LO DIJO TROTSKY

La humanidad no se puede dar el lujo de seguir discriminando a las mujeres. De acuerdo a los datos publicados por el Foro Económico Mundial en el Informe Global sobre la Brecha de Género 2018, faltan 200 años para lograr la paridad salarial, y 107 para la paridad política.  Tiempo es lo que no tenemos, mientras tanto se desperdicia o en el mejor de los casos se subutiliza la mitad del talento y de la fuerza productiva del planeta.

Pensando en lo local, podemos ver un avance importante en la composición de los organismos públicos de elección popular. Sin duda es un logro relevante que los partidos políticos deban postular a la misma cantidad de hombres que de mujeres en las elecciones.

Las cuotas de género sin duda han permitido que muchas más mujeres ocupen espacios en cabildos y en el Congreso, tanto local como federal. Se trata sin duda de un gran avance, pero no es suficiente, no sólo hacen falta mujeres en los congresos, sino mujeres que trabajen con una agenda para las mujeres. No son pocos los casos en que importantes iniciativas en favor de las mujeres no han recibido el apoyo de algunas de las mujeres.

Queda igualmente una gran brecha dentro de los cargos públicos, no sólo los titulares sino también el resto del organigrama. Lo mismo sucede en las empresas, donde la situación se repite, pero la falta de acceso es menos visible.

La otra gran brecha está en el salario. Al menos del 30% es la diferencia entre el sueldo que reciben un hombre y una mujer. Situación que incide terriblemente si consideramos que alrededor del 30% de las familias en Coahuila son monoparentales.

Engels sostenía que la emancipación de la mujer era una buena medida de la emancipación de la sociedad. En esos términos no vamos bien como sociedad.

Pero no todo es mala noticia. Hoy en las universidades se ve cada vez un número mayor de mujeres, en el futuro próximo tendrán las oportunidades que ellas mismas se han forjado. El reto sin duda es mayúsculo, y está en la médula de nuestros problemas, la cultura en la que nos desarrollamos y vivimos genera múltiples barreras al desarrollo de las mujeres.

Pero la solución no debiera estar a tantos años de distancia. La solución exitosa tiene ya un buen precedente en lo que se conoce como el milagro holandés. Es relativamente sencilla, aunque extremadamente cara. Guarderías accesibles, económica y geográficamente, para que todas las mujeres puedan hacer compatible la maternidad y el trabajo. Subsidios para que las empresas permitan la entrada y salida de las mujeres del mercado laboral, esto sin detrimento de su antigüedad, prestaciones y nivel laboral. Por otra parte, políticas públicas que acaben con la discriminación poniendo al hombre en las mismas circunstancias. Permisos de paternidad, horarios flexibles para que ambos padres cuiden de los hijos.

Sé que suena atrevido o incluso iluso, Pero ahí están algunas ideas para que legislen las mujeres, al margen de su origen partidista, quienes hoy son ya la mitad en los congresos. Pero el verdadero reto está en la familia. Trotsky escribió en 1920 que la igualdad real entre hombre y mujer dentro de la familia es un problema arduo derivado de nuestros hábitos domésticos. Por lo que es obvio que mientras no haya verdadera igualdad entre marido y mujer en la familia, en lo cotidiano y en sus condiciones de vida, no podremos hablar seriamente de su igualdad en el trabajo, en la sociedad o incluso en la política.