CÁPSULAS SARAPERAS

 

Los Tachos

En esta ocasión te platico la historia de una familia Saltillense, los Cabello, quienes eran ocho hermanos, dos damas, Rosita y Jovita, y seis caballeros, Tacho, Jerónimo, Félix, Antonio, Juan y Gregorio, el mayor.

Iniciaron un negocio, una aborroteria en la esquina sur de cruce de las calle de Morelos y Escobedo, en el no tan lejano año de 1940, con un horario de 6 de la mañana a 11 de la noche. Como vivian enfrente, los hermanos se turnaban para atenderlo. En aquella época, los compradores del campo llegaban en carretas y estas eran resguardas en mesones para que al día siguiente partieran rumbo a los ranchos y rancherías, ya sea con productos para revender o consumir. En aquellos años, cuando todavía se hacían transacciones por medio del trueque.

Al paso de muy poco tiempo, la fama de los hermanos era tal, que se les conocia como los Cabello, los pachones, los güeros, o los tachos, siendo ellos de los primeros mayoristas de esta hermosa ciudad de Saltillo.

Una tienda en la cual los Tachos te atendian personalmente detrás de un mostrador largo, de lado a lado de la tienda, con acceso del lado derecho, elaborado de madera maciza. Debajo del mostrador estaba el maíz y el frijol, y al extremo izquierdo una vitrina con pan de pulque. Estimada y estimado Saltillense, si se pregunta por la caja registradora, dejeme decirle que no habia tal y que la caja fuerte era una caja de cigarros Raleigh.

Las dos hermanas vendían leche bronca en su casa, aun costado de la tienda a 5 centavos el litro. Y que tan buenos son para el comercio los Tachos, que Antonio, el más pequeño de los 8, hoy a la edad de 99 años, sigue vendiendo alimento para animales y alpiste a sus vecinos.

Hermanos honestos, organizados, tal vez al extremo como el caso de Jerónimo, a quien le encantaba seleccionar las monedas y acomodarlas.

En su tienda se podía encontrar artículos de electricidad, mercería, frutas, carnes frías, siendo su fuerte, por supuesto los abarrotes, negocio que surtía harina, azúcar y manteca, eso sí en bultos, bueno, la manteca en sus cajas de 20 kgs, la cual le vendían a la mayoría de las panaderías de nuestra hermosa ciudad.

Fue la primera tienda donde se vendiaron paletas de hielo en Saltillo, y el lugar en donde se daba el pilón, pero el pilón original.

Familia trabajadora, que sabía que el negocio era cosa tambien de amigos, y ejemplo es cuando llegaban los furgones llenos de mañiz y fríjol, y entre los tres comerciantes “grandes” de aquel Saltillo, Tacho, Lucio Alvarado y Juan Trejo lo compraban para obtener mejor precio.

Esta es la historia de una familia, muy de Saltillo, de esas familias como muchas que hay en esta hemosa ciudad, familia trabajadora, honesta, donde abunda el amor, el respeto y por supuesto los Tachos son algo muy de Saltillo y que vale la pena presumir.