TERMINATOR: DESTINO OCULTO  

 Cada vez queda más claro un detalle: las películas de la saga Terminator filmadas por James Cameron en 1984 y 1991, son por lejos las mejores porque tenían claro su objetivo y eran un potente relato donde se combinaba la ciencia ficción con las especulaciones acerca de los desbordes de la tecnología. El resto, incluyendo esta desabrida versión, solo rozan la esencia de la serie, dejando más dudas que nuevos derroteros de este icono del cine de acción.

Una de las causas se debe al desborde de temas: todas las películas que se hicieron después estaban llenas de especulaciones que no conducían a nada, se trataba de historias que nunca sucedieron y que empañaban la gracia del argumento original que era inquietante. Esto se repite con “Terminator: destino oculto” (2019).

Vamos por parte. El primer error es que el guion traiciona la lógica y lo que se conoce como la mitología del filme original. Por eso todo lo que se entrega no es más que una película comercial, atractiva solo para adictos, donde no hay nada novedoso o algo que aporte con creces a una saga que nadie desconoce, aun cuando no sea de su completo agrado.

La película que ahora dirige Tim Miller trata, sin lograrlo, de alargar una historia que se cerró de tal manera que no existía ninguna posibilidad de conferirle continuidad, una prolongación de la trama original que en verdad cae en el absurdo y solo se acepta para entretenerse, nada más.

Otro error manifiesto: el desarrollo de la tecnología digital -en el que Terminator 2 fue todo un aporte- se asemeja a videojuegos, dibujos animados, con texturas y cromatismos que no dan con el estilo del genuino Terminator, lo que por desgracia constituye una falta grave para una saga que merecía mayor coherencia dado su impacto y popularidad. De hecho, se puede afirmar que lo más pobre de esta película es, justamente, su fotografía, donde no existe ni un atisbo de la espectacularidad que se esperaba.

Otro elemento que molesta: en estricto rigor, “Terminator: destino oculto” es en realidad un remake de los dos originales realizados por Cameron, donde incluso el villano es exactamente la combinación de los dos robots asesinos de los primeros filmes. Falla donde menos debía: en su ritmo, en la falta de acción trepidante que era esperable, lo que es muy raro si se atiende que Miller es el realizador que hizo las delicias con “Deadpool”, con un presupuesto minúsculo y sin efectos especiales exagerados.

Considerando todos estos problemas y pobreza de la puesta en imágenes, se pierde lo único que podría haber sido un aporte, esto es, el mundo “conectado” en el que vivimos, las evidentes alusiones al entorno hispano y las burlas respecto del muro fronterizo de Donald Trump.

¿Algo digno de rescate?

Sí, con nostalgia, la estupenda Sarah Connor y el muy disparatado T-800. Ellos son el alma de una película que no debió haberse realizado a la luz de los resultados que se obtuvieron.

¿Algo reiterativo?

Sí. Nuevamente el majadero tema del empoderamiento femenino –muy políticamente correcto en estos tiempos de reivindicaciones sociales, pero que a estas alturas, ya es archiconocido por todos. Y ojo: ya en las primeras películas, James Cameron le dio tanta fuerza a Sarah Connor que, lejos, aportó más al discurso feminista que ver ahora ese mismo molde en 2019.

Debe recordarse que en 1984, los realizadores James Cameron y Gale Anne Hurd, nunca dimensionaron el fenómeno mundial en que se transformaría Terminator, una película de ciencia ficción oscura, cruda y muy inteligente, con un presupuesto modesto para los estándares de Hollywood, sobre un ciborg proveniente de un futuro apocalíptico que viaja al presente para exterminar a la raza humana.

Su tema era apasionante y original: una camarera joven, Sarah Connor, era perseguida por un Terminator modelo T-800, enviado desde el futuro en una misión letal: acabar con su vida y la que crece en su vientre: la de su hijo, el futuro líder de la resistencia humana. El tenaz T-800 es enviado por Skynet, un sistema de inteligencia artificial del futuro creado por Cyberdyne.

Huelga decir que “Terminator” lanzó a sus protagonistas, Arnold Schwarzenegger y Linda Hamilton, al estrellato hollywoodiense, consagró a James Cameron como el director de referencia de la industria de producciones y le significaría que llegara a rozar el cielo con “Titanic”, una cinta clásica de su estilo ampuloso y efectivo en la taquilla y en el corazón de los espectadores. Pero eso ya es otra historia.