A LA BÁSCULA

Son muchos más de 43 

Este jueves se cumplieron cinco años de la trágica noche que 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero, fueron desaparecidos, y cuyo paradero hasta ahora sigue siendo un enigma. De entonces a la fecha ya ha corrido demasiada agua debajo del puente, entre ello, desde la ‘verdad histórica’ de Jesús Murillo Karam, hasta ‘la única verdad es que no hay verdad’, de Alejandro Encinas, pronunciadas en la mañana del quinto aniversario enfundado, al igual que el presidente y el fiscal especial del caso, en una playera conmemorativa del día.

Todavía el 25 de septiembre de 2014, el entonces presidente Enrique Peña Nieto gozaba de una simpatía y credibilidad que, por ese tiempo, le hicieron merecedor de que la revista Time le concediera la portada, con el titular ‘Saving Mexico’. En las páginas interiores, acompañando al texto -que lo pintaba como un gran presidente, modernista, trasformador-, aparecía flanqueado por dos de los hombres fuertes de su gabinete: Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray.

A partir de la desaparición de los estudiantes normalistas en la negra noche de Iguala, debido a un pésimo manejo del caso, la popularidad de Enrique Peña Nieto entró en un interminable tobogán, del que no logró salir nunca, hasta el término de su administración. Se fue como uno de los presidentes más repudiado y peor calificados en la historia moderna de nuestro país; incluso más que Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox o Felipe Calderón, que ya es mucho decir.

Luego se le sumarían en cascada los casos de Tlatlaya, la Casa Blanca y la corrupción desmedida –y tolerada- en varios estados del país, donde gobernaban amigos suyos a los que en su momento elogió y presumió como la nueva generación de gobernadores priistas, entre ellos Roberto Angulo, de Quintana Roo; Javier Duarte, de Veracruz; Rodrigo Medina, de Nuevo León; César Duarte, de Chihuahua, todos ellos implicados en escandalosos casos de desvío de recursos públicos para alimentar sus haciendas personales.

Enrique Peña Nieto –lo he sostenido y lo seguiré haciendo todo el tiempo-, fue siempre más leal a sus amigos que al propio país. La historia lo presentará siempre como el de un gobierno en el que el principal sello fue la corrupción, y ese lo va a perseguir por el resto de sus días. Sobre todo, porque la vida que se ha venido dando después de terminar su mandato, sigue ofendiendo a muchísimos mexicanos, y esas imágenes lo que transmiten es cómo encima de todo lo ocurrió en el país durante su sexenio, se sigue burlando.

El caso de los 43 de Ayotzinapa se ha convertido en icónico en el tema de las desapariciones en nuestro país en los años recientes, pero la realidad nos indica que, en la más reciente docena de años, han sido cientos, miles de mexicanos que han desaparecido aparentemente sin dejar ningún rastro, y en muchos de los casos el flamígero dedo de familiares de desaparecidos apunta hacia corporaciones de seguridad de los diferentes niveles, y contra funcionarios, entre ellos varios gobernadores.

En este día más, pero la indignación, el coraje, el reclamo y la exigencia de solución del caso de Ayotzinapa, se debe mantener el día de la conmemoración, pero también todos los días, de todos los meses, de todos los años hasta que se ofrezca una versión creíble de qué pasó y dónde están esos 43 jóvenes guerrerenses.

Pero también debemos mantener nuestra indignación y reclamo por los cientos o miles de mexicanos, de los que jamás se volvió a saber nada. El 26 de septiembre debe ser considerada ya como la fecha oficial -al menos en México- para conmemorar a los 43 y los miles más que día con día siguen siendo buscados por sus familiares con la esperanza de encontrarlos con vida, con todo y que en muchos casos hurgan y escarban en terrenos, en cerros, en montes, en planicies en busca de restos humanos que pudieran al cabo decirles que sí, que corresponde a su familiar y termine ese interminable peregrinar y búsqueda.

Organizaciones de padres de familia y familiares de desaparecidos, como ‘Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila’ (FUNDEC) y muchas más a lo largo del país, han realizado trabajos agotadores, extenuantes, labores que le correspondería el Estado Mexicano hacer, que en la mayoría de los casos se mantiene ciego y sordo ante los reclamos y los gritos de dolor.

Sí, este 26 de septiembre se conmemoran cinco años de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Pero tristemente no son los únicos, no sólo nos faltan 43, nos faltan muchos más. Cientos, miles.

 

laotraplana@gmail.com.mx

 

@JulianParraIba

Autor

Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.