A LA BÁSCULA

El Presidente está enojado 

Los antiguos decían que los dichos son sabiduría chiquita, sabiduría popular y no por nada fueron creados, y si de algo podemos preciarnos los mexicanos es de esa sabiduría popular que se transmite a través de los dichos y los refranes ¿Conoce usted por lo menos uno?

‘El que se enoja, pierde’, reza uno de ellos y es muy cierto, porque cuando las personas no saben controlar sus emociones, cuando se adoptan o toman decisiones influido por algún tipo de sentimiento, sea este de ira, de enojo, de coraje, aunque también de tristeza, de depresión, de euforia, es muy probable que se tome la equivocada.

Esta referencia la pongo sobre la mesa por el mal humor que parece ha venido acompañando en las últimas semanas al presidente Andrés Manuel López Obrador, y que le ha subido de tono después de los hechos de Culiacán el 17 de octubre pasado, y que se potenció en los días recientes por la masacre contra integrantes de la familia LeBaron, donde sus asesinos igual arrancaron la vida de mujeres que de niños y bebés sin el mínimo de los escrúpulos.

Estos dos hechos, pero sobre todo el más reciente por quienes fueron las víctimas, puso a nuestro país en la lupa a nivel mundial, lo que más que ocupar o preocupar al Presidente, le ha acrecentado el mal humor que le ha venido a convertir en una especie de ‘carrito chocón’, se deja ir contra todo lo que se le ponga enfrente, y se ha venido abriendo -¿más?- frentes la mayoría de ellos innecesarios. Tiene, dirían las abuelitas –para seguir con eso de los dichos o refranes-, ya demasiadas cazuelas en la lumbre, y uno de los guisos se le va a terminar por quemar.

Pero él solito –si acaso apoyado por varios de sus secretarios, gente de su mismo gabinete, pues-, se ha venido metiendo en honduras, se ha metido en berenjenales de los que de pronto parece que le va a costar bastante salirse. Ya sabemos que aceptar críticas no es precisamente una de sus mayores virtudes, y como su gobierno ha venido siendo señalado desde el interior y el exterior en varios rubros, pero en las semanas recientes por el tema de la inseguridad, lo tiene enojado, molesto, de mal humor; se le percibe en su rostro, en sus manos, en sus respuestas.

Como ser humano que es, tiene todo el derecho del mundo de enojarse y mostrar ese estado de ánimo. Como todos, si usted se enoja, es usted mismo quien puede salir perdiendo. El problema es que cuando Andrés Manuel se enoja, no es López Obrador el que puede perder. Cuando el presidente se enoja, el que pierde es México. Es ahí donde radica la gran diferencia.

Cuando el pleito es contra quienes responden con armas y con violencia, ahí mejor se aplica la política del abrazos, no balazos; pero donde siente blandito, se deja caer, y uno de los gremios preferidos donde descargar su enojo son los medios de comunicación, porque sabe que de este lado, lo he dicho en otra ocasión en este mismo espacio, la única arma que se blande es la pluma. Es, lo dicho ya con anterioridad, la desigual lucha de la espada contra la pluma.

Y cuando desde organismos internacionales lo cuestionan al respecto porque es el presidente del país más peligroso para ejercer el periodismo, afirma que nunca ha utilizado un lenguaje que estigmatice a los periodistas:

‘El hampa del periodismo’, ‘prensa inmunda’, ‘prensa fifí que son fantoches, conservadores, sabelotodos, hipócritas, doble clara’, ‘prensa vendida, alquilada’, ‘manipulación, pasquines, mostraron el cobre’. Son algunos de los adjetivos dedicados cuando se refiere a los medios de comunicación, a los periodistas, y porque además nos mete a todos en el mismo costal.

En su lógica si ‘Pancho’ es periodista, y ‘Pancho’ es corrupto; entonces, por deducción, todos los periodistas son corruptos. Con su misma fórmula podríamos decir que ‘Javier’ es corrupto, ‘Javier’ es político, por tanto, todos los políticos son corruptos. Tan falsa una ecuación como la otra, tan es así que en más de una ocasión ha exigido que no lo comparen con ‘los de antes’, porque “eso sí calienta”. Pero el respeto que pide para sí, no lo da a los demás, y también lo hemos insistido en más de una ocasión, el respeto es una carretera de dos vías: de ida y de vuelta. No se puede pedir, lo que no se está dispuesto a dar.

El sí puede sugerir que los periodistas somos perros a los que él quitó el bozal, y luego decir que no lo hizo con la intención de lastimar a nadie, y que es más, que hasta simpatía tiene por esos animalitos. Y también dice que los periodistas no son sus enemigos, que somos sus adversarios ¿En serio habrá algún periodista en el país que se considere adversario del Presidente o es sólo en su cabecita donde cabe esa idea, como lo fue la del presunto ‘golpe de estado’?

Los periodistas no estamos para tumbar presidentes, estamos para retratar la realidad. Nada más, pero tampoco nada menos. Y que se cumpla con una labor como la nuestra, mantiene enojado al presidente; pero cuando el presidente se enoja no es él el que pierde, sino el que pierde es el país.

 

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@JulianParraIba