CÁPSULAS SARAPERAS

El arco de las colonias extranjeras 

En esta ocasión te platico de un hecho que sucedió en el mes de la patría, en el noveno mes del año de 1930.

El día trece de ese mes, el Señor Lynn W. Franklin, quien desde el 27 de febrero de 1928, contaba con el exequátur, que no es otra cosa más que la autorización que otorga el jefe de un estado a los agentes diplomáticos extranjeros para que puedan ejercer las funciones propias de sus cargos, y se desempeñaba como consúl de los Estados Unidos en Saltillo, le dio aviso al Saltillense Higinio Dávila, quien presidía el comité de festejos patrios en Saltillo, que la comunidad extranjera residente en esta hermosa ciudad participaría en las fiestas patrias con la colocación de un arco del cual penderían las 10 banderas de la misma cantidad de nacionalidades que se unirían al festejo.

El arco se colocaría sobre nuestra emblemática calle de Victoria, un arco en el cual se mostraría un homenaje a México, un arco vistoso.

El encargado del comité patrio Saltillense, manifestó a los medios de comunicación, que este acto, la colocación momentanea de una arco, era una de muchas actividades que se realizarían para los festejos patrios y que este le daría un mayor lucimiento y vistosidad, pero sobretodo reafirmaría los lazos de amistad y unión de esta hermosa ciudad de Saltillo con otras naciones.

En esta hermosa ciudad de Saltillo, en aquella época en la cual los carros se encontraban con caballos y yeguas en sus recorridos por las calles, las colonias extranjeras, decidieron mostrar su reconocimiento a nuestro México, colocado un arco no con 10, sino con 11 banderas, ubicada en el centro la mexicana, flanqueada de 5 por lado, entre las cuales estaban las de los Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña y Líbano, debajo de los estandartes con letras mayusculas la frase: “homenaje de las colonias extranjeras”. Un arco que por cierto respetaba perfectamente al peatón, pues iniciaba y concluía sobre la calle y no sobre la banqueta, ubicado en el cruce de la calle de Victoría  con Manuel Acuña a la altura de lo que era la mueblería Borja, que por cierto tenía el teléfono 703, y de la antigua fábrica de Sarapes, que por cierto su propietario vivía en el segundo piso de ese edificio.

Muchos de los integrantes de esas colonias, con el paso del tiempo se conviertieron en Saltillenses por adopción, hecharon raíces en esta tierra bendita, en donde encontraron al igual que los europeos encabezados por Alberto del Canto, una tierra rica y con un clima benigno. Extranjeros que reconocieron a México que vivieron en Saltillo y quienes contribuyeron o más bien han contribuido al crecmiento de esta hermosa ciudad.