EL GUASÓN

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La película “Joker”, traducida al español como “El guasón”, es una cinta dirigida por Todd Phillips y protagonizada por Joaquín Phoenix y relata la misteriosa y, hasta esta película, desconocido origen del clásico villano del superhéroe Batman. Es una exitosa muestra de la interpretación de la realidad social, que está siendo aplaudida por cinéfilos, pero también por sociólogos y estudiosos de la psique humana. Aunque su argumento principal, el villano glorificado, no es nuevo, se convierte en una actual oportunidad de reflexión.

El discurso de aquel que abandona lo moral por desesperación y por presiones más allá de sus fuerzas ya fue usado por Víctor Hugo en los miserables y por muchos otros, al presentar una cruda realidad. La opresión tiene límites. Tendemos a la libertad, aunque esa libertad difiere según nuestros propios intereses.

La oclocracia es el gobierno de los oprimidos, para la política griega venía después de la democracia y solo era suplida por la timocracia, el gobierno de los militares. Porque ante el libertinaje tendemos a la disciplina. El proceso de la civilización se caracteriza por el autocontrol que ella misma tiene sobre la violencia. La barbarie es un fantasma del pasado que nos recuerda la animalidad.

La disciplina es provechosa. Nos trae del pasado los elementos que nos pueden conducir al futuro, pero la disciplina entendida o razonada es útil, cuando solo es encarnada o sufrida es un azote difícil de llevar. Como sociedad hemos depositado el control de los oprimidos con frases que pretenden trasladar el beneficio a otra vida, al futuro o en otro plano, desde las mixturas religiosas que tranquilizan la agonía del presente, la ingenuidad esperanzadora que expresamos con frases como: “mañana todo estará bien” y la gran acometida que logran las redes sociales permitiéndonos crear un mundo que describe nuestros gustos y sobretodo bajo nuestro control. Son formas de mantenimiento de un orden autoimpuesto, pero no están siendo suficientes ante un mundo cada vez en mayor protesta. Ante un mundo que se cierra diciéndonos que el desarrollo es insuficiente para unos e inútil para otros.

No hay peor odio que el deseo, que se anida en el alma y seduce, convirtiéndose en obsesión, poco a poco esa carencia se infecta hasta desear el mal y cometerlo. En la sociedad es igual, la opresión externa o incluso interna pervierte la alegría y acaba por azotar con grandes males al propio grupo.

El guasón no refleja una enfermedad mental solamente, refleja una enfermedad social. De transmisión individual, pero de afectación colectiva. Y esta situación debe impulsarnos a reflexionar sobre nuestro desarrollo y la forma de abordarlo. Abrazar el beneficio individual será riesgoso en un mundo colectivo. Pensar en países incluso ya no es suficiente, como se entiende desde el fenómeno de la migración. Construir un mejor espacio no solo será un deber ecológico sino también ético, donde el potencial de desarrollo no esté atado más que a la condición biológica de vivir. Aún nos falta camino por andar, paradigmas que romper y deseos que contener. Pero mientras tanto; ¿Cómo frenar la desesperación?

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.