Manuel Acuña, a 170 años del «hombre enamorado del amor»

Una mujer apoyada de un bastón camina desde la entrada del Panteón de Santiago hasta la Rotonda de los Coahuilenses Ilustres, su nombre es Irma Moreira Acuña. Son las 9:00 de la mañana del martes 27 de agosto, y la poesía y la música le dan vida al sitio en el cual se encuentra la tumba del poeta Manuel Acuña, cuya estirpe prevalece en ella, al ser su sobrina nieta directa.

«Como Manuel Acuña se pueden contar con los dedos de la mano y nos sobran. Fue un hombre muy creyente, en todos sus poemas habla de Dios. Muy cariñoso con sus padres y, sobre todo, con sus musas. Se habla mucho de Rosario, pero en realidad Manuel Acuña era un enamorado de Laura (a quien también dedicó uno de sus textos», dijo para El Heraldo, Irma Moreira Acuña.

Con una mirada profunda, semejante a la del autor de «Nocturno a Rosario», Irma observa cómo poco a poco comienza a llegar más gente al encuentro con la memoria del escritor, evento organizado por la Secretaría de Cultura, enmarcando el 170 aniversario de su natalicio que representó también el surgir de una de las plumas más prolíficas de la literatura mexicana y, sobre todo, coahuilense.

«Siento mucha emoción y espero que no termine aquí, espero que esto sea un legado que quede para siempre, que se sepa su historia, que se sepa toda su vida. No lo vamos a olvidar, lo amo porque era un hombre muy especial, muy bueno con sus padres, muy bueno con su familia y enamorado del amor», mencionó.

Después de algunos minutos, el sonido del flautín y las distintas voces que revivieron la obra poética de Acuña, acallan. La gente comienza a retirarse, se levantan las sillas que habían sido colocadas para comodidad de los asistentes, pero ella se queda un poco más para esperar a que las cámaras fotográficas que la rodean, al igual que a Laura Padilla Moreira, sobrina bisnieta del poeta, inmortalicen el momento en el que se adornó el espacio de flores blancas.

«Que se sigan promoviendo sus versos, sus libros, su historia para que no se olvide porque era un hombre que vale la pena que no sea olvidado nunca», concluyó.

Antes de dejar atrás la tumba, ella la mira nuevamente, respira hondo y se aleja mezclándose entre la gente, con la promesa de regresar pronto a esta Rotonda donde descansa el hombre que nació para la literatura y que dedicó su vida a la poesía. (OMAR SOTO)