VILLA UNIÓN Y VILLAGRÁN  

 En el noreste de Coahuila, dos pequeñas poblaciones, Gigedo y Rosales, formaron, en 1927, Villa Unión. Oasis, con una nogalera impresionante, y sitio de devoción para miles de creyentes que visitan al Santo Niño de los Peyotes, milagrosa figura que tiene como su casa una centenaria capilla ubicada a pocos pasos de la Presidencia Municipal.

Los habitantes de la región son herederos de conquistadores y expedicionarios que colonizaron el norte inhóspito y lejano. También lo son de héroes republicanos que vencieron al imperio en las cercanías de Gigedo, así como de revolucionarios que se levantaron en armas contra la dictadura.

Villa Unión es parte de los Cinco Manantiales. Así se conoce a la región que comparte con Nava, Allende, Zaragoza y Morelos. El subsuelo, su nombre lo anticipa, es rico en agua y las nogaleras reciben el preciado líquido gracias a centenarias acequias. Muy cerca se encuentran Piedras Negras y Guerrero, pueblo mágico, en donde se recuerda el viejo camino a San Antonio de Béjar.

Los habitantes de Villa Unión, al igual que sus vecinos, son conocidos por su bonhomía y laboriosidad. En el área funciona una de las más grandes cerveceras del mundo. Hay enormes minas de carbón y una impresionante termoeléctrica. Los Manantiales cuentan con universidad, escuelas de educación superior y se juega muy buen béisbol, algo importante en estos tiempos. A ello se añade una rica agricultura y ganadería.

El 30 de noviembre ingresaron terroristas por un camino rural a la pacifica población: más de cien delincuentes a bordo de decenas de camionetas. El resultado es conocido, pero vale la pena puntualizar algunas cosas.

Primero: Los intrusos fueron derrotados. La policía estatal y las fuerzas federales actuaron de inmediato y repelieron la agresión.

Segundo: El gobernador Miguel Ángel Riquelme se presentó en el lugar unas horas después de iniciado el ataque, y me dicen que aún se oían disparos. Respaldó a las fuerzas del orden, a la autoridad municipal y a la población civil.

Tercero: La sociedad apoyó de inmediato la actuación del ejecutivo. Los coahuilenses entendieron y se congratularon por las decisiones tomadas. Seguro recordaron los lejanos días de la violencia que inundó Coahuila.

Villagrán es un hermoso poblado de Guanajuato. Días atrás un grupo de delincuentes lo tomó por asalto, secuestró policías y escandalizó en sus calles. Después se marchó, ante el miedo de los vecinos y la pasividad de las autoridades.

Los agresores de Villa Unión salieron de Tamaulipas, tierra de nadie, cruzaron Nuevo León, territorio del “Bronco”, e ingresaron a Coahuila. En las dos primeras entidades no se les marcó el alto; avanzaron como paseantes en una tarde dominguera. En la tercera, las cosas fueron distintas.

Entre la violencia y la paz hay un factor evidente . Un buen gobernador marca la diferencia. En Coahuila tenemos uno muy bueno.