¿GANSO O, CANGREJO?

Los gansos, cuyo comportamiento conocí en el rancho chileno de mi esposo Matías, son animales echados para delante; siempre en defensa de sus iguales, sin caminar de reversa.

Y según Wikipedia su grado de compañerismo es tal, que al volar sus alas producen un movimiento que ayuda al que va detrás y en sus largos viajes migratorios, esperan a los cansados y ayudan a los enfermos.

De modo que, aunque a López Obrador le fascine que le digan «ganso», no es como ellos; su vida política ha estado marcada por el abandono a lo que le ha ayudado a ascender y luego, estorbado.

Se parece más a los cangrejos ermitaños, que caminan para atrás y cada que crecen dejan su casa para meterse a una mayor, que arrebataron a otros.

Claro que tiene derecho a identificarse con el animal que quiera, pero siempre que su andar al revés no nos lleve a épocas de desarrollo que creíamos superadas.

Adora también, echar harta crema a sus tacos; lo hizo esta semana al considerar un honor haber sido acusado de comunista por espías de antaño “porque servía a los pobres”.

Pero hemos visto, que les sirve si obtiene algún beneficio.

Y lo obtiene insultando “conservadores” porque reafirma su supuesta “superioridad moral” y hace felices, felices, a partidarios; y eso que afirma “me auto-limito, no saben cuánto”.

Esa actitud peleonera está contagiando a muchos que a propósito de nada “toman” calles y oficinas públicas y afectando comercios y edificios de fifís.

Alardea el presidente de su amor por los pobres; pero su amor, no incluye oírlos.

Este domingo 29 se negó a escuchar reclamos de tarahumaras que en el pueblo San Juanito, lo esperaban con pancartas que clamaban “tenemos hambre” y pedían “no mentir”, porque los programas a los que dijo serían adscritos, no les han llegado.

La nota respectiva de Jorge Ricardo en Reforma, agrega que explicaron que solo comen una o dos tortillas al día y le solicitaron bajar del vehículo para contarle sus carencias.

Pero, olvidando que son «primero los pobres» su convoy de camionetas aceleró la velocidad y huyó de esos indígenas pobres entre los pobres.

Me intriga que muchos piensen que su gobierno es de izquierda; él mismo ha negado ser de esa tendencia y no ha tenido buena relación con quienes la representan.

Fue mala, cuando siendo presidente del PRD, destruyó ese partido en Michoacán; y lo es ahora, que es Presidente de México.

En su artículo Relacionarse con la izquierda, publicado en el último número de Tribuna Comunista, órgano del Movimiento Comunista Mexicano, que por cierto lo apoya, Daniel Carlos García recoge la propuesta del académico de la UNAM Gerardo de la Torre Lora, para “plantear franca y abiertamente al presidente» un debate que permita conocer el motivo de su distancia con las izquierdas socialista y comunista.

Conducta que, dice de la Torre, puede deberse a que gente de izquierda que está hoy con él, no ha podido influir en su pensamiento; “más bien y con excepciones, ha sido al revés».

No es pues solidario como los gansos y tampoco un político moderno, porque evita comprometerse en asuntos indispensables para la democracia, como la Ecología, separación entre Estado e iglesias, elecciones libres, matrimonio igualitario, violencia contra las mujeres y despenalización del aborto.

Sobre esto, y pudiera ser que para no confesar que obedece mandatos de la iglesia evangélica a la que sigue, pretexta que lo elude, por «polémico”.

Pero, ¿no estuvo cargada de polémica su decisión de cancelar la construcción del aeropuerto, contra millones de opiniones y enormes costos en prestigio internacional y dinero?

Y ¿no hubo polémica cuando retiró apoyos, a refugios para mujeres violentadas, estancias infantiles y el Seguro Popular, posibilidad única de curación para familias pobres?

Inventó a cambio, programas de bienestar que es imposible puedan proporcionarlo con los pocos pesos que reparte y que, además, no están funcionando.

Al no entender que el dinero del gobierno no es suyo, gasta lo que no hay en mantener ese avión que no se vende, concesiones a la CNTE, albergues y guardias nacionales producto de sus genuflexiones ante Trump, y en gasoductos y otros errores de sus «austeros» colaboradores.

Todo, mientras ignora demandas para destinar mayores recursos a universidades, investigación, seguridad y salud.

Esa forma de gobernar, incide en el alza de crímenes, enfermedades evitables, pobreza, y otras cuestiones decisivas para el desarrollo.

Urge por eso detener su demagógico caminar para atrás y hacerlo antes de que, como los cangrejos a sus conchas, seamos arrastrados a niveles de los países más atrasados del mundo.

 

Autor

Teresa Gurza