricas que fluían por sus cerebros y que indicaban, en qué etapa del sueño estaban.

Y descubrieron que durante la fase no REM del sueño profundo, grandes y lentas ondas de líquido cefalorraquídeo lavaban el cerebro.

Mientras los neuro-científicos analizaban lo que veían, “una máquina de resonancia magnética medía los niveles de oxígeno contenido en la sangre de los cerebros de las trece personas, al tiempo que mostraba la cantidad de líquido cefalorraquídeo que entraba y salía del cerebro”.

Comprobando así, que durante la fase no REM del sueño profundo -conocida como sueño de ondas lentas-, esas grandes y lentas ondas de líquido cefalorraquídeo, lavaban el cerebro.

Esta fase del sueño es fundamental para formar y retener los recuerdos; y eso ocurre, porque durante el sueño no REM las neuronas «se callan»; lo que implica que no necesitan tanto oxígeno y provoca que llegue menos sangre al cerebro y que el LCR fluya para llenar ese espacio.

Esta investigación es por eso, de vital importancia en padecimientos que conducen a la pérdida de células cerebrales; como el Alzheimer o la enfermedad de Parkinson, caracterizadas por la acumulación de proteínas dañadas en el cerebro.

«Estamos interesados en lo que significa para mantener la salud del cerebro, especialmente en trastornos como el mal de Alzheimer», dijo Lewis.

Y hablando de ondas, flujos y tsunamis, es también muy interesante otro artículo de la BBC, éste del pasado mes de septiembre y escrito por Linda Geddes, sobre cómo las fases de la Luna alteran nuestros patrones de sueño y afectan nuestro comportamiento; algo muy similar, a lo que sucede con los océanos por la atracción gravitacional de la Luna.

El siquiatra David Avery atendió en Seattle, EU, a un ingeniero militar de 35 años que metódicamente registraba sus cambios de sueño “de un insomnio casi total a dormir 12 horas por noche”; y estados de ánimo, “de un extremo a otro, a veces con fantasías suicidas o viendo y escuchando cosas que no estaban allí”.

Y descubrió que seguían el ascenso y la caída de los océanos en la Tierra, que se producen por los cambios en las fases de la Luna; y que cuando había marea alta, la duración del sueño era corta en su paciente.

Pero como esa idea le pareció una locura y no podía explicarla, guardó el archivo de su paciente.

Doce años después el también psiquiatra Thomas Wehr, publicó un artículo que describía a 17 pacientes con trastorno bipolar de ciclo rápido; “enfermedad en la que las personas cambian entre depresión y manía más rápido de lo habitual” tal como el enfermo que Avery había atendido.

Como buen científico, este profesor emérito de psiquiatría en el Instituto Nacional de Salud Mental en Betheseda en EU, se preguntó si habría algún tipo de influencia externa que estuviera operando en estos ciclos, y concluyó que la creencia histórica de que la Luna afecta el comportamiento humano, era lo más obvio a considerar.

Pero eso lo veremos en otro artículo porque se me terminó el espacio.

Autor

Teresa Gurza