CÁPSULAS SARAPERAS

El panadero y la ópera

En esta ocasión te platico de una historia algo increible de creer, que encontré en una revista estudiantil llamada “El Ateneo”, elaborada por alumnos del glorioso Ateneo Fuente.

Pues bien, en el año de 1940 el 30 de julio, un estudiante narró, de manera extraordinaria, la anécdota de un panadero Saltillense, pero no vaya a creer que era un panadero solamente, no, era un virtuoso y amante de la música, incluso, comentaban que tocaba de manera maravillosa la flauta, el violín y el piano.

Un buen día, se anunció que en esta hermosa ciudad de Saltillo se presentaría un artista europero, italiano para precisar, con la ópera Rigoletto. El panadero, por supuesto fue el primero en comprar boleto, con la emoción y seguridad que sería una de las mejores veladas que tendría en su vida.

La entrada al teatro obrero estaba atiborrada antes del inició de la ópera, los asistetes estaban a la espectativa, por supuesto dentro del teatro, que estaba ubicado en la calle de Aldama entre Acuña y Xicoténcatl. En primera fila se encontraba el panadero virtuoso, ansioso por la presentación de la composición gramática musical que iniciaba.

Dicen que el cantante, con su fuerte y fina voz, era capaz de hacer retumbar todos los rincones del teatro, que tenía al borde de sus asientos a los Saltillenses y al panero, cuyo nombre no pude encontrar. Las lágrimas empezaron a rodar sobre sus mejillas, por la emoción que vivia.

La obra terminó, todos caminando rumbo a sus casas, en aquel Saltillo pequeño, platicaban con emoción de la gran ópera que acababan de presenciar. Pero la noticia al día siguiente, no fue la voz del tenor que participó en la obra de tres tiempos, basada en una obra de Víctor Hugo; la nota tampoco fue sobre el moderno teatro Obrero, cuya construcción inició en 1917, ni los precios tan elevados fueron lo que llamó la atención. Y si usted esta pensando en el panadero, sí, fue él quien se robo las notas periodisticas, los comentarios en la sobremesa de las casas Saltillenses, pues había amanecido muerto. Textual, la narración dice: “El panadero amaneció muerto, parecia entregado a un dulce sueño y su cuerpo no revelaba indicio de una agonía desesperante. El dictamen médico diágnosticó una muerte repentina del corazón a consecuencia de una emoción exageradamente fuerte”.

Así es estimada y estimado Saltillense, aquí en esta hermosa ciudad de Saltillo tuvimos un panadero, que además de tocar varios instrumentos y ser culto en eso de la música, se murió ahora sí de la emoción, por presenciar una ópera la cual dicen que fue magistral.