“EL ESCÁNDALO”

 Nominada a los premios Óscar de la Academia, este filme está protagonizado por tres mujeres dirigidas por un hombre, sobre el guion de otro. Toda la historia se basa en una historia real: las denuncias por acoso y abuso sexual Roger Ailes, que terminaron con su carrera. Cine de ideas y debate, se trata, de una película que no es del agrado de todos, en especial por su estilo directo y no siempre objetivo.

 

En 2016, Ailes, fundador y director ejecutivo de Fox News, fue demandado por la expresentadora Gretchen Carlson. En lo sustancial, ella denunció haber sido despedida por no acceder a sus avances sexuales. Cuando ella se atrevió a plantear este hecho, muchas otras mujeres también lo hicieron, entre las cuales se encontraba la también presentadora de la cadena, la polémica Megyn Kelly.

Tras este bullado escándalo, Ailes debió presentar su renuncia, exigida por el magnate y principal accionista de Fox News, Rupert Murdoch, y murió un año después.

Con estos elementos, “El Escándalo” tiene tres personajes en juego: Nicole Kidman como Gretchen Carlson, con todo un angustiante proceso personal que abordar antes y durante la demanda; Charlize Theron, absolutamente transformada en la piel de Megyn Kelly que le hace frente incluso al entonces candidato presidencial Donald Trump, con todas las consecuencias imaginables y Margot Robbie, encarnando un personaje ficticio, Kayla, una joven que cumple el sueño de estar en Fox News, y que no demora mucho en caer en un sistema perverso de promoción.

Este filme, dirigido por Jay Roach, es político, en todo el sentido del término, y por supuesto no hay que ser muy avispado para entender que el personaje de Robbie simboliza a las chicas acosadas o abusadas por Ailes, lo que avala su nominación al Óscar porque de alguna manera, ella encarna de manera plena el abuso y la vulnerabilidad.

Ailes está encarnado por un casi siempre secundario John Lithgow, que se roba la película con dos grandes escenas: cuando le pide a Kayla que le muestre las piernas, porque la televisión “es un medio visual”; y aquella cuando rompe en llanto, para confesarse con su amiga.

Esos dos instantes necesarios y potentes, permiten acercarnos de mejor modo a este filme que resulta incómodo, a veces por lo grave de su tema y otras porque la balanza está cargada, era que no, hacia el lado femenino.

Un detalle no menor es que los abusos se cuentan, se explican de manera verbal, aunque en otras ocasiones se emplea el angustiante silencio, desde la mirada, el gesto y la angustia de quien fue víctima. Esto se subraya con la decisión del director de eliminar la música incidental que se vuelve demasiado invasiva y dejar que el drama real de la historia gane presencia, porque de este modo el filme cobra mayor estatura.

Molesta de este filme que a ratos los sucesos se vuelvan demasiado simples, incluso pareciera que se trata de una comedia de enredos o una película cercana al melodrama, entregando situaciones que no aportan para nada (la aventura de Kayla, por ejemplo), sobre todo por el ritmo y el abrupto cambio de la película en su tercio final.

En rasgos básicos, se trata de una película para lucimiento de sus personajes y de las estrellas que las encarnan, aunque de ninguna manera alcanza la profundidad o el vuelo poético de filmes que también han empleado tesis como ésta para plantear un punto de vista en la sociedad.

Tiene su encanto, sus momentos clave y cierta tensión a pesar de saber de antemano qué sucede con Ailes, lo cual no le resta méritos a sus planteamientos esenciales.

Así, “El Escándalo” termina siendo una película ideal para generar debate en torno al tema del abuso y el poder y claro, es un filme incómodo sobre todo para quienes no gustan de introducirse en este tipo de temas recurrentes en la sociedad como las exigencias sexuales a cambio de beneficios laborales. Pero el placer de ver en pantalla a tres grandes actrices es un aliciente indudable para acercarse y disfrutar de un filme que encaja perfectamente en los aires reivindicatorios actuales, todo lo cual hace de este producto un vehículo audiovisual políticamente correcto en el momento ideal para generar discusión, aunque cinematográficamente no sea una pieza definitiva sobre una temática de suyo dolorosa.