A LA BÁSCULA

¿Es necesario? 

Un querido amigo por quien siento un gran cariño y respeto, a quien admiro por su gran humanismo, inteligencia y capacidad de análisis, me llamó hace una semana para externarme su preocupación por el ambiente de crispación y encono que se ha generado en nuestro país, merced al divisionismo marcado por los adjetivos de ‘chairos’ y ‘fifís’.

Me sugirió e invitó a que desde la sociedad algo deberíamos de hacer para frenar y –de ser posible-, disminuir la violencia que se advierte en las redes sociales cuando alguien de uno y otro ‘bandos’ escribe algo en su muro. La virulencia ha ido ‘in crescendo’, y en muchos casos ha saltado de las redes a la vida diaria, en la que muchas amistades han quedado rotas y peor, muchas relaciones familiares deterioradas por posicionarse o posicionar al otro en una de esas categorías que se han generado en el imaginario colectivo y que, se admita o no, ambas se externan de manera despectiva.

Desde la sociedad, me dice mi amigo, tenemos que hacer algo, porque está más que probado que desde el gobierno no vendrá una iniciativa de unificarnos a todos los mexicanos, en vez de dividirnos y colocarnos en uno y otro bando. Estoy de acuerdo con su propuesta-invitación y me sumaría a una campaña que contribuya más a la unidad que a la división entre los mexicanos.

El escepticismo me invade sin embargo, cuando veo el trato y manejo que se le ha venido dando a la designación de Rosario Piedra Ibarra como nueva titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), proceso del cual ya he comentado en este mismo espacio y no quisiera volver a repetirlo. Más bien, de lo que ha seguido, con la manifestación de los gobernadores y la mayoría de los alcaldes de extracción panista que han dicho que no reconocen a la nueva ombudsperson y que por tanto no acatarán sus recomendaciones.

Y como a toda acción corresponde una reacción, la de Ricardo Monreal, el coordinador de Morena en el Senado de la República, fue una cubetada de gasolina al fuego: amenazó con que harán juicio político a quien se rebele contra la CNDH y su nueva titular, anunció sanciones contra gobernadores y alcaldes que no acaten las recomendaciones del organismo, pero me parece que torpemente trajo y puso sobre la mesa una frase que todavía taladra en la mente de muchos mexicanos: “No es una buena idea, ni siquiera es inteligente, menos brillante, mandar al diablo a las instituciones”, dijo.

¿Mandar al diablo a las instituciones?, dónde se ha escuchado esa frase “¡Al diablo con las instituciones!” No sé dónde la habré escuchado.

Es decir, a las instituciones es válido mandarlas al diablo sólo si lo hacemos nosotros, pero si lo hacen los demás, ni es una buena idea, ni siquiera es inteligente, menos brillante, pero sobre todo sacamos a relucir el garrote para amenazar con juicio político a gobernadores y alcaldes que no acaten las recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

El zacatecano ya de por sí perdió mucho de su credibilidad y capacidad de interlocución con el resto de los partidos, cuando les prometió que habría una nueva elección en el proceso de la CNDH para que no quedara ni una gota de duda sobre la honorabilidad de los morenistas, y esa misma tarde en una accidentada sesión le dieron posesión a Rosario Piedra Ibarra.

Monreal lo sabe, porque él fue priista y beneficiario de sus usos y costumbres, y luego padeció desde la oposición perredista, petista y luego morenista, la implementación y el uso de las aplanadoras de los partidos en el poder para imponer soberbiamente las cosas a su antojo, algo de lo que él se quejó larga y amargamente cuando estaba en la oposición, pero que ahora lo ejerce sin el menor pudor.

Aunque luego nos salgan con que tienen la piel muy delgadita y con la cantaleta de que ‘no somos iguales’, pero si no son iguales, al menos se comportan igual y hacen exactamente las cosas igual que quienes tanto criticaron y con quienes no quieren que se les compare; pero es imposible, porque muchos de ellos como el propio Monreal, traen genes priistas, pues ahí nacieron, ahí se formaron políticamente, incluido el propio Presidente.

Yo me pregunto ¿era estrictamente necesario blandir el garrote y amenazar con juicio político contra gobernadores y alcaldes? y sobre todo advertir que no es una buena idea y menos inteligente ‘mandar al diablo a las instituciones’ ¿Era necesario echarle más gasolina al fuego?

Sí, desde la sociedad se pueden proponer y emprender iniciativas. Pero los políticos han descubierto una nueva y rica veta, mientras más divisionismo y encono provocan, tienen más posibilidades de controlar a muchos sectores que les conviene controlar, por intereses políticos, económicos.

Y así, va a ser muy difícil.

 

laotraplana@gmail.com

 

@JulianParraIba