‘DOCTOR SUEÑO’

Sobrellevando la carga inevitable de ser secuela de la notable película “El Resplandor” (1980), uno de los clásicos de Stanley Kubrick, este filme tiene respeto por el original, una correcta dirección del cada vez más interesante Mike Flanagan y un poderoso aliento que -aunque no logra superar el modélico de terror ochentero- sabe sacar provecho de un guion que une muy bien la historia del niño sobreviviente de la primera cinta, el atormentado Danny Torrance que, inevitablemente, ha de regresar al origen de los pavorosos acontecimientos.

 

Nadie puede negar que ‘El resplandor’ es un clásico que crece con los años. Esa modélica cinta que el maestro Stanley Kubrick dirigió es uno de los filmes de terror más importantes de todos los tiempos, siendo visitada, recordada, parodiada y homenajeada en múltiples cintas, con diversos propósitos y, en la actualidad, es un referente que caló fuerte en el imaginario colectivo.

Además, el genial creador de “Naranja Mecánica”, “2001, Odisea del Espacio” y “Barry Lyndon”, generó en su época las furias del escritor Stephen King, porque no solo hizo una adaptación libre de la novela en que estaba basada, sino que nunca le permitió al poderoso King que interviniera en su creación.

Con todos estos antecedentes, era obvio que cuando se supo que habría una secuela de “El Resplandor”, todas las expectativas fueron cada vez más altas, aunque la presencia de Mike Flanagan, popular gracias a la serie televisiva “La maldición de Hill House”, empezó a calmar los ánimos, en especial porque Flanagan siempre declaró que estaba consciente de las comparaciones con la película de Stanley Kubrick y, por lo mismo, aseguró que tendría el mayor de los respetos por el original inimitable.

En pocas palabras, “Doctor Sueño” sería una cinta notable en el género thriller paranormal de no ser la secuela de una película todavía más insuperable e icónica. Tiene calidad, momentos de gran tensión y logra transmitir el sello de la original, aunque es evidente que comparando, sale perdiendo frente a la madurez conceptual de “El Resplandor”, cinta por lo demás que está llena de referentes, mensajes ocultos y elementos propios de un director obsesivo y a todas luces niño genio como lo fue Kubrick.

Con acierto, los minutos iniciales de “Doctor Sueño” permiten que los espectadores recuerden (si la vieron) o conozcan los elementos clave (si no la vieron) de todos los espeluznantes sucesos vividos en 1980 por Danny Torrance y su madre, cuando su progenitor intentó asesinarlos en el lujoso Hotel Overlook, estando ellos aislados por la nieve, durante el período de receso.

Así, esta secuela comienza en 1980, y nos entrega los datos para saber qué fue de Danny y Wendy, su madre, después de ocurrida la muerte de Jack Torrance y, sobre todo, contarnos qué pasó con el don que tenía Danny -el llamado resplandor- que le permitía conocer sucesos antes de que ocurrieran, cómo trató de sobreponerse a sus fantasmas internos y salir adelante, no sin coquetear peligrosamente con el alcoholismo, que fue el inicio del fin de su padre.

Con inteligencia, el director Flanagan va alternando esos acontecimientos con la presencia de una nueva amenaza, Rose, (Rebecca Ferguson), que lidera un extraño grupo denominado Nudo Verdadero, una siniestra sociedad que busca alargar la vida, succionando el poder de quienes poseen “el resplandor”.

Con un ritmo pausado para ir acrecentando paulatinamente la sensación de peligro, “Doctor Sueño” también incorpora la banda sonora como un elemento indispensable con el desarrollo del filme, al igual como lo hiciera Kubrick, que fue capaz de trabajar con ruidos y trozos de melodías clásicas, creando una aterradora sonoridad donde se repiten los temas emblemáticos de “El Resplandor”, algo que cualquier cinéfilo agradece. Acá, en especial en el tramo final, el director Flanagan usa el sonido recurrente de un latido de corazón para ir haciendo que el clímax de su historia alcance mayor vuelo.

Para manejar mejor los elementos y, de paso, no traicionar al impecable original que todos los amantes del terror veneran, Flanagan además de dirigirla también se ha ocupado del guion de la dirección y el montaje de esta cinta, tratando de ser consecuente con aquello de no traicionar ni el estilo visual ni el poderoso aliento de “El Resplandor”.

Méritos de “Doctor Sueño” son su guion, que se desarrolla de forma lógica y progresiva, lo que permite que los personajes logren tener autonomía, en especial con el de Danny Torrance (Ewan McGregor) que se va configurando adecuadamente en toda su complejidad y la incorporación de la debutante Kyliegh Curran, que agrega energía a una historia que necesitaba de algo nuevo para también distanciarse del modelo que tiene en todo momento como telón de fondo.

El realizador Flanagan consigue crear una atmósfera donde lo paranormal se confunde con la normalidad, evita el efectismo innecesario y tiene la destreza de crear ambientes de calidad visual, como lo demostró con creces en su estupenda serie televisiva “La maldición de Hill House”.

Donde “Doctor Sueño” alcanza su mejor momento (y rinde culto sin sentir vergüenza a “El Resplandor”) es en su secuencia final, donde ambos filmes -el original y esta secuela- se encuentran, se cruzan y se funden para cerrar de manera virtuosa la conexión entre la novela y las películas. Es probable que para los puristas y fanáticos acérrimos de “El Resplandor” esta secuencia puede resultar algo arriesgado al ofrecer ciertas soluciones argumentales no siempre agradables pero es un cierre digno para “Doctor Sueño” que se convierte en una secuela satisfactoria, demostrando que el realizador Flanagan se confirma como uno de los autores más interesantes del cine de terror de este tiempo, habiendo entregado piezas con buena recepción crítica como “Ausencia”, “Oculus: El Espejo del Mal”, “Silencio”, “Somnia: antes de despertar”, “Ouija: El Origen del Mal” y “El juego de Gerald”, entre otras, antes de embarcarse en este desafío.

Conviene recordar acerca de “El Resplandor” (1980)

“El resplandor” mutó en una película mayestática y poliédrica, lejos de las modestas intenciones iniciales. Tuvo un estreno por todo lo alto y, aunque inicialmente la recepción fue tibia, acabó por convertirse en el mayor éxito de su director. No obstante, dividió profundamente a la crítica entre los que veían una obra de arte compleja y visceral y los que la consideraron un artefacto de forma hermosa pero vacía. Este segundo segmento criticó su ritmo lento, su cripticismo y los cambios respecto a la novela. Fue una de las pocas películas de Kubrick que quedó fuera del circuito de premios. Sin embargo, el tiempo le ha dado la vuelta a la tortilla e, irónicamente, los argumentos que se esgrimieron en su contra se han convertido en la fuente de sus virtudes. Ese ritmo lento contribuye a su estilo hipnótico, el desarrollo críptico favorece una narración plagada de interpretaciones y capas y los cambios respecto a la novela separaron la paja del grano. Aunque la polémica sigue siendo comprensible, “El resplandor” ha resurgido poco a poco hasta convertirse en el clásico fundacional del terror moderno que es hoy. (Fuente: Antonio Serón en http://revistamutaciones.com/el-resplandor/).