PLAZA CÍVICA

 

 El ascenso del nacionalismo y las élites globales

Que los movimientos populistas y nacionalistas estén en ascenso alrededor del mundo tiene diversas explicaciones. La concentración de la riqueza, el aumento en la inmigración y un reavivamiento de las consciencias nacionales son solo algunas de estas explicaciones. Empero existe otra razón que es asimismo íntima al discurso populista: el señalamiento a las élites como veleidosas ante su facilidad para mudarse, frívolas ante el poco interés colectivo que muestran, súper-individualistas ante su falta de compromiso nacional. Es decir, el señalamiento a las élites globales.

El ejemplo más visible de lo anterior son las múltiples nacionalidades a las cuales solo las élites tienen acceso. Para muchas de ellas los pasaportes han pasado de ser documentos de compromiso e identidad nacional a meros papeles utilitarios, boletas que se usan a conveniencia y a las cuales hay que sacarles algún tipo de beneficio material.

El líder sindical Napoleón Gómez Urrutia fue candidato por el Senado de la República ostentado doble nacionalidad, violando flagrantemente el artículo 32 constitucional. Ya asegurando el cargo, ahora sí, renunció a la nacionalidad canadiense. O eso nos hizo creer: el 2 de enero llegó a Vancouver, Canadá, en primera clase y con pasaporte canadiense (Exhiben a Napo con pasaporte canadiense, Reforma, 06/01/20).

El ex-secretario de seguridad pública, Genaro García Luna, tuvo una larga carrera en algunas de las instituciones más trascendentales para la seguridad nacional. A horas de haber terminado su mandato recibió la “green card” del gobierno de Estados Unidos, y a los cuatro días ya había fundado una compañía en Miami (Genaro García Luna, de poderoso funcionario a presunto narcotraficante, Univisión, https://www.univision.com/noticias/especiales/genaro-garcia-luna-de-poderoso-funcionario-a-presunto-narcotraficante). Solo esperaba el tiempo establecido por ley para recibir la ciudadanía estadounidense, hasta que lo arrestaron.

El primer nieto del presidente de la República nació en Houston, EUA, con lo cual asegura la doble nacionalidad (AMLO ya es abuelo. Su nieto nació en Houston y se llama Salomón Andrés, Eme Equis, 14/01/20). Esta debe de ser una de las mayores contradicciones del actual sexenio, y eso que hay muchas: el nieto de un presidente parroquial, populista y nacionalista nace en el extranjero, en uno de los lugares predilectos de las élites mexicanas para tener a sus hijos.

Entonces tenemos a un líder sindical que lucha por los intereses de los trabajadores mexicanos pero que viaja en primera clase y tiene la nacionalidad canadiense. A un alto funcionario público que conoce las entrañas más sensibles del Estado mexicano pero que se va a vivir a EUA con la promesa de obtener la nacionalidad estadounidense. A un jefe de Estado mexicano que predica el desdén a las élites y la solidaridad comunitaria pero cuyo nieto nace en Houston con la nacionalidad estadounidense bajo el brazo. Estos son solo algunos ejemplos del rápido acceso binacional y transnacional que tienen las élites, pero no el resto de la población. Y entonces las diferencias surgen.

Desde un punto de vista meramente individual, tiene sentido que una persona obtenga distintas nacionalidades para abrir su abanico de oportunidades. Sin embargo, todos los actos individuales afectan a otras personas, y los realizados por las élites tendrán siempre una especial repercusión. La obtención de varias nacionalidades va en contra del concepto de ciudadanía, concepto fundamental para el funcionamiento de cualquier comunidad: identidad con la población, compromiso con la comunidad, lealtad nacional. Son las virtudes cívicas predicadas desde la antigüedad y tan ciertas entonces como ahora.

El reciente caso de los duques de Sussex, Harry y Meghan, es clarificador: querían seguir formando parte de la Corona británica, pero viviendo en EUA; querían seguir formando parte de la realeza, pero sin algunas de sus obligaciones; querían los privilegios, pero no los compromisos. Y una institución tan elitista pero igualmente tan longeva, histórica y comprometida con su país como la Corona británica no iba a permitir el llamado “medio-adentro medio-afuera”, y los expulsó. La situación no hubiese sido sostenible. Parece ser que eso mismo es lo que intentan hacer las élites nacionales, y esa misma reacción es la que están teniendo las poblaciones nacionales. Porque la situación es insostenible.

 

www.plaza-civica.com          @FernandoNGE