CONOCIENDO LA CORRUPCIÓN  

 Conocer es un rasgo humano, acumulamos saberes que provienen de nuestra experiencia o de entender la experiencia de otros, la visión y entendimiento que construimos de lo que nos rodea la obtenemos por viajar, por platicar o por leer de otros. Debemos aprender sobre la corrupción, para no seguir un discurso sino realizar una acción. Todos queremos una sociedad más justa, una sociedad en la que las dádivas no se interpongan entre lo conquistado, para alcanzarlo no debemos esperar, sino hacer.

La corrupción está catalogada como un fenómeno social en el cual caben todas aquellas formas de abuso de autoridad, es decir abuso de lo público. Entendida así la corrupción no sólo es un fenómeno político o económico, es decir, no todo soborno es entregar una suma de dinero, sino que es la demanda de un beneficio a un particular. Para calificar una acción de las autoridades como corrupta existen 3 límites que se transgreden; el interés público, la opinión pública y la ley. Cuando solo se transgrede uno de los límites surge la llamada “zona gris” de la corrupción.

La corrupción no es un fenómeno reciente, ya en el código de Hammurabi se citaba y se combatía, pero se ha ido sofisticando en el tiempo. México ha administrado lo público altamente influido por el autoritarismo y esto ha dejado entre sus legados una confianza particularizada, la apariencia de formalidad y el centralismo, combinación propicia para actos de corrupción.

Se ha generalizado la corrupción como un botín, que permite otorgar beneficios a la lealtad mostrada. Muy similar al botín de guerra el cual era repartido entre el ejército que había ganado, y se tranquilizaba así el alma al provocar una disonancia cognitiva y relativa moral, al reconocer, erradamente, que un acto de corrupción se justifica por el esfuerzo realizado se oculta la lesión que se provoca. En México encuestas han demostrado que realizamos actos de corrupción porque todos lo hacen, lo cual, en nuestra interpretación, le quita lo malo.

Como ciudadanos debemos tener el valor de señalar los actos de corrupción de otros, pero no solo los lejanos, sino los cercanos, porque es ahí donde resulta la ceguera que nos lleva a no castigar ni corregir el fenómeno.

Según datos expuestos por el Colegio de México 2 de cada 10 personas piensan que sus vecinos y amigos son corruptos, lo lamentable entonces es que 8 de cada 10 mexicanos piensan que entre sus cercanos no hay ningún acto de corrupción. Todo mundo requiere que se le recuerde de manera constante aquello que ya no ve. Cuando nosotros nombramos la corrupción la volvemos real, existente y por consiguiente atacable.

En las empresas e instituciones, ¿Cuántos esfuerzos se realizan para capacitar a sus integrantes sobre la corrupción?, la pensamos como un fenómeno lejano propio solamente de una clase política, cuando eso resulta imposible.

El mismo Colegio difunde que 9 de cada 10 empresas macro en México, no realizan ningún tipo de capacitación o advertencia a sus directivos sobre actos de corrupción, esta acción ciega a sus integrantes ante estos actos.

Construir una sociedad justa, transparente y en donde sea el esfuerzo bien encausado y apegado a valores debe ser el impulso diario, no solo corresponde a unos, sino a todos.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.